Se acabaron los grupos y llega, por fin, lo bueno, los cruces. En cuartos de final, los emparejamientos son: Serbia-España, Eslovenia-Francia, Croacia-Ucrania y Lituania-Italia.

Antes de llegar hasta aquí, se celebró la última jornada de la segunda fase, que se quedó sin emoción tras la disputa del primer partido del día. Con tres equipos clasificados ya en el grupo E, Letonia estaba ante su gran oportunidad y dependía de ella, su rival Bélgica no había ganado ningún encuentro y se encontraba eliminado. Sorprendentemente, los letones, muy ansiosos y presionados, no pudieron desarrollar su juego y perdieron una ocasión única de estar entre los ocho mejores.

La derrota de Letonia clasificó automáticamente a Ucrania, lo que dejó sin apenas tensión el resto de choques. El único interés era saber quién ocuparía el primer puesto y, al final, fue para Serbia que se impuso a Francia.

Algo similar sucedió en el grupo de España, los de Orenga tenían que ganar sí o sí a Italia si querían clasificarse, siempre que Grecia venciese en el primer partido, pero los helenos perdieron ante Croacia y se quedaron, sorprendentemente aunque con méritos suficientes, eliminados de la competición.

España e Italia saltaron a la pista con el único aliciente de pelear por el tercer puesto. A pesar de que el choque no era determinante, los españoles volvieron a perder un duelo igualado, pero, esta vez, lo regalaron, desperdiciando una ventaja en el último cuarto de 15 puntos. A pesar del espectacular partido de Marc Gasol (32 puntos), los de Orenga llegaron fundidos a la prórroga y dejaron escapar incomprensiblemente el encuentro.

Ahora llega la fase decisiva y todo lo anterior no cuenta. Hay que ir partido a partido, tratando de recuperar sensaciones y, lo más importante, recobrar la identidad de juego perdida.

 

Por Víctor Escandón Prada
Periodista y entrenador superior baloncesto
Analista Eurobasket para JGBasket

Foto: FIBA Europe

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