No podemos exigir a nuestros jugadores aquello que no hemos entrenado. Parece obvio, pero es una máxima que muchas veces no cumplimos. Cuántas veces hemos insistido a nuestros jugadores durante un partido que bloqueen el rebote, pero ¿lo hemos trabajado lo suficiente? Si queremos que nuestros jugadores aprendan a cerrar el rebote, tendremos que entrenarlo.
Lo primero que hay que hacer es concienciar a los jugadores de que todos tienen que bloquear el rebote y que es un trabajo de equipo. En muchas ocasiones, sólo los pívots lo hacen y, al final, son los exteriores los que acaban capturando el rebote ofensivo porque sus defensores no están habituados a cerrarlo.
Para cerrar el rebote hay que saber que hay un lanzamiento y, por tanto, en caso de fallo, habrá rebote. Si tenemos en cuenta que nuestros jugadores a la hora de defender se supone que tienen que estar pendientes de su atacante y del balón, no hace falta que se avise del tiro, pero cuando son más pequeños sabemos que suelen estar pendientes sólo del jugador al que defienden. Por eso, es necesario que el defensor del lanzador avise al resto gritando “tiro”.
Ahí llega el momento importante de nuestro trabajo. Tenemos que hacer ver a los jugadores que todos tienen una responsabilidad individual a la hora de cerrar el rebote. Esto es más evidente cuando nuestra defensa es individual, pero cuesta más cuando estamos realizando una defensa zonal. A partir de aquí y teniendo claro a quién tienen que impedir coger el rebote, empieza el trabajo técnico.
Es importante insistirles en que no vayan directamente a por el balón, que busquen a su atacante, evitando que les gane la posición. Para ello, tendrán que, inicialmente, fijarlo con el antebrazo y situar su cuerpo entre él y el balón, flexionándose y girándose para tener su espalda en contacto con el atacante, frenándole así en su intención de ir a por el balón. Es esencial que exista el contacto, ya que si no lo hay, al darle la espalda, puede ir con facilidad a por el balón sin que se den cuenta y ganarles la posición.
Una vez frenado el atacante, el defensor debe observar dónde está el balón. Es esencial que si el balón está por el aire y va hacia su posición, les acostumbremos a levantar los brazos y atacarlo para capturarlo. Una vez hecho el trabajo, deben pivotar y buscar el primer pase abierto. A mí, personalmente, no me gusta que el jugador que ha capturado el balón salga botando, ya que si lo ha hecho en el centro de la zona hay mucho tráfico de jugadores y puede tener dificultades para salir.
Capturar el rebote defensivo genera muchísimas ventajas. No sólo que el rival pueda realizar sólo un tiro y evitar segundas opciones en posiciones cercanas al aro, sino que también nos permite tener la oportunidad de salir al contraataque. Además, sin quererlo, vamos presionando a los rivales y minando su confianza, ya que saben que tienen que anotar sus lanzamientos porque no tendrán más que una oportunidad.
Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete comunicación JGBasket
ACB Photo/Albert Martín
Publicada el: 25 Abr de 2015