Cuando los jugadores empiezan a trabajar las entradas a canasta, si no les abrimos un camino hacia el aro y, directamente, les ponemos a entrar, por ejemplo, desde el alero, por inercia irán en línea recta y les costará dar ese último giro, por lo que, acabarán tirando paralelo a la línea de fondo y sin tener un muy buen ángulo. Otra opción es que vayan totalmente perpendiculares a la canasta, encontrándose primero con el aro y no con el tablero, dificultando su finalización. Por eso, es bueno generarles un camino con conos, abriendo un buen ángulo para terminar apoyándose en tablero.

Los entrenadores tenemos que exigir a nuestros jugadores que finalicen tanto por la derecha como por la izquierda, trabajando las entradas por ambos lados y, aunque les cueste, tienen que tirar con la mano no dominante. Esa es la única forma para que desde pequeños adquieran ese hábito y consigan en el futuro ser jugadores más completos y, lo más importante, más peligrosos de cara al aro, porque son muchos los jugadores que acaban estancándose porque solo saben usar su mano dominante y en cuanto el defensor consigue pararles, se acaba su potencial.

Otro aspecto importante a trabajar en las entradas a canasta es la protección del balón. Lo primero que tenemos que conseguir es que el jugador agarre el balón con las dos manos, aunque luego solo finalice con una, porque si suben con el balón en una sola mano, cualquier toque, por pequeño que sea, le va a desequilibrar el balón, haciéndole realizar un mal tiro. Además, hay que enseñarles a proteger el balón con el cuerpo y, en la medida de lo posible, no balancear el balón por delante del defensor porque le dan más opciones de meter la mano y robárselo u obstaculizar el lanzamiento.

Una buena forma de trabajarlo es ponerle dificultades al jugador en la penetración, antes de ponerle un defensor, puede ser el propio entrenador el que, con un balón en las manos, desplace al jugador cuando entra o intenta golpear el balón con el suyo, obligando al atacante a protegerlo y subir fuerte, agarrando el balón con las dos manos. Podemos hacerlo con un trabajo previo de bote.

Por último, resulta interesante que en los tiros en posiciones cercanas al aro, sobre todo, tras rebote ofensivo, los jugadores no bajen el balón ni boten porque pueden perder la ventaja obtenido. De ahí que haya que insistirles en que una vez que cojan el rebote, caigan y aprovechen el impulso para subir equilibrados y fuerte a canasta.

Este trabajo lo podemos realizar de dos formas, bien el jugador individualmente con un balón y una canasta, lanzando el balón al tablero, saltando a cogerlo y, una vez que el jugador caiga al suelo, sin bajarlo, aproveche para volver a saltar hacia el aro y finalizar. Cuando los jugadores son muy pequeños puede servir solo con que, con el balón por encima de la cabeza, salten y de la que caen al suelo, se impulsen para ir a canasta.

La segunda de las opciones de trabajarlo es por parejas, uno de los dos jugadores tendrá el balón y se colocará en las proximidades del aro, lanzándolo verticalmente hacia arriba, el otro jugador tendrá que saltar a cogerlo y de la que cae, volver a subir al aro. El pasador puede ir complicándolo lanzando el balón con más ángulo o contra el tablero en función de las capacidades del compañero. Pueden hacer una serie de diez repeticiones y cambiar de posiciones. Es un muy buen ejercicio para trabajar el timming de salto, el rebote y, por supuesto, las finalizaciones en posiciones cercanas a canasta.

 

Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete comunicación JGBasket

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