Foto: Miguel Ángel Forniés

Por Javier Balmaseda | Foto portada M. A. Forniés

Seguimos con el serial de tres capítulos para ahondar en la figura de un jugador que se ha convertido en leyenda del baloncesto español. En este segundo capítulo, hablamos con Xavi Crespo, compañero de Epi en el Barcelona.

Juan Antonio San Epifanio ‘Epi’ nació en Zaragoza el 12 de junio de 1959 y fue un deportista que, además de enganchar a toda una generación de españoles en la década de los ochenta y noventa, todavía hoy sigue siendo alguien con un magnetismo especial. Por este motivo no es de extrañar que, a pesar de que han pasado ya casi 30 años desde su retirada de las canchas de baloncesto, sean muchos los que siguen recordando detalles junto a él. Este es el caso de Xavi Crespo, que fue compañero de Epi en el Barcelona y tiene grabados a fuego muchos momentos con él.

 

XAVI CRESPO

¿Cómo era Epi en el día a día de los entrenamientos? ¿Cómo era su comportamiento con los más jóvenes?

Al final estaba más fastidiado de la espalda, pero sí, era un tío que no era muy flexible, entonces calentaba muy concentrado para estar preparado para el entreno. A nivel de entreno era de los jugadores… es competitivo. Epi es un tío que tenía muy claro de qué se trataba, él quería jugar bien, quería estar al 100% y ser un tío relevante, entonces entrenaba muy serio, era un tío duro entrenando, lo cual a mí me ayudó mucho porque aprendí muchas cosas, o sea, cuando tú entrenas a un nivel muy alto, con una exigencia muy alta como la que ponía Epi y lo tienes que defender, tienes que estar a un nivel muy alto también. Te exige que tú también mejores, que tú también estés todo el día concentrado porque si no, no puedes con él.

Yo empecé a entrenar con ellos con 16 años, y te encuentras un vestuario con un tío como Epi, con un tío como Sibilio, como De la Cruz, Nacho Solozábal… Indudablemente Epi era uno de los mejores jugadores de Europa en aquel momento, yo creo que para todos los que coincidimos con él era un referente. Todos queríamos llegar a ser Súper Epi, todos queríamos tener ese reconocimiento y tener esa actitud. Lo que pasa es que no es fácil mantener ese nivel, yo creo que lo que más aprendí con él es la constancia, hay que trabajar por muy bueno que seas, tienes que trabajar cada día porque si no, no llegas o no te mantienes, o sea, llegar es una cosa y mantenerse es otra. Yo creo que el gran éxito de Epi fue primero llegar, porque Epi llegó al Barça digamos de rebote, ficharon a su hermano y una de las condiciones era que viniera él también. Yo creo que eso a él le marcó también, el decir, oye, yo tengo que quedar bien, tengo que cumplir y tengo que mantener el tipo y si hace falta entreno tres veces más que los otros. Y luego, también con un carácter y una mentalidad ganadora, y con una confianza impresionante. Yo recuerdo que estuvo después de una lesión como dos meses sin entrenar, estábamos jugando un partido amistoso y no había entrenado todavía, y lo sacaron a jugar y metió 6 triples seguidos. Entonces claro, le dije: “Mira Epi, el día que tú te retires y des un curso, yo quiero apuntarme porque quiero aprender cómo se puede tener fortaleza mental”, el decir, oye, no ha entrenado y tal y cual, pero yo salgo y estoy totalmente enfocado… Muchas veces la gente joven piensa: “No, no, es que no tenemos la oportunidad”, bueno, tener la oportunidad, pero estar preparado, y él estaba preparado siempre. Entonces, no importa que hubiera estado dos meses lesionado, él mentalmente estaba preparado para salir y estar al nivel que siempre se le exigía.

¿Cómo se preparaba mentalmente? Creo que la preparación psicológica era algo que no se entrenaba antes tanto como ahora.

No, no se cuidaba y no había las herramientas que hay ahorta. Yo creo que él es autodidacta, desde muy joven yo creo que él trabajó en eso, en la fuerza mental, el decir: “Yo voy a trabajar, si yo trabajo duro, luego los resultados saldrán”. Él fue capaz de crear esa mentalidad de campeón, esa mentalidad de mejorar cada día, de estar ahí y de no bajar en ningún momento el nivel. Y fue eso, es autodidacta, es innato, hay gente que lo tiene y a la gran mayoría nos cuesta más. Él era un tío muy capaz de controlar las emociones, de no perder los nervios, en algún partido a lo mejor, pero yo no recuerdo especialmente… ¿Cuántas técnicas le habrán pitado en su carrera? Poquitas, siendo un tío muy determinante tanto en el Barça como en la selección, siendo un tío al que le daban mucha caña. A Epi le apretaban y era capaz de controlar esas emociones para no perder los papeles, lo cual no quiere decir bajar el ritmo, al contrario, pero sí el tener el límite de decir: “Oye, no pases de aquí que esto perjudica al funcionamiento del partido”.

Entonces, esa personalidad, ese carácter lo tenía innato, ¿no?

Sí, yo creo que una parte es innata, creo que también a nivel personal era muy consciente de eso. La parte innata es indudable que está porque esto es muy difícil de enseñar y más en aquel momento, que no había ese soporte que ahora todos los equipos tienen, que si psicólogo… En aquel momento no había, entonces yo creo que esto era una parte innata, pero luego él individualmente trabajaba esa mentalización, el decir: “Oye, hay que estar ahí”, pero iba con el carácter, indudablemente.

Xavi Crespo.Foto: Miguel Ángel Forniés

Foto: Miguel Ángel Forniés

Recuerdo su canasta en las semifinales del Europeo del 83 contra la Unión Soviética que clasificó a España para la final. Creo que había muy pocos jugadores españoles por entonces que pudiesen meter ese tipo de canastas en grandes campeonatos, cuando quema el balón en las manos.

Sí, eso está claro. Cuando tú jugabas con Epi sabías que si había que tirar un último tiro, faltaran 20 segundos, 10, 5 o 1, Epi era la persona, y además, era de esos jugadores que no se escondían, que buscaban esos tiros. Hay otros grandes jugadores que ese tiro no lo quieren tirar porque eso representa mucha presión porque si lo metes bien, pero si lo fallas también eres tú el que lo has fallado. Él era uno de sus jugadores que buscaban ese tiro. Me acuerdo de la Copa del Rey que al final se la pasó a Nacho (Solozábal), pero la canasta era para él. Era suficientemente frío para tomar la responsabilidad, pero también sabía leer el partido, o sea, ver que todos estaban con él y pasársela a Nacho. Pero la responsabilidad primera era suya, él era la persona que tenía que tirar aquel tiro, todo el mundo lo sabía.

¿Entrenaba este tipo de situaciones en el día a día?  ¿Buscaba situaciones para simular el último tiro del partido?

Él cada balón que cogía era para meter canasta. Dfender a Epi en los entrenos era jugar una final cada día, porque él jugaba como si estuviera jugando una final, y era duro y te cascaba y aguantaba que le cascaras. Buscaba eso, buscaba tener ese nivel competitivo que luego en el partido le permitía estar y saber lo que se iba a encontrar. Él generaba eso también, porque claro, por muy bueno que eres si luego en los entrenamientos estás al 60%… No, él entrenaba al 100% y te exigía a ti que estuvieses al 100%, así él cogía todo ese ritmo y entonces en el partido seguía como si estuviese entrenando. Y a ti te exigía que estuvieras también a tope, por lo tanto, te hacía que tú fueras más fuerte, lo cual a él le preparaba para todas las defensas y situaciones que luego se encontraba en el partido. Era intenso y te hacía ser intenso a ti, pero en el fondo mejoraba su juego, mejoraba el tuyo y mejoraba el del equipo.

¿Hay alguna conservación o algún momento con él que recuerdes por encima del resto?

Esa parte… o sea, Epi tiene esa parte que es un buen compañero, pero es un tío que no es muy social, no es un tío muy abierto. Yo creo que va un poco también dentro de ese carácter de ser competitivo, de estar concentrado… No es el típico que es el alma de la fiesta, por decirlo de alguna manera, pero sí que es cierto que cuando éramos jóvenes, claro, era Súper Epi y hacía muchas cosas, y cuando hizo un anuncio para Nocilla nos cogió a Ángel Heredero, Julián Ortiz y a mí, y nos dijo: “Oye, voy a hacer esto. Tiene que haber dos o tres que vengan a jugar conmigo, ¿queréis venir?, os van a pagar…”. Bueno, nos dio la oportunidad… Nosotros teníamos 15 o 16 años, nos dieron no mucho dinero, pero nos dieron dinero, y él pensó en nosotros. Era para hacer las fotos y hacer cuatro tomas, y él pensó en nosotros y nos propuso eso. Es un tío que es generoso, pero no es muy expresivo. Hay gente que es mucho más cariñosa, que son más abiertos. Yo he oído muchas cosas de fuera, gente que no lo conoce demasiado y decir: “Es que es tan frío, es un tío desagradable”, no, no es así. Él es un tío introvertido, él funciona así. Entonces si no lo conoces mucho, si no has convivido con él… Además, hubo un momento en que, por situaciones y tal, él no jugaba porque había gente que consideraba que Epi ya no tenía que seguir, me ponían a jugar a mí antes que él, y nunca, nunca, nunca, nunca tuve ningún problema con él. Hay otros jugadores a los que les pasa eso y entonces te van a machacar y te van a putear… Nunca, nunca, al contrario, me apoyaba, me ayudaba, o sea, es un tío que necesitas conocerle para entender bien a Epi. Yo creo que mucha gente tiene al ídolo, pero no tiene a la persona, y Epi es un tío que es interesante de conocer, complicado, introvertido, tiene su parte más escondida, pero que es un gran compañero.

Hablé con Roger Esteller quien, al igual que tú jugaba en la misma posición que Epi, y me comentó lo mismo que me estás diciendo que tú, que le apoyó mucho, que nunca le puso una mala cara y nunca fue a putearle para que no le quitase el puesto.

Exacto, coincido totalmente con Roger, que además somos muy amigos. Es eso, él era muy duro, sí, entrenar con él era muy duro, sí, recibías por todos los lados, sí… sí, sí, sí, totalmente, la exigencia era al 100%, pero nunca para putearte, nunca para impedir que tú crecieras, al contrario, y lo repito, esa parte de dureza y de exigencia me ayudó mucho a crecer como jugador, muchísimo, y nunca con la otra parte negativa, que es decir, lo hace para putearte, lo hace para que tú quedes mal, para que tú no tengas la oportunidad… no, no, al contrario, ya te digo, en un momento determinado jugaba yo y él estaba sentado en el banquillo, por circunstancias de estas que pasan en el baloncesto a veces, y al contrario, él estaba allí, me ayudaba… Lo que pasa que es eso, es un tío introvertido, y de cara al exterior parece a veces un poco seco.

¿Tenía alguna rutina de entrenamiento para trabajar el bote, el tiro…?       

Lo del tiro sí… él no era un jugador que buscara el tiro con mucho bote, o sea, era un jugador que recibía la pelota y se cuadraba muy bien, sabía colocarse muy bien, y si no, hacía aquella media finta y, con un bote o dos como máximo, tenía la posición porque sabía leer muy bien lo que hacía el defensor. Él trabaja eso, finta y un bote, finta y un par de botes o tiro, ya está. No era un driblador espectacular, era consciente de sus capacidades, no era un tío rápido, no era un tío explosivo, entonces utilizaba sus armas y supo crear su estilo de juego, que es lo que tiene que hacer un jugador inteligente, el decir, ¿cómo soy yo? ¿qué capacidades tengo? Y aprovecharlas al máximo, y él lo hizo. No era un Jordi Villacampa que tenía una carrera explosiva, un salto impresionante y que corría muy rápido. Epi tenía otras cualidades y las explotó mejor que nadie. Él trabajaba: “Cada tiro que hago tiene que entrar, cada tiro que hago tiene que estar bien tirado”. Si te fijas, la gran mayoría de los puntos que hacía era con tiro directo o una fintita, que no llegaba ni arriba, o sea, una media finta para ver cómo reaccionaba el defensor, y entonces un bote o dos y tiro.

Me comentó Roger Esteller que le llamabais ‘Robocop’ y que se lo tomaba muy bien.

Sí, es que es eso… Él tenía sus limitaciones, no era flexible, no era explosivo, y él lo aceptaba, claro. Pero con todo eso, cualquier otro diría: “Estoy limitado”, y él le sacó el máximo rendimiento y lo hizo espectacularmente bien. Era un tío que físicamente se cuidaba, estaba bien, estaba fuerte, aguantaba porque sabía que iba a recibir… y le ves ahora y está todavía más fuerte que cuando jugaba, por la espalda y por muchas cosas. Tiene la constancia de estar ahí porque esto es necesario y hay que hacerlo, así que se hace bien y se hace al 100%.

¿Recuerdas qué le gustaba hace fuera del baloncesto?

Pues es lo que te digo, con Epi esa relación de fuera, más personal y tal, no la he vivido tanto, sí que nos hemos encontrado y hemos hecho algunas cosas, pero nunca he tenido eso. Así como con Juanito (De la Cruz) y Chicho (Sibilio) sí que tenía mucha más relación a nivel de fuera del baloncesto, con Epi no sabría decirte qué aficiones tiene.

Roger Esteller no supo decirme si había alguna explicación de su típico pisotón cuando iba a lanzar los tiros libres.

No, yo creo que no tiene ninguna. Si te fijas en los tiros libres, ahora no se hace tanto, pero en aquel momento cada uno hacía… me acuerdo de Granger Hall, que daba los tres botes… Bueno, son manías que coges un poco para focalizar, alguno daba vueltas al balón, otros que no hacían nada, simplemente tirar sin botarla ni nada… o sea, cada uno tenía sus manías. Yo creo que, conociéndole, me imagino, lo hacía para decir: “Oye, estamos aquí y vamos pa dentro”. Es lo único que se me ocurre, pero no sabría decirte exactamente por qué, sí que lo recuerdo, yo creo que cualquiera que lo ha visto jugar se acuerda de eso, pero no sabría decirte por qué. Yo creo que es como el decir: “Aquí estamos, vamos, venga, pa dentro, pa dentro, pa dentro”.

Solozabal, Epi y Davis. FC Barcelona Baloncesto.Foto: Miguel Ángel Forniés

Foto: Miguel Ángel Forniés

Entrevista por JAVIER BALMASEDA
Colaborador JGBasket

Fotos MIGUEL ÁNGEL FORNIÉS nació en Badalona el 18 de septiembre de 1952. Estudió en los Salesianos Badalona y en el Colegió Badalonés. Servicio Militar en Campo Soto, Cádiz.

Fotoperiodista de Devoción. Colaboró con Eco Badalonés, 5Todo Baloncesto. Desde 1981 con Nuevo Basket como fotógrafo. Primer fotoperiodista en viajar a ver y fotografiar partidos de la NBA en 1984. Europeo de 1973, cinco Mundiales Júnior (de 1983 a 1999). Quince meses trabajando, viviendo y jugando a baloncesto en Argelia (Sidi Bel Abbès).

Mundial de España 1986, Mundial de Argentina en 1990. JJOO de Barcelona 1992 como adjunto del jefe de prensa de baloncesto. Ha escrito dos libros, Crónica de un viaje alucinante (en 2009) y Memorias Vividas (en 2015). Durante 19 temporadas (1996-2014) responsable de prensa del Club Joventut Badalona.

 

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