No puede pasarse por alto el mal comienzo esta temporada en Euroliga del Real Madrid de baloncesto. Los madridistas están al borde de la eliminación en su gran competición, esa en la que han logrado nueve títulos, el último el año pasado y en la que han estado presente en cuatro de las últimas cinco Final Four. Los más críticos ya han afilado sus cuchillos para atacar a Laso, al que de poco le ha servido firmar la mejor temporada en la historia de la sección.
Más allá de los resultados, los blancos no están rindiendo al nivel esperado en la competición europea, pero ¿por qué? En primer lugar, el Real Madrid no ha tenido una pretemporada al uso. Sólo ha contado con tres jugadores de la primera plantilla en septiembre –Thompkins, Doncic y Carroll–, ya que Taylor se pasó gran parte de esta fase lesionado. El resto de jugadores tuvieron un verano agitado por los diferentes compromisos con sus respectivas selecciones, llegando todos hasta el último día de competición, ya que la México de Ayón peleó por el tercer y cuarto puesto.
Obvia señalar el desgaste extra que ello conlleva. Llull, Sergio Rodríguez, Felipe Reyes y Rudy –Hernangómez tuvo un papel muy secundario– fueron vitales en el rendimiento de España. Maciulis lideró a Lituania hasta la final del Europeo, mientras que Ayón y Nocioni guiaron a sus respectivas selecciones en el torneo americano. A priori, nada nuevo bajo el sol con respecto a otros veranos, pero esta temporada era distinta.
Para empezar, el Madrid tenía que jugar la Intercontinental. Un título que el club y los jugadores deseaban, ya que hacía más de tres décadas que no se ganaba. Sin tiempo para aclimatarse, un viaje a Brasil para medirse en un duelo muy duro a doble partido con el Baurú. Rudy no pudo descansar para tratar de recuperar su maltrecha espalda y, a estas alturas de la temporada, ha tenido que pasar por el quirófano para solucionar sus problemas de salud.
La primera gran decepción del Madrid vino en la Supercopa, ya que no pudo pasar de semifinales y cayó derrotado ante Unicaja. Lejos de poder preparar en condiciones la temporada, un “amistoso” ante los Celtics, más de cara al marketing que eficaz, por ese interés que hay en hacer ver que algún equipo europeo podría jugar en la NBA. El siguiente tropiezo fue el asalto del Palacio de los Deportes por parte del Valencia. Hasta ahí, una derrota sin mucha importancia que podría entrar en los pronósticos.
¿Cuál es entonces el problema? El problema reside en que nadie en el Real Madrid pensaba encontrarse con el agua al cuello en Euroliga. Sabían que les podía costar amoldar las piezas, pero también que lo importante empieza en febrero. Eso sí, siempre que consiguiesen colarse en el Top 16. En la ACB, con más o menos brillantez, saben que sacarían los partidos adelante para estar arriba. Lo que no contaban es que, en un grupo duro de Euroliga, sumasen sólo dos victorias en siete encuentros, una de ellas, con un triple de Carroll sobre la bocina y fuesen colistas a falta de tres jornadas. Tienen que ganar los tres choques que les faltan y esperar, esperar también que la presión no les pase factura.
Vayamos un paso más allá y analicemos este mal inicio. Como señalábamos antes, Rudy está lejos de su mejor nivel, pero no sólo él, el juego exterior madridista no pasa por su mejor momento y se está mostrando demasiado desacertado, sobre todo desde el triple. Maciulis está desaparecido y Llull no es el jugador decisivo de la temporada pasada. Además, Rivers era un jugador fiable desde el 6.75, una virtud que su sucesor –Jeffery Taylor– no posee, aunque con el sueco, el Madrid ha ganado un tres físico y potente, capaz de defender a cualquier jugador, un poco del estilo de Slaughter.
En el juego interior, Ayón y Reyes siguen imponiendo su ley bajo los tableros; Thompkins ya ha dado pinceladas de su calidad y, el que falta es Nocioni, al que le está costando encontrar su mejor versión, esa con la que, en un año, se ha ganado a la afición madridista. Pero la gran laguna de los blancos en la Euroliga es su defensa, encajando más de 86 puntos por partido. Un gran lastre que tendrán que solventar si quieren revalidar su título de Euroliga o, por lo menos, seguir vivos en la competición. Tienen que recuperar las señas de identidad que tantas alegrías les han dado en los últimos años.
Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Analista Euroliga para JGBasket
Foto: Euroleague