Muchas veces nos dirigimos a nuestros jugadores pensando sólo en el componente verbal, midiendo nuestras palabras, pero no nuestros gestos. Hay veces que sin darnos cuenta estamos proyectando con nuestro cuerpo un mensaje totalmente opuesto al que pretendemos dar con nuestras palabras.

Antes de centrarnos en los componentes no verbales, vamos a detenernos en lo que expresamos verbalmente. En primer lugar, hay que diferenciar claramente entre el uso del yo y el nosotros y saber en qué momento es aconsejable usar uno u otro. En los deportes de equipo es importante, a la hora de implicar a todo el mundo, utilizar el nosotros: “tenemos que trabajar y esforzarnos más”, “hemos cometido algunos errores, pero también tomamos decisiones acertadas”… Ese tipo de frases hacen que los jugadores vean que tanto en lo positivo como en lo negativo estamos con ellos.

También es bueno en ocasiones utilizar la primera persona del singular para quitar presión a los jugadores y asumir errores: “habéis hecho lo que os he pedido, pero mi planteamiento ha sido equivocado”. Esto creará una situación más favorable y puede producir el efecto deseado en los jugadores. Además de empatizar con ellos, consiguiendo que empiecen a confiar en el entrenador.

En lo referente al lenguaje no verbal, vamos a destacar la expresión facial, que nos muestra el estado emocional de las personas y su capacidad de asimilación. Si vemos a alguno de los jugadores que agacha la cabeza cuando comete un fallo, se encuentra desanimado y sabe que lo ha hecho mal, por eso gritarle o incidirle en su fallo no va a servir para mucho.

Dentro de la expresión facial, podemos detenernos en la mirada, que ayuda a regular la comunicación y expresar emociones, si durante una charla con nuestro equipo, desviamos varias veces la mirada es posible que desconfíen de lo que les estamos tratando de transmitir, ya que el contacto visual nos conecta con el oyente, en este caso, con los jugadores. La sonrisa también es un elemento de comunicación fundamental, ya que si acompañamos nuestro mensaje de una sonrisa restará importancia al contenido y podrá calmar situaciones conflictivas.

La postura en la que transmitimos nuestros mensajes también resulta esencial. Como vamos a exigir intensidad a nuestros jugadores durante el entrenamiento si lo hacemos sentados desde el banquillo o apoyados en la pared. El mensaje, por tanto, se contradice. Los gestos con las manos también marcan lo que queremos decir a nuestros jugadores y tienen que ser claros y conocidos por ellos. Cuando estamos en un partido hay bastantes situaciones en las que el jugador sólo puede entendernos por gestos, bien para indicarles una jugada, corregirles la posición, felicitarles por haberlo hecho bien (pulgar hacia arriba). Además, cuando hablamos con los jugadores y les damos un mensaje, si movemos mucho las manos, podemos distraerles más que ayudar a que llegue.

Para seguir creciendo como entrenadores debemos de cuidar no sólo nuestro lenguaje sino también nuestra comunicación no verbal. Por tanto, debemos de tener en cuenta los componentes mencionados para tratar de llegar con nuestros mensajes a los jugadores y ver, también, cómo reaccionan ante ellos y si están receptivos para recibirlos.

 

Por Víctor Escandón Prada
Entrenador superior de baloncesto. Periodista
Gabinete técnico JGBasket

Publicada el: 19 Abr de 2017 @ 14:11

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