Un artículo de Javier Balmaseda | Foto portada Miguel Ángel Forniés
El 21 de diciembre de 1991 Clarence Kea consiguió un récord histórico de la ACB que todavía sigue vigente en la actualidad. Aquel día, el pívot norteamericano cogió 29 rebotes frente al Breogán, una marca que será muy difícil de batir. Para conocer mejor al hombre récord del Juver hablamos con Felipe Coello, su entrenador en Murcia, y Julio Torres, compañero de equipo.
Clarence Kea (65 años, Wilmington, Carolina del Norte, Estados Unidos), era un pívot de 2,00 m, según las estadísticas oficiales, que vino a España de la mano del Juver Murcia en la temporada 91/92. Aunque apenas permaneció dos temporadas en la ACB (Juver Murcia 91/92 y Coren Ourense 92/93), Kea forma ya parte de la historia de esta competición, pues ostenta el récord de rebotes conseguido en un partido.
Felipe Coello
Bueno, con 2,00 m, por medirlo con cariño porque yo creo que medía 1,96 o 1,97 m siendo muy generosos con él. Lo que pasa es que era un tío muy voluminoso, tenía un cuerpo casi tan ancho como alto, conocía muy bien el juego, había jugado a buenísimo nivel antes de venir a Murcia, había jugado en los mejores equipos de Europa y era un tío que tenía mucho instinto para el rebote, aparte de que utilizaba muy bien su cuerpo y los brazos, se colocaba muy bien… Muchas veces a los pívots más grandes que él no los dejaba saltar al lado suyo, ya que colocaba bien los brazos cerca de los hombros de su rival para dificultarle el salto. Era muy listo… para saber hacer esto sin que te señalen falta hay que ser muy listo.
No era un jugador que entrenase mucho, ya empezaban sus años de ir pensando en la retirada, pero era un jugador que tenía siempre muchas ganas de jugar para ganar. Tuvo buenos compañeros en aquella época por dentro. Él jugaba de 5, a veces con Julio Torres y a veces con Ralph McPherson de 4, y siempre tenía muchos espacios para jugar. Él no jugaba demasiadas cosas de espaldas al aro, jugaba muchas cosas de frente al aro, y hacía mucho daño jugando de frente desde el tiro el libre o jugando desde los fondos. Terminaba muy bien, tenía mucho tacto para tirar, para hacer tiros cortos, y luego entendía muy bien el juego, sabía muy bien jugar al baloncesto. Era un jugador que sabía mucho en aquella época.
Era muy buen tío, muy entrenable para lo que había jugado, lo que había ganado y el nivel que tenía en Europa. Era buen compañero, ayudaba a todo el mundo. Iba a todos los entrenamientos, aunque no entrenase, aunque entrenase poco o aunque entrenase a medio ritmo, pero era de los tíos que siempre estaba al lado del equipo para todo.
Recuerdo que durante un entrenamiento, un par de días antes del partido con Lugo, a pocos días de las Navidades, estábamos viendo cómo íbamos a organizar las vacaciones de Navidad porque teníamos muchos partidos seguidos por esas fechas, y cuando terminó el entrenamiento, todavía en la cancha, Clarence me preguntó: “¿Qué idea tienes para las fechas de Navidad?”. Le expliqué que era muy difícil que los americanos pudiesen viajar a Estados Unidos porque no había tiempo material, y entonces se apostó conmigo que si hacía un partidazo y ganábamos, que era lo más importante, le daba algún día más de vacaciones. Y bueno, lo cumplió a rajatabla y tuvo algún día más de vacaciones que el resto. Él y Ralph McPherson, que era el otro americano del equipo, pudieron volver a Estados Unidos en Navidad y estar de vuelta para el siguiente partido en casa, que jugábamos contra Gran Canaria, que por cierto, lo ganamos también.
Julio Torres
Conozco esa apuesta… que si ganábamos el partido le daban más vacaciones. Y Clarence le dijo a la administración del club: “¡Saca los billetes!”. Tenía mucha confianza en que íbamos a ganar y en sus posibilidades… Yo creo que al final sacaron los billetes con tiempo y ganamos, y Felipe le dejó más días libres para ir a Estados Unidos. Era un tío peculiar, un tío majísimo, súper integrado con todos. Ese año fue muy bueno. Teníamos un buen equipo.
Clarence era un tipo encantador, como profesional había sido campeón de Europa derrotando al Barcelona. Fue un jugador que nos dio muchísimo, jugar a su lado era una gozada, era un jugador nada egoísta, buen pasador, buen reboteador y muy buen defensor. Yo creo que hicimos una buena pareja de interiores en ese año. Fue un año muy bueno para mí, ya que fui internacional y casi entramos en Europa.
Clarence decía que medía 2,01 m, pero yo creo que no llegaba a los 2,00 m. Pesaría 145 kg de puro músculo, saltaba muy poco, pero metía el culo, ese que tenía, y ganaba muy bien la posición. Tenía físico de jugador de fútbol americano, era impresionante. Era un tío muy listo jugando y muy buen profesional, también muy buena persona. Tengo un recuerdo muy bueno de él. Luego él se fue a Orense y nos vimos alguna vez más, venía y te saludaba con una sonrisa. Cuando venía a jugar a Murcia saludaba a los niños… Todo lo que tenía de perro jugando, pero no para lesionar a nadie, eso sí, duro, pero noble, luego fuera del campo era un trozo de pan.
Un artículo de Javier Balmaseda
Colaborador JGBasket
Fotos Miguel Ángel Forniés.
MIGUEL ÁNGEL FORNIÉS nació en Badalona el 18 de septiembre de 1952. Estudió en los Salesianos Badalona y en el Colegió Badalonés. Servicio Militar en Campo Soto, Cádiz.
Fotoperiodista de Devoción. Colaboró con Eco Badalonés, 5Todo Baloncesto. Desde 1981 con Nuevo Basket como fotógrafo. Primer fotoperiodista en viajar a ver y fotografiar partidos de la NBA en 1984. Europeo de 1973, cinco Mundiales Júnior (de 1983 a 1999). Quince meses trabajando, viviendo y jugando a baloncesto en Argelia (Sidi Bel Abbès).
Mundial de España 1986, Mundial de Argentina en 1990. JJOO de Barcelona 1992 como adjunto del jefe de prensa de baloncesto. Ha escrito dos libros, Crónica de un viaje alucinante (en 2009) y Memorias Vividas (en 2015). Durante 19 temporadas (1996-2014) responsable de prensa del Club Joventut Badalona.