Hoy, día en que Arvydas Sabonis cumple 59 años, ahondamos en la figura del pívot lituano a través de los testimonios de unos de sus compañeros en el Real Madrid, José María Silva.
JOSÉ MARÍA SILVA era un escolta de 1,92 m formado en las categorías inferiores del Móstoles. Ángel Jareño, un referente de la cantera del Real Madrid, le echó el ojo y le invitó a formar parte de un colegio vinculado al conjunto blanco, el Nuestra Señora del Buen Consejo, donde José María sigue trabajando hoy en día. A comienzos de los noventa, Silva dio el salto al primer equipo del Real Madrid, alternándolo con el júnior y los equipos vinculados, como el Guadalajara y Canoe. Cuando llegó al primer equipo, José María era el
joven que subía desde la cantera y compartía entrenamientos, partidos, momentos y vestuario con las grandes estrellas, entre las que destacaba la figura de Arvydas Sabonis, el jugador que más impresionó al joven escolta.
Silva: “Lo primero que me impactó fue el gran respeto que le tenían los otros jugadores, y eso en el Real Madrid no era fácil porque había grandes jugadores, como Chechu, Antonio, etc. Nada más entrenar al vestuario notabas
que Sabonis era el más respetado de todos, y eso te impresionaba porque no era un vestuario en el que fuese normal que un recién llegado se ganase el respeto de todos. Otras grandes estrellas tenían a Sabonis como el referente, y nadie lo ponía en duda. Arlauckas estaba muy pujante en esos momentos y había otros grandes jugadores con mucho carácter, que además habían salido de la cantera y llevaban muchos años, como Ismael Santos, pero todos asumían que el referente era Arvydas Sabonis”.
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A nivel físico, Sabonis también era un jugador que impactaba por su estatura y corpulencia. Sin embargo, lo que más impresionó a José María Silva del físico del lituano fueron sus limitaciones: “Cuando llegó al Madrid tenía muchas limitaciones, jugaba con unos vendajes en el tobillo que parecían escayolas.
Recuerdo que durante los descansos de los partidos le tenían que quitar los vendajes y hacerle masajes para que, de alguna manera, pudiese recuperar el riego sanguíneo y sentir algo el pie. Sus tobillos estaban muy tocados, había sido operado del tendón de Aquiles. Era casi imposible para cualquier persona mover el pie con esos vendajes. Esas limitaciones le hacían tener sobrepeso porque no podía entrenar como el resto con la preparación física de Paco López, con la que te ponías como una bestia. Casi había que pasearle e intentar recuperarle para cada partido. Con tantas limitaciones era increíble cómo podía rendir a tan alto nivel. No era un jugador joven, ni un tipo atlético en ese momento, lo había sido anteriormente, y en cambio jugaba a un altísimo nivel con esas imitaciones, y eso demostraba que era un jugador tremendamente inteligente. Sus limitaciones le hubiesen hecho retirarse al 99% de los jugadores, pero él, gracias a su talento y a su gran motivación por intentar ganar cosas y seguir jugando al más alto nivel, pudo suplir esas carencias y ganar todo en Europa. Además, se fue a la NBA y rindió a un alto nivel en esa liga. Siempre te preguntas cuál hubiese sido su techo sin
lesiones”.
Otra de las cosas que José María Silva recuerda de Sabonis, era la mente privilegiada que tenía para entender el juego: “A veces se frustraba en los entrenamientos cuando tú cometías errores, pero no se frustraba en plan, eres el joven, eres un inepto, no, se frustraba porque cuando tienes una facilidad para detectar y comprender esas situaciones tácticas y a otra persona le cuesta más por su juventud, por su falta de bagaje técnico-táctico o por lo que sea, pues en principio no lo entendía. Realmente no lo hacía con mala intención, pero sí que había cierta frustración. Él lo veía muy claro y no comprendía cómo en algunas ocasiones podíamos cometerlos. Cuando entendías que no era nada personal hacia ti, que no era un enfado contigo, intentabas procesar esa información para mejorar como jugador. Es como si están cinco personas viendo un cartel desde muy lejos y solo él es capaz de tener la vista tan aguda para leer todas las letras, como cuando te ponen el cartel en el oculista, muy poca gente es capaz de leer la última línea, pero él sí. Es muy difícil cuando has nacido con ese talento entender cómo otras personas no son capaces de hacerlo. Era más frustración que enfado con sus compañeros. Yo no le he visto nunca malos gestos con sus compañeros, menosprecios o faltas de respeto con nosotros”.
El carácter de Arvydas Sabonis tampoco pasó desapercibido en el vestuario del Real Madrid. Silva: “No era la persona más abierta del mundo, bien porque su imagen tenía un impacto muy importante, bien porque a lo mejor era más tímido, no lo sé, pero sí que es verdad que tampoco era el tipo más extrovertido del mundo. No era como Joe Arlauckas, que era dicharachero, de hacer bromas, etc. Pero sí que es verdad que cuando soltaba una broma te impactaba porque tampoco era su primera opción, no se prodigaba. Era algo más reservado. Tenía su círculo más estrecho con Chechu y Kurtinaitis, pero eso no quiere decir que fuera huraño”.
Para José María Silva el pívot lituano era un jugador con un talento increíble.
Sin duda, sus genialidades en la cancha lo han convertido en uno de los mejores europeos de todos los tiempos. Además, los que compartieron vestuario con él tuvieron la suerte de flipar con otro tipo de genialidades,
aquellas con las que maravillaba a sus compañeros en los entrenamientos, como las que nos recuerda Silva: “Hacía un juego muy peculiar con Kurtinaitis cuando regresaba al Madrid después de estar un mes y medio de vacaciones.
Mientras se vestían todos los compañeros en el vestuario, recuerdo que hablaban en su idioma y creo que se apostaban algo. El juego consistía en tirar desde diferentes posiciones y ver quién era el primero que fallaba. La
secuencia de tiros era la siguiente: Tiro libre con la derecha, tiro libre con la izquierda, tiro de dos con la derecha, tiro de dos la izquierda, triple con la derecha, triple con la izquierda, tiro desde el medio campo, tiro desde el medio campo de gancho. Y el primer fallo que tenía Sabonis era en el primer o segundo gancho desde el medio campo, era increíble. Era capaz de meter dos o tres ganchos desde el medio campo después de estar sin entrenar todo ese tiempo. En estos duelos solía ganar Sabonis. Esto lo hacían esporádicamente después de un periodo largo de inactividad. Recuerdo que lo hicieron en dos o tres ocasiones. Eran competidores natos con gran talento. Para ellos era una competición más. Arvydas Sabonis era un jugador que nació con un talento innato para la práctica del baloncesto”.
Escrito por JAVIER BALMASEDA
MIGUEL ÁNGEL FORNIÉS nació en Badalona el 18 de septiembre de 1952.
Estudió en los Salesianos Badalona y en el Colegió Badalonés. Servicio Militar en Campo Soto, Cádiz.
Fotoperiodista de Devoción. Colaboró con Eco Badalonés, Todo Baloncesto. Desde 1981 con Nuevo Basket como fotógrafo. Primer fotoperiodista en viajar a ver y fotografiar partidos de la NBA en 1984. Europeo de 1973, cinco Mundiales Júnior (de 1983 a 1999). Quince meses trabajando, viviendo y jugando a baloncesto en Argelia (Sidi Bel Abbès).
Mundial de España 1986, Mundial de Argentina en 1990. JJOO de Barcelona 1992 como adjunto del jefe de prensa de baloncesto. Ha escrito dos libros, Crónica de un viaje alucinante (en 2009) y Memorias Vividas (en 2015).
Durante 19 temporadas (1996-2014) responsable de prensa del Club Joventut Badalona.