No fue una oda al baloncesto ofensivo, pero era una final y lo único importante, lo que queda para el recuerdo, es la victoria. Nadie se iba a acordar si fue un buen o mal partido, había que ganar y punto. Y eso fue lo que hizo el Anadolu Efes, sumando su segundo título consecutivo y dejando al Real Madrid con la miel en los labios y buscando esos errores puntuales que le alejaron de su undécimo entorchado.
Si retrocedemos un par de semanas atrás, los de Laso no contaban entre los favoritos para levantar la Euroliga y más, viendo que el Barça sería su rival en semifinales, pero esa es la magia de la Final Four. Todo se iguala y cualquiera puede ganar. No importa todo lo anterior, dos partidos a vida o muerte que pueden cambiar la historia. Y si algo ha demostrado Efes, es que ha sido el mejor en el último lustro en la competición.
Los turcos tuvieron una temporada regular, bastante irregular, consiguiendo clasificarse sextos gracias a la exclusión de los equipos rusos. De menos a más, eliminaron a Armani Milán, con factor cancha en contra, y se plantaron en Belgrado, después de haber logrado retener a sus estrellas el verano pasado, para superar en semis a un sorprendente Olympiacos, con una afición entregada, a la que solo Micic –MVP de la final, por segundo año consecutivo– pudo silenciar con un triple sobre la bocina.
El Real Madrid, con la moral por las nubes, tras dejar en la cuneta al Barça, se medía a un rival que, debido a los problemas físicos de Beaubois, perdían a un referente ofensivo, lo que apuntaba a que el peso en ataque recaería, más si cabe, en Micic y un Larkin, que llegaba con molestias musculares. Así fue, aunque contaron con la inestimable y decisiva colaboración de Pleiss (19 puntos y 7 rebotes), ese pívot con pasado ACB y de 221 centímetros, que siempre ha estado señalado por, a pesar de su altura, gustarle bien poco pisar la zona, pero que fue determinante en la final gracias a sus tiros de media y larga distancia. Entre los tres jugadores, sumaron 52 de los 58 puntos de su equipo. Casi nada.
Los de Laso, sin un base puro y con Heurtel descartado, salieron a la final con la lección bien aprendida, surtiendo de balones a Tavares, que se hizo grande en la zona rival, anotando 12 en el primer cuarto. Los turcos se cerraron sobre el juego interior blanco, dejando tiros abiertos, relativamente cómodos a los madridistas, que adolecieron de su falta de tiro exterior (6/33 en triples). Una penitencia que lleva sufriendo toda la temporada y que hizo volver a acordarse de un tirador como Carroll. Aún así, al descanso, el Real Madrid mandaba por cinco puntos (34-29), gracias a su gran defensa.
El paso por vestuarios no cambió la dinámica ofensiva del choque. Los blancos, pasito a pasito, lograron su máxima renta y parecían romper el partido mediado el tercer cuarto (40-31), tuvieron varios ataques para conseguirlo, pero su falta de acierto se lo impidió, permitiendo a los turcos llegar al último cuarto con vida (42-40). El título se iba a decidir en diez minutos. Toda la temporada a cara o cruz.
La igualdad se mantuvo y los nervios empezaron a aflorar. Ahí emergió la figura de Pleiss, que anotó diez puntos este cuarto, abriéndose para tirar en las penetraciones, sobre todo, de Micic. Al Madrid, le seguía costando anotar, incluso desde el tiro libre, dejándose puntos decisivos, y solo el coraje de Llull, para lo bueno y lo malo, les mantenía con vida. Una canasta suya ponía el 57-58 a falta de 45 segundos, pero no tuvieron ninguna opción de tiro, gestionaron mal las faltas hasta llegar al bonus y Efes administró el tiempo a la perfección para conseguir revalidar el título.
Semifinales
Olympiacos, 74–Anadolu Efes, 77
Barcelona, 83–Real Madrid, 86
Tercer y cuarto puesto
Barcelona, 84–Olympiacos, 74
Final
Real Madrid, 57–Anadolu Efes, 58
Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete técnico JGBasket
Foto: Euroleague.net