El rebote es un aspecto decisivo del juego. Más allá del rebote defensivo, nos centraremos en el ofensivo, lo que supone nuevas opciones de tiro que se niegan al rival.

Pero, ¿cuáles son las claves para que nuestro equipo pueda controlar el rebote ofensivo? En primer lugar, para capturar el rebote hay que quererlo e ir a por él, independientemente de las condiciones físicas que, aunque sí influyen, no resultan determinantes. Sólo hay que ver como Felipe Reyes consigue, partido tras partido, hacerse con balones en ataque ante rivales mucho más altos y corpulentos. Un claro ejemplo de que si se quiere, se puede. Los jugadores tienen que ser ambiciosos y cargar el rebote, ya que es muy difícil que les caiga en las manos.

Luego, obviamente, ya entran los factores físicos como la altura, la envergadura, el peso y otros, igual de importantes, como son la coordinación, la habilidad, la rapidez, la intuición y el timing de salto. Es importante que los jugadores sepan que tienen que ir con confianza al rebote a pesar de su altura, muchas veces los no tan altos sorprenden y son capaces de capturar muchos rebotes porque su defensor no espera que vayan a por ellos.

Claramente, también existen componentes externos, sobre todo en categorías de formación, como pueden ser la dureza de los aros (rígidos o flexibles), el material de los tableros (madera, metacrilato…), la presión del balón (más o menos hinchado) son elementos a tener en cuenta a la hora de atrapar el balón. Los jugadores han de tenerlo en cuenta porque el balón puede rebotar más o menos y tienen que adaptarse a las circunstancias de cada pista. A nivel profesional, en el que esos componentes suelen ser siempre los mismos, existe un trabajo de estudio de dónde va a caer el balón en función del ángulo y la distancia desde donde se realice. Dennis Rodman, máximo reboteador durante siete temporadas consecutivas en la NBA, en los entrenamientos, observaba a dónde iban a parar los lanzamientos fallados por sus compañeros y desde dónde los hacían, así era mucho más fácil para él anticiparse y coger el rebote.

No hay fórmulas mágicas para capturar el rebote ofensivo, pero sí existen opciones que hacen que sea más factible cogerlo. Por ejemplo, se puede enseñar a los jugadores a ganar la posición entre el defensor y el aro y aprovechar a cerrar el rebote como si lo estuviesen haciendo en defensa. Si el atacante tiene menos corpulencia que su defensor, puede entrar a cargar el rebote desde atrás, en carrera, buscando, como decíamos antes, sorprender. También pueden emplear el palmeo, porque el rebote ofensivo no sólo consiste en atrapar el balón, un palmeo es igual de efectivo y puede dar al equipo dos puntos u otra opción de tiro a través de un compañero.

El rebote, como cualquier otro aspecto del juego, hay que trabajarlo en las sesiones de entrenamiento. Se puede entrenar en situaciones de tiro con varios jugadores lanzando y otros reboteando, en los que los reboteadores tienen que pelear por los balones y anotar antes de sacar el balón fuera para otro lanzamiento. Además, en todos los ejercicios, es aconsejable que se pelee el rebote, aunque haya habido canasta, sobre todo, en situaciones de 1c1, para que el lanzador se acostumbre también a cargar el rebote. Otra opción es, en situaciones de 3c3, 4c4 o 5c5, premiar con puntos al equipo que capture el rebote ofensivo, obligando así a los jugadores a que vayan a por el balón.

 

Por Víctor Escandón Prada
Entrenador superior de baloncesto. Periodista
Gabinete técnico JGBasket

Publicado el: 20 Jun 2017 a las 13:59

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