En una temporada para la historia, los aurinegros lograron su primer título continental al vencer al Banvit por 63-59 en un Santiago Martín a rebosar, que llevó en volandas a los suyos. Con la tensión y los nervios lógicos de una final y la presión de jugar como local, el Iberostar no pudo desarrollar el juego alegre que le había llevado hasta aquí, pero fue capaz de contener la ansiedad y llevarse la primera edición de la Champions League, con Grigonis (18 puntos) y White (14 puntos) como máximos anotadores.
Sin los dos jugadores tinerfeños elegidos en el mejor quinteto de la temporada –Doornekamp (3 puntos) y Bogris (2 puntos)– muy entonados, era el momento de que el resto diese un paso al frente y así lo hicieron. En el primer cuarto, la experiencia de Kirksay fue clave para que los anfitriones se fuesen con ventaja, demostrando que su fichaje en enero fue un acierto y que su aportación en todos los aspectos del juego le hacen en un jugador básico para cualquier equipo.
El Banvit, que en la semifinal tuvo que remontar ante el Mónaco, se aferraba a la final, haciendo una y otra vez la goma, de la mano de un gran Orelik (13 puntos y 13 rebotes) y de Theodore, MVP de la temporada regular, que, a pesar de sus 17 puntos, se mostró muy individualista en muchos momentos del encuentro. Kulig anotó sobre la bocina para apretar el marcador al descanso (34-31).
Tras el descanso, el ritmo anotador seguía las pautas de la primera mitad y cada canasta costaba un mundo. Vidorreta tiró entonces de componente emocional e hizo debutar en esta Final Four a Niang que, con 6 puntos y 4 rebotes, guió al equipo a su máxima ventaja (49-40), pero si algo demostraron los turcos es que no se iban a rendir fácilmente.
Con todo por decidir en el último cuarto, las muñecas de los jugadores se encogieron y había que tirar de épica. A falta de dos minutos, el Banvit se colocaba a un punto (58-57) y llegaba el turno de White que, con dos tiros libres y un triple, anotó los últimos cinco puntos de su equipo, dando cierta tranquilidad a los suyos, aunque el sufrimiento no terminaría hasta el pitido final, provocando la explosión de la grada y del equipo aurinegro.
Por Víctor Escandón Prada
Entrenador superior de baloncesto. Periodista
Gabinete técnico JGBasket
Foto: FIBA Europe