Este jueves da carpetazo final a una de las temporadas más cortas que se recuerdan en la NBA. Hay que recordar que la amenaza de Lockout hizo temer lo peor a los aficionados de todo el mundo, que aguardaban con esperanza la llegada de un nuevo convenio colectivo que garantizase la disputa de la mejor liga del mundo.
El 25 de Diciembre dio comienzo una frenética temporada con un calendario muy comprimido, cuyas consecuencias han sido un mayor número de jugadores lesionados, algunos de ellos de larga duración, y una falta de competitividad en ciertos momentos de la temporada. Muchos eran los alicientes de cara a la liga, la llegada de una nueva hornada de rookies, en la que tan sólo se vislumbra un gran futuro en Kyrie Irving, había curiosidad por comprobar la evolución de ciertos referentes de la liga (Durant, o Griffin entre otros), o el incesante baile antes del cierre de mercado de fichajes. Sin embargo, todos estos acontecimientos fueron superados por la irrupción de un jugador, hasta entonces marginal en la NBA, hablamos de Jeremy Lin, prototipo perfecto de historia que los ejecutivos de Marketing de la NBA supieron aprovechar, catapultando su popularidad hasta cotas inimaginables, siendo uno de los personajes de año para la prestigiosa revista Time. Pero vayamos por partes.
La carrera por el MVP nos ha dejado un duelo vibrante entre dos mega estrellas como son Lebron James, y Kevin Durant. El jugador de Miami ha demostrado su madurez dominando más sobre los aspectos fundamentales de este deporte, liderando a los Heat, y apareciendo en momentos claves de los partidos, cosa que hasta entonces se le echaba en cara. Por su parte Durant ha evolucionado hasta convertirse en una de las referencias absolutas de la NBA, guiando a su joven equipo hasta una más que meritoria segunda plaza en la conferencia Oeste, y siendo uno de los favoritos para alcanzar el anillo. Sin embargo en la cúspide de la liga hay jugadores cuya temporada se puede calificar de mediocre por el rendimiento mostrado, gente como Rose (lesiones), Nowitzki (físico), o Howard (pensando en posibles destinos), no han estado a la altura de lo esperado, y salvo el caso de Rose, tanto Dallas, como Orlando ha visto disminuido su rendimiento. En otro grupo habría que destacar a jugadores como Love (cuya brutal temporada en Minnesota casi le convierte en candidato a MVP), Westbrook (a pesar de su carácter), o la dupla de Spurs Parker-Duncan (conocedores que puede ser su última oportunidad), Aldridge (su salto de calidad debe ir acompañado por cambios estructurales en Blazers), Al Jefferson de los Utah Jazz, sin olvidar a un criticado Carmelo Anthony, cuyo pico de forma a estas alturas de la temporada puede dar alguna alegría a los sufridos seguidores del Madison. Mención aparte para James Harden, probablemente el mejor sexto hombre de la liga, y cuyo impacto en el juego de Oklahoma recuerda mucho al que tuvo Ginobili en sus primeros años en los Spurs.
Esta ha sido una temporada plagada de rumores, y es que grandes jugadores terminan contratos, y salen al mercado como agentes libres, nombres como los de Howard, o Deron Williams, y jugadores cuyos contratos elevados les convertían en perfectas monedas de cambio, como Gasol, Boozer, Joe Johnson, o el Big Three de Boston, han podido desencadenar traspasos que afectaban a varias franquicias, y que han tenido un punto y seguido, esperando al verano para decidir sus destinos. Destinos que sí han encontrado gente como Monta Ellis (Milwaukee Bucks), los ex Lakers Fisher, y Odom, éste último cortado por Dallas, Chandler, y JR Smith (Knicks), Boris Diaw, y Stephen Jackson (Spurs). Pero sin duda el nombre propio ha sido el de Chris Paul, cuyo traspaso vetado a Lakers se convirtió en motivo de conflicto entre franquicias, ¿su destino?, el de los vecinos Clippers, donde ha encontrado unos socios perfectos como DeAndre Jordan, y Blake Griffin, convirtiendo el juego de la franquicia angelina en uno de los más vistosos de la liga.
Para finalizar este primer repaso a lo que nos ha deparado la NBA, hay que hablar de la actuación del nutrido grupo de jugadores españoles. Con dos nombres por encima del resto, los de Pau Gasol, y Ricky Rubio. El pivot de los Lakers ha realizado una temporada más que brillante, y es que no debe ser fácil mantener la concentración, y la ilusión en el juego cuando desde el primer día eres carne de traspaso, cuando muy poca gente de tu franquicia quiere que sigas en el equipo. Estabilizado los continuos rumores, y cerrado el plazo de fichajes (otra cosa será este verano), es cierto que el rendimiento personal de Gasol se ha visto mermado, gran parte de culpa tiene el nuevo entrenador, Mike Brown, cuya filosofía de entender el baloncesto difiere de las cualidades del propio Pau. Su participación en el juego, y lanzamientos ha disminuido, y la gran labor en la distribución de balón también se ha visto afectada. Aún así, conforma junto a Bynum la pareja de interiores con mayor capacidad de juego de la NBA. Por su parte, tras sus dos últimos años mediocres en Barcelona, Ricky era la esperanza sobre la que se depositaba gran parte de las ilusiones de una franquicia deseosa de volver a recuperar sensaciones de equipo importante. El lugar, y el entrenador eran perfectos, y el efecto Ricky no tardó en aparecer. Pieza clave en los esquemas del equipo, la conexión con Love, y su capacidad para involucrar en el juego colectivo a sus compañeros mantuvo intactas las ilusiones por alcanzar los playoff, sin embargo la rotura de los ligamentos de la rodilla supusieron el final de la temporada, y de los JJOO para el base, cuya aspiración por ser Rookie del año había bajado por su irregular rendimiento tras el All Star. Su temporada habla por sí sola en el momento que analizamos el bajón de los Wolves tras su lesión.
Marc Gasol se confirma como uno de los grandes centers de la liga, un gran contrato, merecido, y su primera aparición en un All Star hablan claro de las dimensiones que su figura tiene en la NBA. Referencia, y líder de los Grizzlies, aspiran a dar un paso más en playoff, olvidando el mal sabor de boca con el que se despidieron la temporada pasada. Calderón volvió a recuperar el rol de líder, y capitán en pista de los Raptors que años atrás se ganó. Sus números han vuelto a dar alegrías a los sufridos aficionados de Toronto, que llevan demasiados años sin presenciar una fase final, su contrato elevado también le señala como un objetivo de mercado para muchas franquicias que deseen dar un salto, aunque para su entrenador Dwayne Casey no hay dudas, intransferible. Rudy Fernández ha encontrado en Denver la libertad necesaria que George Karl le da para desplegar su potencial, sin embargo la alta competencia en su posición, y las altas pretensiones de contrato respecto a su participación en la rotación del equipo nos puede dar a entender que su tiempo en la NBA ha llegado a su fin. Para terminar, Serge Ibaka se ha convertido en el nuevo intimidador de la liga, líder en el apartado de tapones, su trabajo sucio bajo los tableros lo convierten en pieza fundamental para el éxito de Oklahoma.
En el siguiente artículo analizaremos los cruces, y emparejamientos que nos ha deparado esta primera ronda de playoff.
Por Alex Senra del Cerro
Analista NBA para JGBasket