La etapa deportiva es de las más importantes en la vida de un niño y los padres tienen que apoyarles en esa fase tan fundamental, aprovechando para que el deporte sea algo positivo, no sólo en el aspecto físico sino también a la hora de completar su educación. Por eso, el papel de los padres resulta esencial y, muchas veces, no se le da el valor que tiene. En el Simposio de Baloncesto Colegial, ex profesionales del baloncesto y, a su vez, padres como José Manuel Beirán, Carolina Mújica y José Luis Llorente abordaron dicha figura.

En el baloncesto escolar, más que los resultados, lo que realmente importa, como apuntó Beirán, es que “los niños quieran al año siguiente seguir jugando, ese será el gran éxito del entrenador”, porque los objetivos a corto plazo tienen que ser básicos. Como no podía ser de otra forma, viniendo de una familia de deportistas de élite, José Luis Llorente, le da mucho valor al baloncesto en la educación de sus hijos, ya que “no hay mejor forma de que aprendan a colaborar y trabajar en equipo”.

Lo más difícil para un padre es saber mantener la distancia, pero sin estar muy encima de ellos. Por eso, “es importante que les apoyemos, que les vayamos a ver, que les animemos, sabiendo siempre dónde está el límite”, señaló Mújica, para quien es básico también “apoyar al entrenador y saber comportarse en la grada, no culpando y protestando al árbitro”. No hay que olvidar que los hijos suelen imitar los comportamientos de sus progenitores y su conducta ha de ser lo más ejemplar posible.

Es cierto que muchas veces es difícil que los padres se controlen, ya que se trata de un tema emocional en el que están implicados sus hijos. El problema es que los padres no tienen herramientas para controlar esas emociones y muchos, además, no tienen la experiencia de haber practicado deporte, lo que, quizá, les permitiría tener otra actitud. Por eso, Carolina echa de menos que no exista una mayor comunicación entre los padres y el colegio, “diciéndoles lo que tienen que hacer o transmitirles unas pautas básicas en su comportamiento”.

Un comportamiento que, como recordaba Llorente, “ha ido empeorando en los últimos años”. Lo que requiere un mayor trabajo por parte de los clubes, su labor “no se reduce a una charla o a un contacto puntual, dependiendo de las posibilidades del club, pueden contactar con alguna persona más cualificada para que les informe. Tienen que tratar de ir educando a los padres, de forma continua, desde que sus hijos empiezan a jugar”, puntualizó.

La figura del entrenador también ha cambiado, como señalaba el propio Llorente, “antes el entrenador era una referencia como podía ser el profesor del colegio y lo que decía iba a misa». Lamentablemente, ahora no es así y ese, “es uno de los puntos cruciales que tiene pendiente nuestra educación, hay que educar a los padres más que antes, porque las circunstancias sociales han cambiado”. Hay que volver a conseguir que el entrenador sea “una figura respetada, pero sin olvidar que el propio entrenador también tiene que hacerse respetar”, recalcó.

Hay padres que optan por no tener ningún contacto con el entrenador de sus hijos y le juzgan sin conocerle, pensando que como es un chaval joven y sin experiencia, no tiene ni idea, pero ese pensamiento puede que no coincida con el de los niños, ya que para ellos “puede que sea el no va más y lo vean como un ídolo”. Al igual que con los niños, es importante encontrar, como subrayó Mújica, la distancia justa con el entrenador, “sin dejar de observarle porque, en el fondo, tienen la responsabilidad de educar a tu hijo”.

En definitiva, los padres tienen que apoyar a sus hijos, manteniendo las distancias, dejándoles que sean capaces de superar las adversidades y no dándoselo todo hecho, resolviéndoles siempre los problemas.

 

Por Víctor Escandón Prada
Entrenador superior de baloncesto. Periodista
Gabinete técnico JGBasket

Publicada el: 15 Ene de 2017 @ 23:27

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