Los entrenadores queremos que nuestros equipos dominen el ritmo de partido, pero muchas veces no es posible y el rival es el que consigue llevarnos a su terreno. Entramos en una lucha encarnizada por hacernos con el control del encuentro y para ello existen una serie de elementos que podemos emplear durante el partido para tratar de cambiar el ritmo y conseguir el que más nos convenga.
La primera de las opciones para intentar voltear el ritmo del encuentro es alternar las defensas. Si nos conviene retrasar el juego del rival, tenemos que ir poniéndole trabas con nuestra defensa, variar de una individual a una zona, presionar todo el campo para que les queden menos segundos para atacar. Son muchas las variantes, pero la idea es clara, el equipo rival tiene que trabajar cada ataque y pensar qué está atacando, ya que si siempre atacan lo mismo, se acaban adaptando y eso facilita que puedan jugar a sus anchas.
El ritmo de juego suele marcarlo el base, por lo que castigarle también nos puede ayudar a dominar el ritmo. Presionarle todo el campo o jugar continuos bloqueos directos con él en defensa pueden desgastarle y hacer que no pueda dirigir a su equipo como debiera. Impedir que suba el balón y obligar a que lo hagan otros compañeros, nos facilitará que no pueda imprimir el ritmo que quiera.
También se puede controlar el partido, rebajando el ritmo anotador del otro equipo, cansando a su referente ofensivo en defensa. Un claro ejemplo es lo que hacían muchos equipos cuando jugaban frente al Barça de Navarro, castigaban al escolta azulgrana con carretones por línea de fondo o bloqueos indirectos que le obligaban a exigirse más en defensa para restarle acierto en ataque.
Otra opción para que el rival no juegue como le gusta, es interrumpiendo, continuamente, el partido con faltas, no dejando al equipo contrario desarrollar su juego, cortándoles el ritmo y obligándoles a ir a línea de personal. No es un recurso para realizar durante todo el encuentro, pero, en momentos puntuales, puede parar una situación de desventaja, aunque esta situación, cada vez, es más perseguida por el arbitraje, siendo señalizada como falta antideportiva. También hay entrenadores que buscan provocar que los árbitros les señalen una técnica para tratar de influir en el juego, cambiando la dinámica.
Pero no sólo se trata de reducir el ritmo de juego. El Limoges de Maljkovic, campeón de Europa, jugaba a un ritmo muy lento de posesiones largas, que contagiaba al rival. Contra estos equipos, puede parecer más complicado tratar de dominar el ritmo, pero hay que tratar de dar al encuentro un par de velocidades más, podemos empezar por presionarles todo el campo, intentando que se aceleren. También es bueno jugar ataques rápidos que les obliguen a llevar un ritmo anotador más alto, pudiendo provocar imprecisiones en su juego.
Por Víctor Escandón Prada
Entrenador superior baloncesto y periodista especialista en baloncesto
Gabinete técnico JGBasket
Imagen: Gabriel Alemany. JGBasket
Publicada el: 28 diciembre 2013 10:59 am
Revisada 2 de Marzo 2020
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Estoy bastante de acuerdo con lo que has dicho, pero creo que aunque no es ortodoxo, también habría que añadir las faltas técnicas, ya que hacen que cambien el partido estrepitosamente, no??
Buen blog por cierto!!
Muchas gracias. Es cierto que las faltas técnicas pueden cambiar la dinámica del partido, pero creemos que cada vez menos. Además, para ello hay que buscarlas intencionadamente y no ser consecuencia del juego.