Como entrenadores, uno de los momentos más difíciles y complicados que nos toca vivir son las lesiones. Lógicamente las hay de diferente gravedad, pero, en todas las situaciones, tenemos que mantener la calma para evitar poner más nervioso al jugador lesionado o al resto de compañeros. Suceda lo que suceda no podemos generar más tensión.

En la mayoría de los casos, nos encontramos con lesiones menores, que van desde caídas o rasponazos a esguinces de tobillo o dedos, pasando por algún que otro choque. En caso de que la situación sea más grave –fractura, golpe en la cabeza, desmayo…– es importante hacer una valoración rápida y llamar a emergencias (112), siguiendo los pasos que nos indiquen hasta su llegada. Si necesitamos ayuda, es recomendable que sea un jugador el que vaya a avisar a alguien, principalmente para no dejar sola a la persona herida.

Nos vamos a centrar en las lesiones o golpes menores que pueden pasar en cualquier entrenamiento. A todos nos ha pasado que, cuando estamos entrenando a niños pequeños, nos llega alguno diciendo que le han dado un balonazo, se chocó o se ha caído. Algunos reaccionan sin darle mayor importancia, pero son muchos los que se ponen a llorar. En ese momento, lo más importante es tranquilizarles, ver lo que tienen y actuar en consecuencia. Muchas veces no es nada y, simplemente, se han asustado, pero si vemos que se les está hinchando la zona, podemos aplicar hielo o si en la caída, se han raspado, podemos desinfectar la zona antes de que descansen un poco para, sobre todo, tranquilizarse.

Hay que ser conscientes de que los niños pequeños están en fase de crecimiento de sus músculos y articulaciones y una lesión grave a una edad puede condicionarles de cara al futuro. Por eso, antes unas molestias continuadas o una lesión recurrente, tenemos que hacerle un seguimiento y hablarlo con la familia, porque aunque se diga que “los niños son de goma” porque sean más elásticos, eso no implica que no puedan tener lesiones de cierta gravedad.

Las caídas son bastante habituales cuando son pequeños debido a que no son muy coordinados y en esos desequilibrios se puede producir una torcedura de tobillo. En esos casos, lo más recomendable es tumbar al jugador en el suelo y elevar el pie lesionado y apoyarlo sobre una superficie estable para que mejore la circulación mientras se le aplica hielo antes de que vaya al médico. Lo que no debemos hacer nunca es tratar una lesión si no tenemos los conocimientos necesarios. Alguna vez he visto a un entrenador que, tras hacerse un jugador un esguince en un dedo, tira de él para tratar de colocarlo, pero eso puede provocar una lesión más grave.

Aunque hay lesiones inevitables derivadas del juego, hay otras que son bastante evitables. En primer lugar, para evitar lesiones musculares tenemos que adaptar la intensidad de los ejercicios a la edad de nuestros jugadores, no podemos realizar la misma sesión en benjamines que en juveniles. También es fundamental entrenar en un entorno seguro, en el que las canastas tengan protecciones y no haya material suelto por la pista o cerca de ella con el que se puedan tropezar. Hay que conseguir desde pequeños que cuando dejen el balón para hacer un ejercicio, si no tienen una bolsa o un carro, lo coloquen en un sitio seguro donde no vuelva a entrar en la pista. Si, por ejemplo, les mandamos después de un ejercicio que hagan diez saltos, los balones tienen que tenerlos cogidos, no los pueden dejar sueltos, ya que algún jugador puede pisarlo y lesionarse.

Por último, tenemos que crear en los jugadores una serie de hábitos que puedan evitarles lesiones innecesarias, empezando por lo más sencillo, que aten bien los cordones. Parece una tontería, pero cada vez son más los jugadores que llevan las zapatillas mal abrochadas, sobre todo, muy flojas y eso genera una inestabilidad en el pie que puede provocar, con mayor facilidad, un esguince. Otro aspecto básico a trabajar desde que empiezan a jugar es hacerles ver la necesidad de realizar un buen calentamiento y la importancia de los estiramientos. Cuanto más hagan los jugadores por prevenir las lesiones, más posibilidades tendrán de no tener que perderse partidos y entrenamientos.

 

Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete técnico JGBasket

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