En una competición como la Copa del Rey, en la que se juegan tres partidos en tres o cuatro días a lo sumo, es importante tener una plantilla amplia. Podemos dar paso con ello a un sinfín de frases hechas como que “el equipo está por encima de las individualidades”, “el talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos” (Jordan)… Lo que no se puede negar es que el Barça está en la final por su fondo de armario.
Si Abrines había sido el protagonista en cuartos, ante Unicaja apenas disfrutó de minutos debido al acierto de Oleson y a la necesidad de hacer que Navarro se sienta importante. Los malagueños dominaban el partido a base de triples – 14, en total– y rebotes ofensivos. Will Thomas castigaba a sus defensores y ahí, aparte de tener una excelente plantilla, es donde se nota la mano de un gran entrenador.
Xavi Pascual, consciente del daño que le estaba creando el juego interior de Unicaja, decidió apostar por unos pívots más móviles y sentó a Tomic, a falta de dos minutos para finalizar el tercer cuarto, sacando a Lampe –inédito durante todo el torneo–, un cambio que, a la postre, le dio la victoria. Pero ese no fue el único movimiento decisivo que hizo el técnico azulgrana. DeShaun Thomas había empezado como un tiro y anotaba todo lo que lanzaba, pero se fue diluyendo conforme avanzaba el partido. Con seis puntos abajo y seis minutos por delante, era el punto de inflexión y el técnico azulgrana decidió apostar por Hezonja (12 puntos), al que, visto lo visto, le queda poco tiempo en la ACB. En la primera oportunidad que tuvo fue letal desde el 6,75 y ese fue el principio del fin del partido. Desde entonces, un parcial de 23-4 para sellar el billete a la final.
En la otra semifinal, Joventut y Madrid apostaron por el baloncesto ofensivo en la primera mitad (52-46), jugando sin pensar que el vencedor al día siguiente tendría otro choque. El descaro de la juventud verdinegra, encarnado en Álex Suárez les permitía jugar a los madridistas de tú a tú. Los de Laso se mantenían en el partido gracias a los de siempre (Llull, Rodríguez, Rudy y Reyes). Da igual a quien fichen, en los momentos claves, juegan esos cuatro más otro.
Nadie sabe cuál es el secreto en los descansos del Madrid. No se sabe si Llull compartirá su Red Bull con el resto de compañeros o toman alguna clase de poción mágica que les pone las pilas, sea como fuere, el tercer cuarto resulta demoledor. En esta ocasión, un parcial de 25-8 y adiós al partido. Empiezan a resultar aburridos los partidos de los de Laso, que siguen un guión tan rígido que les hace predecibles. Eso sí, el día que no les funciona la fórmula, el final también resulta previsible: derrota.
En los últimos diez minutos, Chacho se encargó de acabar con las ilusiones de la Penya con dos lanzamientos consecutivos anotados desde el 6,75. El Madrid, que batió el récord de triples en un partido de Copa (16), cumplió con las expectativas llegando a la final, mientras que para el Joventut esta competición, a pesar del duro correctivo en la semifinal, le ha servido y mucho, ya que, además de demostrar que tiene varios jugadores con un gran futuro, le ha vuelto a poner, después de unos años de capa caída, en el mapa de los grandes equipos españoles.
Semifinales.
Barcelona, 87 – Unicaja, 79
FIATC Joventut, 83 – Real Madrid, 100
Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Analista Copa del Rey para JGBasket
Foto: ACB Photo