Parece que los entrenadores sólo le damos importancia a los tiros libres cuando perdemos un partido igualado y nuestros jugadores han fallado desde el 4,60. Nos parece una situación sencilla en la que sin defensor tienen que ser capaces de anotar con más facilidad, pero no es así.

No podemos exigir a jugadores en categorías inferiores que controlen la tensión y no se les encoja la mano cuando vemos partidos con equipos profesionales a los que, en los instantes decisivos, les puede la presión desde el tiro libre. Lo que podemos es darles una serie de consejos para que rebajen sus pulsaciones y puedan centrarse en el lanzamiento. No hay que olvidar que se van a la línea después de haber recibido una falta, en algunos casos el contacto puede ser leve, pero, en otras, puede ser un buen golpe, lo que les puede tener doloridos y, sobre todo, enrabietados. Un mal compañero de viaje para el lanzamiento.

En cuanto el árbitro les dé el balón para el primer lanzamiento tienen que intentar abstraerse. Para ello, deben respirar profundo, relajarse y realizar los botes que consideren suficientes para poder lanzar con tranquilidad y si fallan el primero, lo que sí les digo a mis jugadores es que no tiren nada más recibir para tratar de resarcirse del error porque, probablemente, volverán a fallar. Ahí es cuando tienen que volver a botar varias veces y relajarse para tratar de anotar.

La posición de lanzamiento también ha de ser lo más correcta posible. Para empezar, los pies y el cuerpo del lanzador tienen que mirar a la canasta, las rodillas han de estar flexionadas porque el tiro se inicia desde el tren inferior y, por último, dejar la mano de tiro extendida al final del lanzamiento apuntando hacia la canasta. Este último aspecto es muy importante para que el jugador vea porque el balón se le ha podido ir desviado o menos bombeado, ya que muchas veces la recogen instintivamente y no son conscientes de su error.

En los entrenamientos, el tiro libre lo tenemos que trabajar como un ejercicio más y no como un mero trámite. Los jugadores durante el partido están realizando un esfuerzo físico y están cansados. Por lo tanto, no sirve de nada que los jugadores practiquen tiros libres al empezar el entrenamiento o después de beber agua. En estas situaciones están relajados y no son situaciones realistas. Lo mejor es que después de realizar varios ejercicios intensos y sin descansar, lancen los tiros libres. Además, en el partido cuentan con la presión de tener que anotar. Por eso, es aconsejable que metamos elementos adicionales que aumenten la presión del lanzador.

Os pongo dos ejemplos de cómo podemos introducir elementos extras para que el jugador sienta la presión de tener que anotar. En primer lugar, meter un elemento temporal. Por ejemplo, dos minutos para anotar diez tiros libres, insistiéndoles en la importancia de tirar bien y no rápido para querer tirar más. Podemos premiarles con flexiones o abdominales en función de los tiros libres que les hayan faltado por anotar.

En segundo lugar, eliminamos el elemento temporal y cada jugador tiene que lanzar diez tiros libres en series de dos. Los lanzadores empiezan con cero puntos, si en una serie anota los dos tiros, suma un punto; si falla los dos, resta un punto; y si anota uno, ni suma ni resta. Igual que antes, podemos baremar y, en función de los puntos que consigan, que hagan un trabajo físico extra. Es una forma de introducir presión al ejercicio para que luego les pueda servir de utilidad a la hora de lanzar tiros libres en los partidos.

 

Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete comunicación JGBasket

[Visitas 22, visitas totales web 398607]