El trabajo constante con los pívots es fundamental para conseguir su mejora individual. En muchas ocasiones se deja de trabajar con ellos por desesperación, pero hay que tener en cuenta que, dada sus cualidades físicas, hay que tener más paciencia con ellos porque su coordinación y psicomotricidad suele ir más lenta que en otros jugadores más bajitos. El ejemplo de ello es que la madurez de estos jugadores se suele dar ya fuera de su etapa júnior. Un caso muy claro es el de Pau Gasol, que explotó con más de 18 años, u otros más recientes como el Salah Mejri o Tavares a los que les queda mucho aún para tocar techo.
El baloncesto ha ido evolucionando y también lo han hecho sus jugadores. Es raro ver casos como el de Fernando Romay, al que era raro ver realizar un lanzamiento a más de dos metros. Ahora la polivalencia es un arte y los pívots han ido ampliando sus capacidades y eso es bueno, pero el problema es que, sobre todo en los pívots, se han descuidado otras.
Jugar con cuatro abiertos ha hecho que cada vez haya menos trabajo de recepción de espaldas al aro y, una vez que se recibe, se ha perdido la capacidad de peligro. El pívot tiene que decidir rápido y ser agresivo al aro, ya que la disposición de sus compañeros le permite tener un 1c1 claro.
El juego de espaldas al aro se ha perdido principalmente por dos motivos, el primero por un tema físico, los pívots suelen tener una gran potencia y recurren a ella para generarse ventajas más que buscar situaciones de técnica individual y, en segundo lugar, que la mayoría de sus finalizaciones son continuaciones tras bloqueo directo, lo que les hace atacar de cara al aro.
Por ese motivo, en categorías inferiores es labor del entrenador enseñar a todos los componentes de la plantilla a jugar de espaldas al aro. Si ya cada vez menos se vea a los pívots jugar en posiciones cercanas, mucho menos a un jugador exterior, pegándose en la pintura con su par si tiene superioridad física. Papaloukas era un maestro atrayendo a sus defensores a posiciones cercanas al aro.
Además, es bueno enseñarles a resolver cada situación de una manera instintiva. Es importante que sepan leer si les defienden por delante, en tres cuartos o por detrás. Es aconsejable que el jugador tenga en mente que debe finaliza él una vez que reciba el balón. Enseñarle a pivotar a un lado u otro para lanzar también es bueno, ya que se encuentra en posiciones cercanas y muchas veces el rival no está preparado para puntear.
Otro aspecto importante, que recogen varios estudios, y que, a veces se nos olvida, es que la efectividad del lanzador es mayor cuando el pase le viene de una posición interior. Por tanto, el meter el balón dentro genera un mayor acierto en nuestros tiradores, ya que conseguimos cerrar la defensa.
Por todos estos motivos, no debemos olvidarnos de trabajar con nuestros jugadores de espaldas al aro ya sean bases, aleros o pívots. Cuantos más recursos tengan, mejores jugadores serán.
Por Víctor Escandón Prada
Entrenador superior baloncesto. Periodista deportivo
Gabinete técnico JGBasket
Foto: FIBA Europa