El Real Madrid, de Pablo Laso, conquistó su 35ª Liga después de vencer en el cuarto partido en el Palau y superar a los azulgranas por 3-1 en el global de la final. El técnico vitoriano ha sumado su quinta ACB, cuando volvía a estar cuestionado después de una temporada en la que su equipo solo había sumado la Supercopa. El entrenador madridista, cada cierto tiempo, tiene que reivindicarse en su puesto ante las críticas que le han perseguido desde su fichaje. Y así van ya ocho años y diecisiete títulos.

Otro que se ha reivindicado y de qué manera, ha sido Campazzo. El base argentino –MVP de la final–, que promedió 14 puntos y 19,2 de valoración en la serie, fue mirado con lupa desde el principio de temporada. Tras la marcha de Doncic parecía que su sustituto no daba el nivel para un equipo como el Madrid, pero ha sido el gran líder del equipo, dando un paso al frente en ataque durante la baja de Llull por lesión y dejando claro que los rumores sobre la posible llegada de un base estrella de cara a la próxima temporada no le afectan.  

La final se decidió en un cuarto partido en el que los de Laso supieron frenar a Heurtel y dominar con claridad el rebote –46, 18 de ellos ofensivos, frente a los 30 del Barça–. No fue un partido muy vistoso, pero lo importante era la victoria y el Madrid puso todo de su parte desde el primer minuto. Esta vez no hubo remontada final y los blancos con un Campazzo estelar (15 puntos, 9 rebotes y 6 asistencias) celebraron su cuarto título de Liga en cinco años.

Los dos equipos más en forma de la ACB

A la final de la ACB habían llegado los dos equipos más en forma, superando con claridad sus eliminatorias previas. Pesic, desde su regreso al banquillo, le tenía tomada la medida a los blancos. Una motivación extra para un equipo que no se cansa de ganar. Así salieron al primer choque, con una marcha más que un Barça que se veía desbordado y al que solo el rebote ofensivo le daba alguna opción, pero no fue suficiente y el Madrid se impuso con claridad, sumando el primer punto.

Estaba claro que los azulgranas, si querían tener alguna opción, tenían que cambiar el guion del duelo anterior. Y, por supuesto, lo hicieron. Endureciendo el juego, con una defensa mucho más intensa y cerrando las vías de anotación de los madridistas. El Barça había logrado su objetivo y el partido se jugaba al ritmo que quería Heurtel –30 puntos–, lo que le permitía llegar al final visualizando el 1-1. Pero sucedió una de esas remontadas que solo se pueden ver en el baloncesto y que a muchos les recordó a aquella que les dio el título de Liga ante el Baskonia, con Herreros de ejecutor. A falta de treinta segundos, los de Pesic vencían por cinco (72-77) y tenían posesión. Un triple de Carroll, a falta de dos segundos, le daba la vuelta al marcador y ponía el 2-0 en la eliminatoria, sin que los jugadores del Barça acabasen de entender lo que había sucedido. Y lo que sucedió fue que su defensa perdió la identidad que les había llevado hasta allí, dejando que los de Laso anotasen, en ese tiempo, nueve puntos.

La final llegaba al Palau con los locales sin margen de error. La tensión atenazó a ambos equipos y solo Heurtel parecía seguir el camino del segundo choque. El base francés lideraba a su equipo y contrarrestaba el acierto de Thompkins, Rudy y Campazzo desde el triple. Los de Laso llegaban a los minutos finales con ventaja (71-77) y muy cerca de celebrar el título liguero, pero se atascaron en ataque y Thompkins falló el tiro ganador, dándole al Barça otra oportunidad.

 

Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete técnico JGBasket

Foto: ACB Photo / D. Grau

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