Una canasta de Llull –la única que anotó en todo el partido–, a falta de tres segundos, selló la remontada del Real Madrid y le sirvió para lograr su undécima Euroliga. Un triunfo histórico, milagroso, épico y todos los adjetivos que se quieran sumar a un equipo que hace tres semanas estaba desahuciado y que ha hecho de la necesidad virtud para conquistar el viejo continente.

En un deporte de equipo resulta complicado individualizar, pero este título no habría sido posible sin Chacho ni Tavares –un MVP compartido, como el de Stockton y Malone en el All Star de 1993, hubiese sido lo más justo–. Las lesiones en el juego interior madridista han obligado al pívot caboverdiano a superar los treinta minutos jugados por partido, consiguiendo unos números estratosféricos que le han valido para ser el mejor jugador de la Final Four. Por su parte, el base canario, clave en la remontada en el quinto partido contra Partizan y muy cuestionado durante la temporada, dio un paso al frente, no solo dando sentido al ataque blanco sino también en su versión más anotadora (15 puntos –8 en el último cuarto– y 9 asistencias).

Tras un inicio igualado, Olympiacos metió una marcha más y gracias a un inspirado Canaan –5/6 en triples y 21 puntos– consiguió abrir brecha en el marcador (24-12) y ponía en preaviso al Madrid. Chus Mateo decidió implantar la zona, que tanto hizo sufrir al Barça, y metió a Sergio Rodríguez a los mandos. Un 2+1 de Rudy y una canasta de Hezonja recortaban distancias y mejoraban las sensaciones blancas de cara al segundo cuarto.

El Madrid le dio la vuelta al choque con 10 puntos de Hezonja, que ha sacado su mejor versión en el cuatro debido a las ausencias de Deck, Cornelie y Yabusele. Los griegos, a pesar de tener tiros abiertos y, aparentemente, cómodos, bajaron sus porcentajes y solo la inspiración de un descomunal Vezenkov –29 puntos y 9 rebotes– y la aparición de Mckissic, les permitieron igual el duelo antes del descanso (45-45).

Sabedores de que aún quedaba mucho tiempo por delante y lo importante era no irse de la final, ambos equipos afrontaron el tercer cuarto contenidos y un poco agarrotados, lo que provocaba malas decisiones y desacierto en el tiro. Olympiacos afrontaba los últimos diez minutos con cuatro puntos de ventaja (63-59).  Mientras el Madrid seguía atascado en ataque, los de Bartzokas no aprovechaban los desajustes en la zona blanca para romper el partido, pero, a pesar de todo, los griegos, poco a poco, iban ampliando la ventaja, mientras los de Mateo se aferraban a la vida gracias a los triples de Causeur, que siempre aparece en las grandes citas.

Los nervios atenazaron a los finalistas que estuvieron, mediado el último cuarto, casi tres minutos sin anotar. El partido llegaba a su punto álgido y el Madrid afrontaba los dos últimos minutos cuatro puntos abajo (78-74). Vezenkov, a falta de un minuto, tuvo el triple para consagrarse y llevar a la gloria a su equipo, pero falló. En el siguiente ataque, Chacho acertó desde la línea de tres, colocando a los suyos a un punto. Olympiacos desaprovecho su ataque y cometió falta rápida para impedir que el Madrid anotase. Chus Mateo pidió tiempo muerto y la pizarra blanca funcionó a la perfección para que anotase Llull. Quedaban tres segundos y Sloukas, muy discreto durante todo el duelo, falló su lanzamiento. El Madrid celebró por todo lo grande una Euroliga que, durante muchos momentos, tuvo perdida.

Semifinales

Olympiacos, 76–Mónaco, 62

Barça, 66–Real Madrid, 78

Tercer y cuarto puesto

Mónaco, 78 –Barça, 66

Final

Olympiacos, 78–Real Madrid, 79

 

Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete técnico JGBasket

Foto: Euroleague

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