Quien haya tenido la oportunidad de estar al frente de un equipo con ciertas responsabilidades y con una opinión pública (aquí da igual llamarle periodismo, Twitter o los pasillos de cualquier pabellón donde los oportunistas encuentran el mejor terreno para esparcir su abono) sabe que está continuamente expuesto a ser cuestionado por cualquiera que pase por allí. Muchas veces esta lapidación pública trasciende de unos meros incompetentes acodados en barras o blandiendo plumas en columnas y se cuelan en despachos donde mandamáses y directivos, presos de las prisas y la presión o de su desconocimiento, trasladan tal cantidad de sandeces al equipo, dejando así al guerrero y a su batallón en la más absoluta de la soledad.

Pero citando un verso de Silvio que sentencia –“…cuando escriban la vida los buenos, al final vencedores, se sabrá que no usamos veneno como aroma de flores”-, recordé que a los “buenos” cuando les dejan margen y tiempo lo vuelven a hacer una y otra vez. Siempre salen airosos convirtiendo las críticas en aplausos, enviando de vuelta a sus cuevas a los que antes gustaban de señalar y juzgar y lo más importante (o quizá lo único importante) siempre, al final de la batalla, miran a sus compañeros empapados en sudor con alguna que otra herida, y esbozan una sonrisa cómplice ausente de cualquier tono de voz que parece expresar:“lo conseguimos, y lo conseguimos solos pero juntos”.

Eso es nuestra Selección Española.

Un entrenador continuamente despreciado que viste a la perfección el chubasquero donde resbala la ignorancia y que se ha rodeado de dos ayudante de lujo. Recuerdo cuando hace años miraba a USA y me comía la envidia al ver asistiendo a auténticos monstruos de las pistas y como siempre pensar “qué lejos estamos”. Y desde hace varios años, ahí los tienen. Entrenadores preparados y profesionales para sacar adelante un equipo siempre complicado de dirigir y sobre todo para preparar partidos ante unos países que, en algunos casos, da auténtico placer verles jugar, pero mareo y fatiga si tocara desmenuzar sus pormenores técnicos y tácticos.

Unos jugadores que cuando no son viejos salen mucho de fiesta o que ocupan el lugar de otro jugador que “yo llevaría antes”. Vaya lección nos han dado. Y no solo una lección al demostrar de qué madera están hechos al superarse continuamente en competición, creer en sí mismos y en lo que realmente podían controlar, sino una lección de equilibrio casi perfecto donde cada uno tuvo su momento y su papel en el que fue decisivo cuando ya nadie le esperaba. Nadie esperaba que Pau fuera el de siempre, o que Navarro volviera a ser el de la bomba de hace años. Nadie esperaba que Ricky sumara de esa manera, que Mirotic despertara o que Hernángómez dejara las toallas de vez en cuando y no solo sumara sino que fuera,por momentos,definitivo. Recuerdo incluso con gracia cuando entendidos del baloncesto madrileño decían que Sergio estaba para jugar LEB, hace unos siete años. Estos son algunos ejemplos que he citado pero el resumen final es que debemos aprender la lección para trasladarla a nuestras vidas. Usemos sus ejemplos para crecer.

Haz las cosas lo mejor posible y de manera firme. La ambición es buena sobre todo si es honesta. Pisa fuerte y cree ciegamente en ti. Sigue tu objetivo aunque avances despacio. Apóyate en los tuyos y pon tu hombro cuando lo necesiten. Cuando ganes disfruta aprende y trabaja, pero cuando pierdas…disfruta, aprende y trabaja! Y sobre todo, no escuches los ladridos. Camina y enséñanos a todos cómo lo haces. Los delimitadores que te rodean no existen: no son nadie. No pueden. No saben.
Gracias España

Celebración medalla de bronce Rio 2016. España Baloncesto

Juegos Olímpicos Rio 2016. España medalla de bronce. Baloncesto Masculino

 

Por Juanki Rivera.
Entrenador superior baloncesto
Colaborador JGBasket

Fotos FIBA

[Visitas 39, visitas totales web 384090]