Valencia era una fiesta. No estaban en Fallas, pero La Fonteta estalló al ver algo histórico. Su equipo era campeón de la ACB por primera vez. Lo habían conseguido. Por el camino fueron dejando a los tres equipos con licencia A en Euroliga (Barça, Baskonia y Madrid) para levantar el título. Se habían ganado sobradamente, después de su exhibición, poder competir con los mejores de Europa la próxima temporada.

Toda la temporada en un partido, dos subcampeonatos ya eran bastante dolorosos como para dejar que otro título se fuese al limbo. En Valencia lo sabían, pero también eran conscientes de que su primera opción pasaba por La Fonteta, ese fortín que parecía inexpugnable hasta que Unicaja acabó con los sueños de la Eurocup en el tercer partido de la serie. El Real Madrid, a priori, era más equipo, pero la fe, la ilusión y, sobre todo, el aprendizaje de las derrotas sufridas, sirvieron para hacer más sólido un equipo que, por momentos, se había visto lastrado por las lesiones.

La presión a la que se podía ver visto sometido el Valencia era un factor que el Madrid tenía que aprovechar. Pedro Martínez lo sabía y por eso concienció a sus jugadores para que saliesen a muerte desde el principio, el Madrid aceptó el envite y mantuvo el tipo durante el primer cuarto. En el segundo, los taronjas pusieron un par de marchas más y ahí se empezó a romper el partido, disfrutando de los mejores minutos que se recuerdan a los locales, su ataque era imparable y con un parcial de 26-3 espantaba todos sus temores.

A pesar de la amplía renta al descanso (48-31), si algo está claro es que al Madrid no se le puede dar por muerto y que lo iba a intentar hasta el final. Sus títulos le avalaban, pero hay veces que el corazón puede con todo y eso es lo que pasó en el cuarto partido en La Fonteta. Los de Laso fueron recortando la ventaja, limando, poco a poco, las diferencias gracias a su defensa zonal. Los nervios atenazaron al Valencia que veía como los blancos seguían acercándose hasta un inquietante 75-69, a falta de cinco minutos. Fue el momento de Sato, un jugador que, desde el trabajo y la humildad, siempre suma y cuya experiencia ha sido fundamental en estos playoffs. Su triple, junto con la superioridad en el rebote (52 a 26), dio la estocada definitiva al Madrid y convirtió Valencia en una fiesta.

Era el primer título de la temporada para el Valencia después de quedarse a las puertas en la Copa del Rey y en la Eurocup. Gracias a aquellas derrotas, sobre todo a la de la Eurocup, hizo posible, como reconocía Pedro Martínez, que “hayamos ganado esta Liga porque eso nos sirvió para endurecernos y levantarnos de un mazazo que nos ha hecho más duros”. Al técnico, que todavía no ha renovado, seguro que no le faltarán novias este verano después de su gran temporada.

Bojan Dubljevic fue el MVP de la Final con una media de 13.5 puntos, 7.2 rebotes y 17.5 de valoración. Él fue designado el mejor, pero también lo podían haber sido Fernando San Emeterio, a un nivel espectacular en todas las eliminatorias; Pierre Oriola, Will Thomas, Antoine Diot, Romain Sato, Guillem Vives, Rafa Martínez, Joan Sastre o Luke Sikma. Todo un lujo de plantilla que ha funcionado como equipo para levantar un título histórico.

 

Por Víctor Escandón Prada
Entrenador superior de baloncesto. Periodista
Gabinete técnico JGBasket

Foto: ACB Photo

 

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