Por Javier Balmaseda | Foto portada M. A. Forniés
Hoy, día en que Epi cumple 65 años, comenzamos este serial de tres capítulos para ahondar en la figura de un jugador que se ha convertido en leyenda del baloncesto español. Para empezar, hablamos con Roger Esteller, amigo y compañero de Epi en el Barcelona.
Juan Antonio San Epifanio ‘Epi’ nació en Zaragoza el 12 de junio de 1959 y fue un deportista que, además de enganchar a toda una generación de españoles en la década de los ochenta y noventa, todavía hoy sigue siendo alguien con un magnetismo especial. Por este motivo no es de extrañar que, a pesar de que han pasado ya casi 30 años desde su retirada de las canchas de baloncesto, sean muchos los que siguen recordando detalles junto a él. Este es el caso de Roger Esteller, que fue compañero de Epi en el Barcelona a comienzos de los noventa y que tiene grabados a fuego muchos momentos con el que era su ídolo cuando era niño.
ROGER ESTELLER
¿Qué relación tienes ahora con él?
A Epi lo veo muchísimo, es uno de mis mejores amigos, nos vemos mucho. Tenemos un amigo en común, que es Loquillo. Hace poco estuvimos en la boda de Loquillo. Yo con Epi me voy a comer, nos vamos por ahí… o sea, que tengo muy buen rollo con él.
¿Qué recuerdas de Epi como jugador de baloncesto?
Yo tengo muy buen recuerdo de aquella época porque Epi era mi ídolo de pequeño, y eso que me jugaba el puesto con él. Cuando yo subo al primer equipo yo era el suplente, y claro, jugarte el puesto con tu ídolo es un poco… es difícil de asimilar para un chico de 17 o 18 años. Pero él se portó muy bien conmigo, se quedaba conmigo a tirar después de los entrenos, me daba muchos consejos, me metía muchas hostias, las cosas como son (risas), porque era un tío muy duro. Me enseñó muchísimo, muchísimo, las salidas de bloqueo indirecto, los trucos… sobre todo, más que me lo explicara él, lo que me hacía él a mí, me mataba, pero después yo apliqué todo eso.
Claro, porque tú lo defendías diariamente en los entrenamientos.
Claro, en los entrenamientos lo defendía, y era la hostia el tío, era muy bueno. Bueno, era Epi, coño, Súper Epi. Fue como una master class el poder estar con alguien que te está enseñando todo su arsenal todos los días. La verdad es que me fue muy bien, me aconsejaba muchísimo, se portó muy bien conmigo, muy muy bien. Yo tengo un recuerdo extraordinario de él y, en general, todos los júniors. También tengo un buen recuerdo de la gran mayoría de los jugadores de aquella época… yo coincidí con Audie Norris, que es maravilloso, con Nacho Solozábal también, Andrés Jiménez, Xavi Crespo, Juanito De la Cruz… tengo una relación excelente con todos ellos, con todos, porque se portaron muy bien, no solo conmigo, sino con todos los júniors. Fueron maravillosos, fue una enseñanza de vida, y también nos metían nuestras broncas y era normal, pero siempre desde un punto de vista positivo. A veces, cuando hablaba con otros jugadores de nuestra edad, del Joventut, del Madrid, de otros equipos, me decían: “Hostia, nos están puteando mucho los senior”, no voy decir nombres ni casos, pero sí que ocurría, y en nuestro caso, en el Barça, la verdad es que los súper cracks se portaron maravillosamente bien con nosotros. No nos dejaban pagar nunca nada, nunca, de hecho yo voy con Epi aún a cenar, y no me deja pagar nunca, es curioso. Nunca me deja pagar. Y yo: “Déjame”. Y él: “Que no vas a pagar”. Y no me deja pagar.
Te sigue viendo como el júnior que subía al primer equipo del Barça
Totalmente, totalmente, y yo ya tengo 51, voy a cumplir 52 años, y tengo dos niños ya de 24 y 21 (risas), no soy abuelo, pero la verdad no ha dejado eso, y para mí es un recuerdo maravilloso de él. Epi es una persona que te va a defender siempre, es alguien que es igual de cara que de espaldas, no tiene ningún tipo de segunda cara, y eso es muy importante, es alguien en quien puedes confiar, y que cuando estás mal te ayuda. Yo me acuerdo que cuando tuve un momento complicado de mi vida, con mi divorcio, me llamaba, no te diré todos los días, pero prácticamente. Cuando realmente estás mal es cuando te llama: “¿Cómo estás, Roger? Venga, va. Vamos a comer, vamos a…”. Se portó súper bien, tengo una excelente relación con él. Tengo muchísima suerte porque los dos pósteres que tenía en mi habitación, que eran los de Epi y el de Loquillo, han acabado siendo dos de mis mejores amigos. Soy muy afortunado, y esto no lo puede decir cualquiera.
¿Cómo era Epi en el día a día de los entrenamientos? ¿Entrenaba mucho el tiro?
Llegaba el primero y se iba el último. Más que entrenar el tiro en nuestra época, que yo creo que lo tenía muy mecanizado y sabía lo que tenía que hacer, pero sobre todo, llegaba y calentaba mucho antes, muchísimo. Me acuerdo de verle dar vueltas por la pista para poder calentar bien, estirar bien… Luego al acabar el entreno, se ponía hielo en las rodillas, estaba un buen rato, o sea, era un profesional como la copa de un pino. Llegaba el primero porque en aquella época ya tenía 30 o 31 años y ya tenía un poco las rodillas… pero nunca tuvo una lesión fuerte, la verdad es que también se cuidaba muchísimo, y en la última época ya estaba un poco…, pero sabía jugar tanto que era capaz de poder ser muy eficiente igualmente. Tenía muy buena mano desde todos los lados y él se quedaba allí muchas veces, más que por el tiro… te digo, nosotros por ejemplo le llamábamos ‘Robocop’, el tío era muy rígido, por eso se lo decíamos, y el tío se descojonaba, aguantaba las bromas como un campeón.
¿Todos le llamabais ‘Robocop’ o unos cuantos?
No, los chicos jóvenes. Cuando pasaba por ejemplo corriendo, hacíamos como si hubiera un trasto, (imita el ruido de un máquina o un robot), y el tío se reía, o sea, aguantaba las bromas… Y se metía con nosotros también, no tenía piedad, o sea las bromas eran mutuas, y no tenían piedad. Los tíos cuando metían, metían.
Recuerdo que venía antes a entrenar, sobre todo porque tenía las rodillas mal, o sea, él ya se lo veía… Él ha sabido cuidar muy bien su negocio cuando jugaba, y también lo ha sabido cuidar muy bien después porque le va muy bien, tiene una empresa que le va maravillosamente. Es un tío muy inteligente, yo creo que es lo que más destaca de él, un tío muy listo, con mucha calidad, pero además muy listo para todo, dentro y fuera de la pista.
¿Qué nos puedes contar su característico pisotón cuando se preparaba para lanzar los tiros libres, que parecía que estaba matando cucarachas? ¿Te comentó por qué lo hacía? ¿Tenía alguna explicación?
No, no lo sé, pero bueno… cada uno tiene su ritual. Me acuerdo que me dijo que el Barça lo fichó por su hermano, de hecho su hermano era más alto que él, y Epi vino un poco de regalo por el hermano. Era de una familia muy humilde en Zaragoza, y bueno, ficharon al hermano, se llevan a él de paquete, vamos a decirlo así, y él era un tío que tenía muy claro el trabajo que tenía que hacer, era alguien que no tenía muy buen tiro. Me dijo que tuvo un entrenador que le cambió el tiro y que a él le debe el poder tirar como tira, que es Eduardo Kucharski. Creo que a Matraco Margall también le pasó lo mismo. Este entrenador le enseñó a tirar, se quedaba horas con él y la verdad es que aprovechó bien (risas). Es curioso que alguien de una época mucho más lejana le enseñara a tirar así. Seguramente lo del ritual del tiro libre, pues bueno… supongo que… todos tienen alguna manía, él era matar a la cucaracha y ya está.
Juan Antonio San Epifanio Ruiz nació en Zaragoza, España el 12 de junio de 1959, conocido deportivamente como Epi es considerado uno de los mejores jugadores de baloncesto de Europa de la década de los 80.
Entrevista por JAVIER BALMASEDA
Colaborador JGBasket
Fotos MIGUEL ÁNGEL FORNIÉS nació en Badalona el 18 de septiembre de 1952. Estudió en los Salesianos Badalona y en el Colegió Badalonés. Servicio Militar en Campo Soto, Cádiz.
Fotoperiodista de Devoción. Colaboró con Eco Badalonés, 5Todo Baloncesto. Desde 1981 con Nuevo Basket como fotógrafo. Primer fotoperiodista en viajar a ver y fotografiar partidos de la NBA en 1984. Europeo de 1973, cinco Mundiales Júnior (de 1983 a 1999). Quince meses trabajando, viviendo y jugando a baloncesto en Argelia (Sidi Bel Abbès).
Mundial de España 1986, Mundial de Argentina en 1990. JJOO de Barcelona 1992 como adjunto del jefe de prensa de baloncesto. Ha escrito dos libros, Crónica de un viaje alucinante (en 2009) y Memorias Vividas (en 2015). Durante 19 temporadas (1996-2014) responsable de prensa del Club Joventut Badalona.