Se habla mucho de qué ejercicios hacer durante el calentamiento antes de un partido, cuáles son mejores y cuáles no. Además, se analiza al detalla cómo afrontar un tiempo, qué decir y cómo decirlo, pero en muy pocas ocasiones nos detenemos en qué hacer durante el descanso.
Los calentamientos son una especie de ritual que los jugadores tienen ya memorizado y realizan prácticamente de carrerilla, con muy pocas variaciones y acoplándolos al tiempo previo al comienzo del partido, que suele oscilar entre 30 y 45 minutos. El problema de los descansos es que no se les da la importancia que se debería. Para empezar, en minibasket, por el poco tiempo que suele haber entre partido y partido, el descanso se reduce al mínimo, incluso ves equipos que deciden seguir como si de un descanso entre cuartos se tratase.
En cuanto se va subiendo de categoría, el tiempo de descanso va aumentando, llegando a los 15 minutos que marca el reglamento FIBA, pero, por norma general en categorías de formación, anda por los 10 minutos. Un tiempo suficiente para poder dar unas pautas y corregir aquellos detalles que queramos mejorar para la segunda parte, y también para que los jugadores realicen algún trabajo de finalizaciones para que no se queden fríos.
Hay entrenadores que prefieren, si cuentan con vestuario, llevarse a los jugadores allí para hablar con ellos, sacándoles del entorno de la pista para que se evadan un poco y vuelvan totalmente metidos a la pista. También los hay que si les ha ido bien en la primera mitad, prefieren que sus jugadores no se descentren y les ponen a calentar todo el descanso. Esta opción también es buena usarla si hay jugadores en nuestros equipos que se acercan a la grada para escuchar a sus padres y atender a sus consejos, hay que conseguir evitar esas situaciones porque tensionan más al jugador. Por eso, es importante que tengan ya asumido, de antemano y desde el principio de temporada, que en lo que tienen que estar centrados es lo que diga el entrenador y sucede en la pista, intentando evadirse del resto.
Lógicamente no podemos llevar preparado al milímetro lo que vamos a hacer en el descanso, porque, como señalamos antes, el entrenador puede variar sus planes en función de cómo marche el partido, pero sí es básico tener algo mínimamente preparado, que el equipo no vea que se está improvisando sobre la marcha.
En mi caso, no me gusta que mi equipo esté totalmente parado en el descanso. Aunque tenga que hablar con los jugadores porque haya sido una mala primera parte, no hay que saturarles con una charla interminable hasta que se reanude el choque, principalmente porque si el equipo, pongamos como ejemplo que va 20 puntos abajo, ya es consciente de que lo está haciendo mal, no hay que incidir más de lo normal, ya que se puede conseguir el efecto totalmente contrario y que entren fríos al tercer cuarto y la ventaja, en vez de reducirse, vaya en aumento. Por eso, siempre me gusta que mis jugadores tengan unos cinco minutos para realizar tiros libres y entradas a canasta. También si hay algún jugador algo tocado, es el momento de que estiren bien para salir en las mejores condiciones.
Como las diferentes opiniones son fundamentales para continuar con el aprendizaje, ¿qué hacéis vosotros, bien como entrenadores o como jugadores, en los descansos?, ¿preferís un trabajo activo o bien charlar con los jugadores para corregir y perfilar cómo acometer la segunda mitad?
Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete técnico JGBasket
Foto: Patrocinio San José. Semifinal Copa Colegial 2018.
Vanessa Gómez-Pastrana.
Equipo audiovisual JGBasket
Publicada el: 15 Abr de 2018