¡Llull, Llull, Llull! El menorquín dio el triunfo a los blancos con una canasta a falta de una décima. Para que luego digan que el baloncesto no es espectacular. En veinte segundos, el título pasó de unas manos a otras. Los madridistas tenían posesión con dos puntos arriba, pero incomprensiblemente Sergio Rodríguez perdió el balón y un 2+1 de Oleson ponía en ventaja a los suyos, pero fue entonces cuando apareció el de Mahón para dar la Copa del Rey a su equipo.

Tensión, emoción, igualdad y poco baloncesto. Cuando está en juego un título, el juego suele dejar paso a una batalla estratégica que atenaza a los equipos y les impide demostrar sus cualidades. Así fue la final de Copa del Rey, en la que la superioridad del Real Madrid en los pronósticos no fue tal y tuvo que tirar de oficio y, también, de un poco de suerte para llevarse el título.

El Barcelona, con Navarro desaparecido, tiró de manual y con Huertas controlando el juego, jugó a la perfección el pick and roll, primero con Tomic y luego con Dorsey. Laso movió ficha e intentó cortar la sangría poniendo a Draper sobre el base azulgrana y, por momentos, lo consiguió. Por su parte, los blancos contaban con la aportación de Mirotic y Rudy para dominar con mínimas ventajas.

Cada rebote era una lucha titánica y eso pasó factura a los azulgranas que, en el último cuarto, se cargaron rápidamente de faltas. Con lo caros que estaban los puntos, los madridistas aprovechaban la línea de personal para sumar, mientras que el Barça erraba una y otra vez tiros libres (15/27). Un pobre 55% si se quiere ganar una final.

Con un quinteto que bien podía firmar la selección española de baloncesto (Llull, Sergio Rodríguez, Rudy, Mirotic y Felipe Reyes), el Madrid afrontó los últimos minutos con entereza, cerrando su defensa, con Chacho controlando el ritmo y Mirotic anotando desde la esquina –su sitio favorito– para lograr su máxima renta. Aún así, el choque dio un giro inesperado, con un guión que bien podía ser candidato a los Goya, para llevarse un título sufrido y merecido que no se celebró hasta que el palmeo de Tomic no encontró el aro. ¡Qué grande es el baloncesto!

Mirotic, al que los entendidos mandan ya a la NBA la temporada que viene, se llevó el MVP con un partido estratosférico (17 puntos y 11 rebotes) en el que sumó 32 puntos de valoración. Viendo actuaciones como la de hoy, vaya encrucijada que tiene Orenga de cara al Mundial de España.

P.D. En la Minicopa se impuso también el Madrid. Segundo año consecutivo que lo logran, acabando con la supremacía desde su creación de los clubes catalanes. Por cierto, todo el mundo puede cometer fallos, pero que en una final se tengan que repetir los últimos seis segundos del primer cuarto cuando ya había finalizado por un fallo en el reloj de posesión o que los jugadores madridistas tuviesen que saltar a sacar el balón de la red porque se quedaba enganchado son errores imperdonables para un espectáculo que se vende a todo el mundo.

 

Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Analista Copa del Rey para JGBasket

Foto: ACB Photo

 

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