El escolta de Wyoming ha vuelto a demostrar que se trata de un tirador infalible. De esos capaces de romper un partido en un abrir y cerrar de ojos sin que el rictus de su cara de adolescente cambie un ápice. Ante el Barça dio un recital cuando más lo necesitaba su equipo, perdía 68-71, a falta de de ocho minutos, y con 19 puntos finiquitó el choque para llevar el éxtasis a la grada.

No es la primera vez que tiene un día inspirado en el que nada ni nadie puede pararle. Ante el CAI, hace tres años, estableció su récord anotador en ACB (36 puntos) y, sin ir más lejos, esta temporada ante el Nizhny, en la primera fase de la Euroliga, fue capaz de sumar 32 puntos (7/9 en triples) en 21 minutos. Pero, ¿qué hay detrás de un tirador así? La palabra mágica es trabajo.

Cuando Juan Trapero, preparador físico del Real Madrid de baloncesto, acudió al Campus JGBasket, los asistentes siempre curiosos le preguntaron quién era el jugador del equipo blanco que más le había sorprendido físicamente. Para asombro de muchos, la respuesta fue Carroll. Los jugadores, la mayoría muy jóvenes, no veían en Jaycee el prototipo de jugador físico, al estilo LeBron James.

Para un jugador de sus características es fundamental la “fuerza explosiva y tener muy ejercitado el core” –área que engloba toda la región abdominal y parte baja de la espalda–. Esto le permite poder realizar los tiros tras bloqueo con tanta rapidez, ya que es capaz de orientar su cuerpo a canasta inmediatamente. Lo que demuestra que el aspecto físico juega un papel fundamental en los tiradores. Así se explica que Ray Allen, a pesar de sus 39 años, fuese un jugador letal desde la línea de tres puntos en la NBA, gracias, aunque hubiese perdido velocidad, a tener un cuerpo fibroso y marcado.

Lógicamente no todo es el físico, hay que tener talento y entrenar. El propio Carroll reconocía que en su carrera ha sido básica “la rutina diaria”. Es consciente que lo que se hace de joven, queda para siempre. Por eso, cuando estaba en la Universidad de Utah State –máximo anotador de su historia con 2.473 puntos en cuatro años– cogió la costumbre de quedarse a lanzar después de cada entrenamiento, incluso un verano llegó a lanzar 60.000 triples para practicar. Una auténtica locura.

Eso sí, para aquellos que quieran imitarle, que sepan que tienen que tirar creando situaciones reales de juego, ya que hacerlo sin ningún tipo de tensión y con lentitud no reflejan las condiciones que se pueden dar en un partido. Por eso, Carroll sigue con su rutina y después de cada entrenamiento con el Real Madrid se queda a practicar sus tiros tras bloqueo, suspensiones en transición, cortes por línea de fondo o esas penetraciones que acaba al más puro estilo Navarro. Con todo ese trabajo detrás es más fácil tener confianza en que los tiros van a entrar.

 

Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete comunicación JGBasket

Foto: ACB Photo / Á. Martínez

 

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