Se idolatra y se habla mucho de la intensidad defensiva. A todos los entrenadores nos gusta que digan que nuestros equipos son intensos en defensa, pero cada vez cuesta más conseguirlo en categorías de formación, aunque si somos capaces de lograrlo, vamos a tener mucho ganado, sobre todo, de cara al futuro.
Hay que tener claro que lograr una consistencia defensiva en la que el balón y las primeras líneas de pase estén presionadas lleva su tiempo y, por supuesto, muchas horas de entrenamiento. La clave de la defensa está en la suma de todos, porque no hay que confundir un buen trabajo defensivo con lo que vemos, por ejemplo, en benjamines con un jugador muy activo y más espabilado que el resto que va a defender a todos los que reciben balón y acaba recuperándolo. A la larga eso es contraproducente tanto para él como para sus compañeros.
En el lado opuesto están los equipos cuyos cinco jugadores van todos a por el balón. En muchos casos, lo acabarán recuperando, pero en cuanto vayan subiendo de categoría, si no lo corrigen, con que el jugador con balón levante la cabeza tendrá a cuatro compañeros solos. Puede parecer, en ambos casos, que la defensa es buena porque recupera balones, pero no es la realidad, aunque es cierto que, puestos a escoger, es preferible que los defensores tengan ambición por ir al balón que una pasividad total y se queden mirando cómo pasa el balón a su lado. Lógicamente, en los primeros años, esa energía va unida al carácter de cada niño. Eso es muy difícil de cambiar, pero podemos conseguir que tenga unas pautas básicas para, por lo menos, dificultar el ataque.
En este artículo, nos centraremos en el jugador que defiende al balón. Tenemos que conseguir que lo ataque, que si se lo enseñan que vaya a por él. Como entrenadores tenemos que tener claro que cuanto más exijan nuestros jugadores a sus compañeros más van a progresar. ¿Qué quiere decir? Pues que si un jugador no sabe botar bien y comete errores como botar con el brazo estirado delante del cuerpo y su defensor, en un ejercicio de 1c1, nunca se lo roba, va a pensar que lo hace bien y no se va a esforzar por corregirlo, pero cuando lleguen los partidos y se enfrente a alguien que sí se lo quité, llegará la frustración y no entenderá porque lo pierde si en los entrenamientos nunca se lo quitan.
Está muy bien trabajar situaciones de manejo de balón en 1c0, pero tenemos que tratar de que luego lo pongan en práctica en ejercicios de 1c1 porque ahí será donde se vea el nivel que tienen y se podrá equiparar a situaciones más reales de partido. Es nuestro trabajo como entrenadores hacer parejas en los ejercicios que estén compensadas, pero a veces resulta muy complicado y más, si hay mucha diferencia de nivel entre los jugadores, ya que para ambos va a ser frustrante, aunque al de menos nivel le pueda venir bien para tener que esforzarse más y hacer cosas distintas para tratar de superar a su compañero.
En cuanto a la defensa del 1c1, hay que darles unas pautas claras y sencillas, que más adelante podemos ir puliendo y detallando y que van más allá de la posición corporal. La principal es que tienen que estar colocados entre su atacante y la canasta. Parece obvio, pero algunas veces se confunde el mensaje y se les dice a los jugadores que se pongan delante del balón y si el atacante está de espaldas, el defensor va a buscar el balón, dejándole el camino libre a la canasta.
A continuación, recordar lo que antes señalábamos, el defensor tiene que atacar el balón cuando se lo enseñan, no puede quedarse quieto y menos retroceder cuando el atacante va hacia delante. Si conseguimos que el atacante se sienta presionado y tenga que estar pendiente del bote y de su defensor, reduciremos las opciones de que encuentre pases fáciles y vea las posibles ventajas. No se trata de ir continuamente a robar el balón sino de dificultar el trabajo de bote y provocar errores.
Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete técnico JGBasket
Publicado el 18 Diciciembre 2021 a las 23:08
Revisado el 26 Diciembre 2021
