Foto Miguel Ángel Forniés. Una entrevista de Javier Balmaseda
Acaba de cumplir 70 años y sigue siendo un ídolo para muchos. Essie Hollis (Erie, Pensilvania, 16 de mayo 1955) es uno de los mejores extranjeros que han jugado en nuestro país. Era un jugador muy especial por su altísimo nivel técnico y su gran categoría personal y profesional. Era tan bueno que en ocasiones sus propios compañeros lo admiraban como si fuesen unos aficionados más. Un jugador que hasta su llegada a España no habíamos visto, o dicho de otra forma, un adelantado a su tiempo que, incomprensiblemente, nunca llegó a fichar por uno de los grandes de la época. Por suerte para nosotros, no encontró un hueco en la mejor liga del mundo y acabó dejando una huella imborrable en nuestro país, que sigue ocupando un lugar muy especial en el corazón de Essie Hollis. Anoche llegó a Vitoria y estará durante 3 semanas en diferentes actos y homenajes en varias localidades españoles. Pero antes, atiende nuestra llamada de manera muy generosa.
¿Qué es de tu vida? ¿Dónde vives? ¿A qué te dedicas en la actualidad?
Yo vivo ahora en Fort Lauderdale, en Florida, está a 40 km al norte de Miami. Me retiré en junio del 2022. Lo que hago ahora es pescar, siempre me ha gustado. Estuve un tiempo en el dique seco porque me operaron de una rodilla, pero poco a poco fui recuperando mis habilidades.
Estás jubilado.
Sí, ya no trabajo. Lo que hago ahora es… yo tengo una casa en Fort Lauderdale y arreglo cosas aquí, tengo piscina y césped, limpio la piscina y todo eso, y también árboles de palma.
Palmeras.
Sí, palmeras, y arreglo esas cosas… saco la basura, cosas normales que hace todo el mundo, pero un poco más ya que tengo que encontrar cosas para ocupar mi tiempo.
No te aburres.
No, y aparte de esto sigo con la pesca, aunque la tuve que dejar durante un tiempo cuando me operaron de la rodilla.
¿Y qué tal la operación?
La rodilla, bueno… la otra ahora me está dando problemas, pero la que me operé está bien (me la enseña). Ya puedes ver la cicatriz, me tengo que operar de la otra.
La pesca ha sido tu gran afición, tu gran hobby.
Sí, muchísimo… es que tengo aquí, estoy mirando… a ver (Essie se pone a contar: 1, 2, 3…) 20 cañas de pescar para agua dulce y para agua del mar. Detrás de mi casa tengo un pequeño lago y hay peces ahí, pero no los comemos. Cuando voy al mar, es a un sitio al norte que está a 1 hora de aquí, se llama Hobe Sound, tiene una playa grandísima, la gente está tomando el sol y hay una parte donde se puede pescar, entonces voy allí con mi mujer y ella toma el sol y yo pesco.
Me acabas de comentar que te operaron de la rodilla, ¿te ha dejado muchas secuelas físicas la práctica del baloncesto? Creo que perdiste la visión en un ojo durante un partidillo.
Sí, las lesiones e incapacidades que tengo son, soy ciego en el ojo izquierdo, las rodillas destrozadas, está el hueso sobre hueso, el dedo pequeño de la mano derecha está mal desde hace 40 años, los dos hombros están mal… qué más, la espalda de vez en cuando me molesta. Nada más, son daños del oficio, si podemos decirlo así.
Hace un tiempo realicé una encuesta sobre los mejores extranjeros que han jugado en España, participó mucha gente, aficionados, exjugadores, periodistas… y entrabas en el top 10, con el hándicap de que muchos, por edad, no te han visto jugar. ¿Eres consciente de que, después de tantos años, sigues siendo uno de los mejores extranjeros que han jugado en nuestro país? La gente en España te sigue admirando, sobre todo en ciudades como San Sebastián o Vitoria. ¿Eres consciente de eso, Essie?
Tengo muchos amigos en España… tengo aquí, ahora a mis nietos. Como te decía, tengo muchos amigos en España y yo creo que he quedado bien con ellos. Como jugador he hecho lo que me gustaba, que era jugar y amar el juego. Yo creo que un jugador que ama el juego hará cosas importantes. Yo tenía una forma de jugar que era un poco más extraña que la de los demás.
Tienes dos hijos. ¿Sigue Damian jugando al baloncesto?
Si, Damian estuvo jugando en Angola en un equipo que se llama Petro de Luanda, después en México y ahora en la liga venezolana.
¿Qué consejos le has dado a tu hijo?
Yo le decía que tiene que amar el juego, porque cuando dejas de amar el juego ya no tienes nada. Yo sigo amando el juego y aparte de eso, soy entrenador de un equipo de High School. Y siempre digo: “Hay que amar el juego”. Si tú amas el juego juegas siempre por el amor, si sufres, sufres por el amor del baloncesto, entonces no se convierte en una tarea. La gente que juega por jugar, cuando llega el momento… ya es un trabajo, pero si juegas por amor, sin más, estás disfrutando de cualquier momento.
Continúas entrenando en High School.
Sí, soy asistente del equipo de baloncesto de una escuela privada, Pine Crest. Llevo ya 10 años, 8 años antes de esto fui el entrenador número 1 en una escuela y después estuve 3 años en otra escuela.
Entrenaste a los gemelos Thompson en Pine Crest.
Sí, yo entrené a los gemelos cuando era asistente de la High School, en el año 2021, era el último año de ellos en la escuela. Se presentaron anoche (lunes 19 de mayo), yo estaba dando clases particulares a jugadores y no sabía que iban a venir, vino uno de su clase, Zion Sampaio, un brasileño, y dijo: “Oye, que vienen los gemelos a jugar un poco”. Y estuvimos allí hasta las 9 de la noche. Fueron elegidos entre los cinco primeros del Draft del 2023. No hicieron su último año de High School, se fueron a una corporación que se llama Overtime Elite (OTE), donde se entrena a los jugadores, tienen la escuela allí, les dan clases para prepararlos en un futuro cuando ganen mucho dinero para que no lo pierdan y todo eso.

Zion Sampaio, Amen Thompson, Ausar Thompson y Essie Hollis
¿Cómo fue tu experiencia con ellos?
Al principio, cuando vinieron a la escuela estaban en octavo grado, que aquí es tener 14 años, y yo decía: “¿Quiénes son estos?”. Y todos: “Los gemelos Thompson”. Yo decía: “Pues bien”. Cuando pasó un mes, me enteré de que eran sobrinos de un amigo mío contra quien había jugado hace años, conocía bien a su tío, se llamaba Sean Thompson, lo mataron en Jamaica, le robaron unas cosas y durante el robo le pegaron un tiro en el pecho. Pero al principio no sabía que ellos eran sus sobrinos. Y al entrenar, ya todo estaba claro. Como éramos muy amigos llegué a conocer a su padre, que se llama Troy Thompson, y a casi toda la familia, a la mamá y a la gente que estaba alrededor de ellos.
¿Hay algún momento con ellos que te haya marcado especialmente?
En un partido, cuando estaban creo que en décimo grado, tenían 16 o 17 años, de repente viene uno y hace un drop step, es cuando vienes y haces un giro, pero estás de pie todavía, y después giras y te levantas del suelo. Y un amigo mío, otro asistente que estaba conmigo en el banquillo, decía: “No, esto no lo va a hacer”. Pero giró, saltó e hizo un mate tomahawk por detrás de la cabeza, al estilo Domique Wilkins. Hizo el drop step, que es un paso para salvar la defensa, un giro por aquí y al girar por el otro lado se levantó del suelo y machacó. Y mi amigo me dijo: “Oye, estos van a ser un problema para los demás”. Y ahí empezó todo. Aquel año no tuvimos esquemas en ataque, nuestros esquemas eran en defensa, pusimos a los dos, que tenían una envergadura de 2,05 o 2,08 m, y claro, no dejaban pasar balones, y cuando salían en contraataque, mate, mate, mate. Eran increíbles, podían cubrir a cualquier persona, los bases que vinieron, que eran igual o más bajos que ellos, los suplicaban, no podían penetrar. Terminamos perdiendo un partido en toda la temporada, ganamos el título estatal. Nuestra escuela tiene alrededor de 1000 alumnos y cuesta alrededor de 47000 dólares al año por estudiante. No va mucha gente, solo los ricos.
¿Eran tan trabajadores como tú? Creo que eso es imposible, Essie.
Estos chicos, no sé si has leído su historia, cuando eran jóvenes pusieron un papelito en el frigorífico con los retos que querían hacer, y al final decían: “Queremos entrar en la NBA”, y esto estaba siempre con ellos. Trabajaban, no como yo, es muy difícil porque yo tenía un hambre… pero ellos, con el juego en los veranos y jugando con gente mayor y con más habilidades, subieron mucho su nivel de juego.
¿Cómo son los gemelos Thompson fuera de la cancha?
Son muy tímidos. Yo siempre estoy en contacto con ellos a través de Instagram.
Oigo a tus nietos, Essie. ¿Cuántos tienes?
Tengo dos, uno se llama Ahmos y el otro se llama Ethos. Amos nació en Italia y Ethos en Portugal.
¿Juegan al baloncesto?
Bueno, uno tiene 8 años y acaba de venir de un entrenamiento de béisbol, está practicando el béisbol en este momento. El otro es un pez que tiene 4 años y pico y es muy activo. Los dos son zurdos.
Tú eres diestro.
Sí, yo era diestro, pero me hice daño en el hombro y durante ese tiempo seguía practicando con la izquierda, y aquello me abrió camino para poder hacer más juego porque ya tenía las dos manos mejor.
Ahora que estamos hablando de los más jóvenes, me gustaría ahondar en tu infancia, tus años en Erie, Pensilvania, cuando eras niño. Cuéntanos a qué se dedicaban tus padres, cuántos hermanos tenías, si tuviste una infancia feliz…
Nací en Pensilvania, Erie, en el año 1955. No hacía mucho deporte, pero en la calle hacíamos cosas como correr, yo me acuerdo que teníamos bloques, no sé si has visto cómo se forman los bloques en los Estados Unidos.
¿Los edificios?
Sí, los cuadros, recuerdo que con un amigo, empezaba yo a correr por un lado e iba en la dirección opuesta, y corríamos a ver quién llegaba primero. Estas cosas fueron los comienzos en el deporte. Y después subiendo árboles y saltando edificios (interrumpe la conversación su mujer, que le dice algo a Essie). Yo estoy hablando con mi mujer de mi hijo, mi mujer es de Brasil, pero hablamos medio italiano, portugués e inglés.
¿Eras buen estudiante?
Los estudios bien, yo era un estudiante bastante callado en la clase, era el más grande en mis años de la escuela. Empecé a jugar al baloncesto con 10 o 12 años, pero no era nada serio, era una cosa que hacía… pero no practicaba, además yo era músico, tocaba la guitarra, así que la mitad del tiempo lo dedicaba a la música y un poco de tiempo para ser jugador de baloncesto. Un día me cogió un entrenador de la iglesia, me dijo: “Ven a jugar”, porque era muy alto y tal. Y seguí jugando y llegó un punto en el que quería parar porque todo el mundo me decía: “No vales para nada, eres alto, pero nada más”. Y de repente digo: “Voy a hacer que esto funcione”. En mi último año de Middle School el entrenador mandó una lista de jugadores a High School, yo estaba en la lista, pero estaba al final y tenía una nota detrás de mi nombre diciendo: “Tú puedes ver a este jugador, es alto, pero no vale para nada”. Recuerdo que mis amigos me decían cosas malas: “Feo, no vales para nada” cosas así. Y yo diciendo: “Bueno, un día vais a reventar porque voy a entrenar sin parar hasta que pueda jugar”. Y ese verano, entre mi grado noveno y décimo…
¿Cuántos años tenías?
14 o 15 años. Ese verano estaba jugando, me levantaba a las 7 de la mañana y me iba a jugar alrededor de mi casa, había una cancha a 1 kilómetro de casa, iba allí votando la pelota y estaba desde las 8 hasta la 1 de la madrugada, con la mentalidad de que: “Si paro ahora a la 1, igual hay un jugador que está todavía jugando y puede ser mejor que yo”. Y desde entonces yo decía: “Voy a hacer que este sea mi año de breakout”. Esto significa que un año sales de ser un jugador normal y acabas siendo un jugador mejor que los demás. Hay dos equipos en High School, un equipo de JV, que es un equipo pequeño, y luego un equipo grande. Yo fui a una prueba para el equipo pequeño, llegué allí, empecé a jugar y estaba machacando a todos. Había gente que decía: “Oye, ¿quién es este jugador? Se parece a Essie, pero Essie era torpe y feo y no sabía jugar”. Me gané un puesto en JV y a los dos o tres partidos, que tenía un promedio de 38 puntos por partido, vino el entrenador del equipo grande de High School, y me dijo: “Tú juegas bastante bien, ¿por qué no vienes al equipo grande?”. En el equipo grande este año tuve un promedio de 18 puntos y el año siguiente 21 puntos, y mi último año 31 puntos, es un tanteo que sigue siendo el récord, sigo primero en los puntos que metía un chico de High School.
¿Qué tipo de entrenamientos hacías desde las 8 de la mañana hasta la 1 de la madrugada? Son muchas horas, ¿dónde comías…?
Lo que hacía era jugar desde las 8 a las 10 con los jugadores que venían, jugaba 1 x 1 con ellos. A las 12 o así me iba a casa a comer, pero si tenía dinero me iba a una tienda para comprar algo para comer y seguir allí. Después volvía a la cancha a las 2, venían otros jugadores, jugaba con ellos unas horas, y después haciendo tiros y bote. Luego venían otros a las 6 o 7. Yo estaba en un sitio que tenía las luces de calle, o sea, se quedaban encendidas toda la noche, entonces cuando se iban el resto a las 12 o así, yo me quedaba otra hora o más pensando que podía haber alguien trabajando más que yo. Y así todos los días, al final es como si hubiese hecho 3 temporadas en un verano, era increíble. Mis amigos venían y me decían: “Oye, ¿nos vamos a ver a unas chicas o a estar por ahí, beber cerveza…?”. Y yo decía: “No, tengo una cosa que hacer aquí”. Mis amigos al final venían a jugar contra mí 1 x 1. Ellos antes me machacaban y cuando jugaron conmigo les machaqué a todos. Cuando vinieron la siguiente vez dijeron: “Yo no juego contigo”. Y yo: “Por favor, juega conmigo, vamos a 21 y te doy 18 puntos de ventaja”. Yo tenía tanta rabia por lo que me decía la gente, que les gané 21 a 18, así de claro.
O sea, llegabas solo a las 8 de la mañana y te ibas solo a la 1 de la madrugada.
Solísimo, casi todo el día estaba solo menos el tiempo que venían mis amigos para verme. Yo tenía una novia o una conocida, bueno, novia, y quería hablar conmigo y tal, tenía uno de esos coches brillantes, y me decía: “Oye, ven conmigo…”. Y yo: “No, tengo cosas que hacer aquí”. Sí, estaba obsesionado con ser un jugador, no para ser famoso, pero sí para vengarme de todos los amigos que me dijeron que no podía jugar, y del entrenador que me ponía al final de la lista, tenía todo eso dentro de mí. Fui allí a la universidad y yo tenía más de 100 ofertas de universidades en los Estados Unidos, desde la costa oeste, UCLA, Florida, Luisiana, Texas y… te acuerdas de Bobby Knight, ¿no?
Sí, claro.
De Indiana, me escribía cada dos días, pero yo como amaba mucho a mi mamá no quería irme muy lejos de casa, y me fui a una universidad que estaba a 1 hora y pico de mi casa, era una universidad bastante famosa, la Universidad de San Buenaventura.
¿Cuántos hermanos eráis?
Éramos 9 hermanos en total, conmigo 9. Yo era el mayor, a veces los llevaba conmigo al parque y ellos me cogían los rebotes cuando yo tiraba.
Tengo entendido que con algunos de tus hermanos hacías también algunos juegos o ejercicios muy peculiares, como tirar pelotas de tenis en un cubo de basura.
Ah, sí, era con mi hermano Roy, y también con Charles. Había un cubo donde teníamos todos los calcetines, cogíamos una pelota de tenis y hacíamos partidos de 100 pelotas metidas tirando sentados desde el sofá, nos poníamos a tirar hasta que uno llegaba a 100.
Háblanos de tu etapa en la universidad. Me has dicho que te llegaron más de 100 ofertas. Fuiste un buen jugador universitario, de hecho eres elegido en el puesto 44 del Draft del 77 por New Orleans Jazz. ¿Cómo viviste esos años en la universidad? ¿Tenías mucha ilusión por jugar en la NBA?
Mi motivo para jugar, como te decía, no era llegar a jugar algún día en la NBA. Mi motivo era demostrar a todo el mundo que podía ser mejor de lo que ellos pensaban. Al terminar mi tiempo en High School, llegó un día mi entrenador y me dijo: “Te quiero enseñar una cosa”. Me llevó a su oficina y en una de esas cabinas donde pones tus cosas de jugar, los zapatos, el uniforme y todo, había una que era la suya y estaba vacía.

Foto-M.-A.-Fornies
¿Te refieres a la taquilla?
Sí, la taquilla. Y cuando me abrió la taquilla había cartas, casi la mitad… yo diría 1,50 m de la altura de la taquilla estaba repleta de cartas, casi llegaban a la mitad de la taquilla. Y me dijo: “No te quería enseñar esto hasta que casi terminásemos la temporada, pero tienes algunas ofertas importantes”. Estuve casi un día para separar las cartas, yo escribía en un papel los nombres de las universidades que me querían, y al final me quedé con San Buenaventura. Fui allí en el año 1973, en septiembre más o menos, también había dos equipos, uno pequeño y otro grande. Yo formaba parte de un grupo de tres jugadores, uno se llamaba Jim Baron y el otro… al final de nuestra época en la universidad éramos los capitanes del equipo. Estos dos compañeros jugaron en el equipo pequeño y el entrenador me escogió a mí para el equipo grande.
¿Es Jim Baron el padre de Jimmy Baron y Billy Baron, que jugaron en España?
Sí, es el padre. Los dos hijos eran tiradores increíbles. Y nada, mi primer año en la universidad, los primeros tres partidos el entrenador me vio y me decía: “Te voy a empezar a poner en el cinco inicial”. Y yo decía: “Bien”. Y después del cuarto, quinto o sexto partido vi en el equipo muchas caras que me miraban mal, y yo decía: “Oye, coach, si es un problema, porque veo que hay algunos jugadores que no están conformes…”. Yo estaba jugando y metiendo un promedio de 15 puntos por partido. Y el entrenador me decía: “Essie, tú eres jugador y yo soy el entrenador, tú juega y yo entreno, y ya está, olvídate, olvídate de ellos, tú eres mi jugador y yo te pongo donde creo que vas a estar”. Desde el cuarto partido de mi primer año, empecé de titular todos los partidos hasta el final de mi carrera en la universidad. El primer año jugué de 3 y el año siguiente había un pívot en mi equipo el primer año, un 6,9 con mucho talento, sabía meter puntos… y el año siguiente se fue, yo era un 6,6, 1,98m, y aunque había gente en el equipo de 2,05 o 2,10m, yo tenía que jugar de pívot. Mi promedio el primer año era 16 o 17 puntos por partido, el año siguiente mi promedio bajó porque tenía que cambiar mi juego porque tuve que jugar debajo de los tableros, y mi promedio bajó a los 13 puntos por partido. El año siguiente, mi tercer año, me adapté bastante bien a jugar en este puesto, mi promedio fue 17 puntos por partido, y mi promedio del último año era 21 puntos por partido, con 9 rebotes, me quedé segundo, y sigo segundo en los rebotes en total de todos los jugadores que vinieron a la universidad, con 1,98m, fíjate.
¿Cómo les explicarías a los más jóvenes, a los que no tuvieron la suerte de verte jugar, quién es Essie Hollis, qué tipo de jugador eras?
¿Tú sabes de las películas de los Cowboys? Que llegaba un cowboy al pueblo y era especial porque era muy rápido, tenía unos fundamentos muy buenos y tal… Cuando vine a España vine con ganas de jugar, estuve en el San Sebastián, era el Askatuak. También venía con un poco de rabia porque aunque me eligieron en el puesto 44 y fui el primer elegido en el Draft por New Orleans, ellos me cortaron y vine a España con rabia por haber sido descartado, y otra vez decía: “Voy a hacer que la gente se acuerde de mí”, pero total. Cuando yo vine muchos equipos necesitaban bases, necesitaban aleros, necesitaban pívots, pues yo jugué en todos estos puestos porque durante el verano jugaba en todos esas posiciones. La gente tenía una queja, no es una queja, pero tenían una imagen de mí, algunos me llamaban buen jugador y otros me llamaban chupón porque tiraba mucho, y te voy a contar una historia, estaba en el Areslux y conmigo estaba un hombre que se llamaba, bueno, que se llama Mendiburu, no sé si lo conoces.
Claro, Javier Mendiburu, jugaba de pívot.
Sí, pívot, muy bueno, excelente. Empezamos la temporada y yo decía: “Tengo un jugador en el equipo que me puede ayudar mucho en hacer puntos, igual hacemos un buena temporada”. Empecé con un promedio de 24 o 25 puntos y Medi tenía un promedio de 25 o 26 puntos, porque aparte mi promedio tenía también como 10 rebotes y 8 o 10 asistencias. Y un día me llama mi agente: “Oye, te quieren cortar”. Y yo decía: “¿Qué?”. Y dice: “Sí, te quieren cortar porque no estás metiendo puntos”. Y yo decía: “Estamos jugando en equipo y tal y cual, ¿qué más quieren?”. Y él: “Es que quieren puntos”. Y yo: “¿Quieren puntos?, pues les doy puntos”. Y en los próximos tres partidos metí 45, 48 y 46 puntos y cortaron al entrenador, que era Pedro Zorrozúa, era un buen entrenador, tenía una filosofía del equipo muy buena, pero no era el que querían los directivos. Yo era como un cowboy, que todos los equipos pensaban: “Queremos un jugador que pueda coger rebotes, cogemos un pívot, pero necesitamos también un alero que sepa tirar, cogemos un alero, también necesitamos un base que suba la pelota… necesitamos tres personas en este equipo. Yo conozco a un jugador que sabe hacer de todo”. Y por eso me quedé como un jugador que hacía todo, todos los equipos grandes me tenían miedo porque pensaban que no podía jugar en equipo, que necesitaba la pelota en mis manos, pero lo que no sabían es que yo jugaba en el puesto de dos o tres jugadores. Así era mi carrera. Me decían que me quería el Joventut, pero al final nada. Lo que me hubiera gustado era jugar en un equipo como el Real Madrid o el Barcelona donde podían tener jugadores en cada puesto, y yo jugando 28 o 30 minutos tal vez, como un Brian Jackson que jugaba unos 25 minutos y no se estresaba mucho, solo hacía un par de trabajos… me hubiera gustado hacer esto, pero no era mi trabajo, mi trabajo era jugar de pívot, poner tapones, coger rebotes, meter puntos.
Hacer de todo.
Hacer de todo, por eso me convertí en un todoterreno, un jeep.
¿Ha cambiado mucho la forma de entrenar?
Yo, aparte de ser entrenador en una High School privada, soy también un trainer particular, me pagan para dar clases de baloncesto individual.
¿De técnica individual?
Sí, todo técnica, y claro, no les puedo enseñar a tirar cómo tiraba yo porque era todo incorrecto (risas).
¿Y cómo tirabas tú?
Por detrás de la cabeza, y para hacer el tiro tenías que saltar bastante porque necesitabas tener tiempo para sacar la pelota por detrás de la cabeza, era casi imposible ponerme un tapón, aunque había un jugador que se llamaba Indio Díaz, que jugó en Zaragoza, era muy inteligente y me ponía unos tapones… porque él, en vez de intentar ponerse frente a frente se iba a mi lado, y un remedio para evitar eso era darle una finta pequeña antes de tirar. Los jugadores de ahora ven cosas de los profesionales, pero la NBA no es un baloncesto puro, el baloncesto puro está en las universidades, este es un baloncesto puro. Yo a mis jugadores les enseño desde el suelo hasta arriba, o sea, hacer bote, la forma correcta de tirar, la forma correcta de jugar en defensa… en todos los aspectos. Les cojo un día y no vamos a la cancha, nos vamos a la televisión o al youtube y hablamos de los tipos de defensa, cómo atacar, anticipación en el juego, y todos los aspectos del baloncesto. Aparte de esto, los jóvenes tienen que ir ahora más que nunca a la sala de pesas, tienen que hacer pesas.
¿Tú hiciste muchas pesas?
Lo que hacía yo… había un amigo, no sé si sabes de esta familia, se llama la familia Blanks, y su hermano Billy Blanks era actor y hacía un arte marcial, creo que taekwondo, y tenía un hermano que se llama Joe Blanks, que medía 1,80 o 1,90 m, que era una bestia, tenía un pecho como el de Arnold Schwarzenegger y una espalda como un gorila de estos grandes, era súper fuerte, podía levantar del suelo los primeros Volkswagen, las ruedas por encima de la tierra como dos o tres pulgadas. Era muy fuerte y era zurdo, y su padre era el dueño de un camión de basura, y lo que hacíamos era ir y recoger basura en el barrio. Ya sabes, con la lluvia y con las cosas que tiraban a la basura, las latas grandes pesaban mucho… por tanto no hacíamos pesas, pesas, pero hacíamos estas cosas para ponernos más fuertes. Hoy en día los niños no hacen cosas como esas, creen que si juegan al baloncesto un par de horas al día llegarán a ser grandes jugadores. No sé si has visto a Ja Morant, es una bestia, ¿has visto los mates que hace? Mide más o menos como yo, pero salta y todo eso. No lo conozco personalmente, pero por lo que he leído y he visto, su padre le tenía también por la noche entrenando, lanzando ruedas, saltando a la comba y tirando… Igual que Jalen Brunson, el base de los Knicks. Ja Morant tiene alas, como los gemelos Thompson, vuelan. Morant tiene una potencia increíble, y los gemelos igual, pueden saltar casi desde fuera de la zona, por un lado o por el otro, por el frente, y hacen mates, ponen tapones… Ellos son capaces de hacer mates saltando desde unos pasos antes del semicírculo que está en la zona, el de las faltas en ataque. Pero yo tengo algunos niños en mi equipo que cuando les digo: “Tenemos entrenamiento hoy, ok, muy bien, vamos a la sala de pesas”. Y ellos: “Oh, no”. Aunque están en una escuela donde son los mejores en cuanto a notas, creo que somos los primeros en Estados Unidos académicamente, en el caso de los chavales que entreno es cuestión de participar, no de ganar partidos, o sea, si nos hemos divertido y hemos jugado ya estamos bien. Los niños ahora son diferentes de cuando yo estaba creciendo, antes jugabas al baloncesto porque lo amabas, ahora ellos juegan para ganar dinero y ser famosos, es totalmente diferente.
¿Por qué no pudiste dar el salto a la NBA? Todos los que te vieron jugar en España alucinaban contigo, decían que eras un jugador súper espectacular y que podías haber tenido hueco en la mejor liga del mundo. ¿Qué pasó?
Yo me fui al campus en el 77 con New Orleans Jazz, ¿y sabes quién estaba allí?, Abdul Jeelani, que era un zorro, este tío era muy inteligente. Y llegaron dos jugadores veteranos, pero yo metí bastantes puntos y fui el máximo reboteador del campus. Sin embargo al general mánager, que era Elgin Baylor, no le gustaba, y él decía que no se quedaba conmigo porque yo era demasiado parecido a él y no quería que yo fuera como él, o una cosa así. Pero en realidad, hace un par de años hablé con un hombre que era jugador en San Buenaventura, y resulta que Elgin Baylor quedó en vengarse de este hombre que le ganó un partido cuando ellos dos estaban en la universidad. Por lo visto Baylor decía que odiaba cualquier cosa de San Buenaventura, y claro, cuando yo llegué yo era de San Buenaventura… Eso es lo que he oído. Aparte de esto, llegaron dos jugadores veteranos al equipo, uno se llamaba Truck Robinson, que era un tanque, y Pete Maravich.
Vaya dos.
Sí, vaya dos (risas). Todo esto también influyó en mi proyecto de jugar en la NBA. Jugué para un par de equipos más, estuve en el Washington D. C. con un equipo del barrio y jugamos una liga de verano donde jugaban todos los profesionales. Yo jugué allí y había un jugador en mi equipo que en un partido hizo 49 puntos y yo hice 29 puntos, y me decía: “¿Por qué no vienes a jugar en el Campus de los Bullets de Washington?”. Y él se fue y yo le dije: “A ver si me pueden pagar para no irme a Europa, si no me voy a Europa”. Y él: “No, tú tienes que venir por tu cuenta”. Y yo decía: “Pues no vengo, ya está”. (risas). Fui a otro equipo, a Atlanta, estuve allí y había un jugador que era el primer elegido y le estuvimos machando, pero todo el mundo, machacándole, y contó que le llamó su agente y le dijo: “Tú tienes que decir que te duele el hombro o el tobillo porque he oído que te estás machando, pero todos, machacándote claramente”. Y al día siguiente dijo que tenía mal la espalda o algo así. Y claro, como él era el primer elegido se quedó dentro del equipo y nosotros fuera. Y esta fue la última vez que intenté entrar en un equipo de la NBA. Había otros equipos de otra liga, aquí en Florida, que me querían fichar, estuve en un partido de prueba, entrenamos todos los días, haciendo actividades como bote, tiro… y al final jugamos un partido final contra otro equipo e hice 50 puntos en este partido, y ellos me decían: “¿Quieres venir a jugar con nosotros? Quédate”. Y yo decía: “¿Cuánto me podéis pagar?”. Y me dijeron: “Unos 2000 dólares…”. Y yo: “Gano el doble en Europa y además tengo que pagar el coche, casa… en Europa no tengo que pagar todas esas cosas, me pagan todo”. Y nada, me fui para Europa.
¿Por qué el Askatuak? Era un equipo que había debutado en la antigua Primera División en la temporada anterior (76/77) ¿Conocías algo de España o San Sebastián?
Había un entrenador muy listo y muy buen hombre, y muy zorrillo también, que se llamaba Antonio Gasca, y nos pescó a mí y luego a Nate Davis… no sé cómo lo hizo, pero él tenía una manera de coger jugadores buenos, tenía una mano… Vine a España, jugué el primer año, estaba con otro americano que se llamaba Ken Beasley, uno iba a jugar en la liga y el otro en la Copa Korac, concretamente él iba a jugar la liga y yo la Copa Korac. Y después de un par de partidos se quedó en que yo jugué en la liga y él en la Copa Korac.
¿Cómo fue tu adaptación a España? ¿Qué cosas te sorprendieron más de nuestro país?
Cuando vine me costó aprender el idioma, pero llevaba un libro que cogí de casa para aprender español. Primero tuve que aprender bien el inglés, porque solo en la escuela nos enseñaban un par de partes del idioma, entonces lo que tuve que hacer es aprender toda la gramática, cosas que para una persona común… por ejemplo, estoy seguro que en tu idioma hay cosas que igual no has oído… tú tienes que aprender inglés primero para saber las frases o los nombres de las frases, o como construir las frases, o sea, toda la gramática en inglés en definitiva. Yo creo que eso era para mí un poco difícil, pero me gustan los idiomas, era una cosa que me gustaba. Además me encantaba la gente, me encantaba la forma de ser la gente. En mi primera etapa allí tenía que acostumbrarme a las horas, después de comer yo salía a la calle a hacer cosas, hacer compras… y estaba todo cerrado, no sabía lo de la siesta (risas). No hay nadie en la calle, las tiendas están cerradas, ¿qué pasa aquí?
¿Terminaste echándote la siesta?
Sí, la siesta, hasta el punto de cuando llegué a Estados Unidos, después de estar un año en España, quería echarme la siesta allí, en Estados Unidos. La comida en España fenomenal porque siempre tenía una mente abierta para la comida. Tenía buenísimos amigos, te puedo decir que tengo más amigos europeos que aquí en los Estados Unidos, porque he estado tantos años allí que sigo estando en contacto con muchísimos de ellos.
¿Con quiénes mantienes el contacto?
Con Josu Pérez, Iñaki Garaialde, Lorenzo Motos, y después un mánager del equipo, que era como un hermano para mí, que se llama Fernando Martínez, que se murió hace cinco o seis años. Y otro Miguel Galdona, que jugué con él en el Askatuak, hay muchísimos más. Con estos sigo manteniendo el contacto, hablo con mucha gente de las ciudades donde he estado, León, Vitoria, San Sebastián, tengo un amigo en Santander que se llama Castillo, Casti.
Hasta tu llegada a nuestro país, en nuestras canchas no se habían visto jugadores tan espectaculares como tú. ¿Qué recuerdas de tus primeros entrenamientos en España cuando llegas al Askatuak? Supongo que tus compañeros de equipo alucinarían contigo.
Yo creo que sí, una vez en Anoeta, que era un velódromo, entrenábamos a un lado, estaba tirando tiros libres y metí 147 de 148, la gente decía: “Este tío no es de este mundo”. Yo estaba un poco sorprendido, pero como entraban yo seguía tirando. Y de correr y saltar y todo eso, yo creo que no lo habían visto, estaban un poco sorprendidos de lo que hacía en la cancha. Yo siempre me quedaba al final de los entrenamientos para hacer extras, saltar a la comba, hacer sprints extras, flexiones… lo que sea para mantenerme en una buena forma.
Eras un ídolo para muchos a tu llegada a España. ¿Cómo era dar una vuelta por San Sebastián, Granollers, Vitoria o León? ¿Notabas el cariño y la admiración de la gente?
Por supuesto, cuando me preguntaba la gente cómo era ser un jugador en Europa, yo decía: “Tenemos el mismo status que los jugadores en los Estados Unidos, tú vas a algún sitio y te piden autógrafos, te hacen fotos…”. Yo no salía mucho, salía para hacer compras y estar con los amigos del equipo. Pero estoy muy agradecido a la gente, era un status de estrella.
Seis fueron tus equipos en España, Askatuak, Granollers, Vitoria, León, Mallorca y Hospitalet, pero ¿no te llegó el interés de alguno de los equipos grandes por entonces, Real Madrid, Barcelona o Joventut?
He hecho amigos en todos los equipos en los que he estado, pero así es la vida, si me hubiera fichado Madrid, Barcelona o Joventut, hubiera sido muy bueno estar en un equipo así. Por lo que he oído, muchos equipos me tenían miedo porque mi juego era más individual, claro, si un equipo quería un jugador que hiciese de todo y encima fuese muy barato, ese era yo, o sea, si hacían falta puestos como un base, un 3 o un 5, como yo jugaba en los 5 puestos, me contrataban a mí. Oí, hace tiempo, que me quiso fichar Joventut, pero al final no me dijeron nada, así que fui dos años a Italia y seguía jugando en este plan, porque todo el mundo sabía que yo era un jugador que podía cambiar un equipo sin contratar a otra gente como bases o pívots. Pero sí, me hubiera gustado jugar en un Barcelona o Real Madrid, como un amigo mío, Brian Jackson, que también era muy buen jugador y muy buena persona. Él en su equipo jugaba 20 o 25 minutos por partido, y si yo hubiese estado este tiempo en la cancha igual mi carrera hubiera sido un poco más larga, pero como tenía que jugar los 40 minutos casi todos los partidos, pues aquí me tienes.

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Si te hubiesen puesto la oferta del Madrid y Barça encima de la mesa, ¿hubieses sido capaz de elegir a uno de los dos?
Pues sí, con mucho gusto, dependía de ellos, me hubiera gustado jugar 20 o 25 minutos. Madrid o Barcelona, buah, estar con Lolo, muy bien, o con el señor Aíto… son entrenadores que podían estar entonces en la NBA entrenadores de los equipos de élite, o sea, encantado, encantadísimo, cualquiera de los dos, Madrid o Barcelona, me hubiera dado igual porque los dos eran de los equipos más grandes, no solo en España, también en Europa. Hubiera sido un honor haber estado en uno de los dos.

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¿Crees que el baloncesto no ha sido del todo justo contigo? Me has comentado que te pusieron la etiqueta de chupón y no pudiste desarrollar un rol parecido al de Brian Jackson en el Real Madrid. En cualquier caso, muchos de los que te vieron jugar te consideran uno de los mejores extranjeros que han jugado en España.
Depende, como tenía una pasión por jugar no me importaba. Yo siempre le he dicho a mi hijo que juegue por el amor al baloncesto. En mis contratos me ponían todo lo que había en un contrato normal, más las llaves del pabellón porque cada día, antes de la comida, jugaba dos horas. Mientras los demás entrenaban 2 horas y media al día, yo entrenaba 5 o 6 horas al día, y esto era por la pasión del juego, a mí me encantaba jugar tanto. Estuve en un equipo donde había jugadores que se fueron a hablar con el entrenador porque yo tenía un promedio de 30 puntos en la pretemporada, y llegó el entrenador y me dijo: “Oye, Essie, tus compañeros quieren que repartas más y que tires menos”. Y yo decía: “Pues sí”. Y era en la época que había 8 equipos y 2 categorías en España, o nos quedábamos entre los primeros 8 o entre los últimos 8. Había dos grupos, y yo decía: “Si es un bien para el equipo lo hago”. Los próximos 4 o 5 partidos los perdimos todos, los jugadores que creían que podían meter puntos y tal, no lo hacían, y yo decía: “Esto no está funcionando, lo que voy a hacer es volver a jugar como yo sé jugar, y a la mierda lo que dicen ellos, yo voy a jugar a mi manera”. Y al final acabamos llegando al primer grupo.

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¿En qué equipo fue esto?
En el Caja de Álava. En una ocasión hablé con un amigo, Iñaki Garaialde, y le estuve contado esta historia… Bueno, nos clasificamos y lo más importante era eso. Iñaki era un jugador muy bueno, saltarín, no muy alto, pero una bestia en lo que hacía. Hubo momentos malos, pero por el amor al baloncesto no pasaba nada, yo jugaba igual.
¿Qué rivales te impactaron más de nuestra liga?
Había muchos jugadores que para mí eran muy buenos, en cuestión de los españoles había gente como Epi, Corbalán, Llorente, Iturriaga… muy buenos, y jugaron en equipos muy buenos. Mi sueño por entonces era ganar a un equipo grande y casi lo conseguí en un partido contra el Joventut, contra Santillana y compañía, casi ganamos, pero al final perdimos por 3 puntos. Entre los jugadores americanos, hay muchísimos grandes, como Nate Davis, era lo que su nombre dice, un extraterrestre, David Russell, John Pinone, Joe Galvin… hay muchísimos. Ellos también eran parte de mi desarrollo como jugador. Y también un jugador en especial, con quien he jugado en Palma de Mallorca, le llamo Súper Mario, era un jugador que medía 1,80 y pico, tenía un juego muy sencillo y siempre hacía alrededor de 20 puntos, se llama Mario Aguado. Era increíble, me impresionó muchísimo.

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¿Qué aficiones tenías en España fuera del baloncesto? ¿La pesca?
La pesa no tanto. En San Sebastián me gustaba ir a la playa para sentarme y meditar, ese año la mayoría de mi tiempo estaba dedicado a cosas para estudiar, lo que iba a hacer con mi vida normal. Yo era profesor de una escuela, enseñaba español en Estados Unidos cuando terminé con el baloncesto. Me dedicaba a estudiar, visitar los sitios, me gustaba ver los edificios antiguos, el arte, museos y todas esas cosas.
Te pusieron varios apodos, Helicóptero, Superbeltza.
Saltaba bastante, pero era el timing. A veces tenía una manera de jugar que siempre miraba al defensor, cuando él saltaba, yo saltaba un poco después, entonces parecía que yo estaba en el aire y él estaba bajando. Y me dijeron: “Joder, tío, eres como un helicóptero, te quedas en el aire tanto tiempo…”. Pero era cuestión del timing. Y Superbeltza, en San Sebastián en mi peor partido creo que metí 30 puntos, los demás partidos eran 40, 50, uno de 60. Y todos los partidos metiendo muchos puntos.
Has jugado y brillado en varios equipos en España, Askatuak, Granollers, Vitoria, León, Mallorca y Hospitalet. ¿Qué fue lo más destacado en cada uno de estos clubes?
Si yo diría una cosa de estos equipos era la amistad y el cariño con que me trataron cuando estuve allí. Yo tenía en cada equipo como dos o tres mamás, me invitaban a sus casas como si fuera un hijo suyo, y era el cariño y las amistades que he hecho allí, es lo más importante, más importante que el baloncesto. Es una suerte tener tanta gente en tu vida que fueron importantes y siguen siéndolo, puedo seguir hablando con ellos… eso es lo más importante en la vida.
Eso también es gracias a tu forma de ser, Essie.
Tienes que tratar a la gente como te tratan a ti. Yo siempre trataba bien a la gente y si me querían o no me querían me daba igual, es lo que tenía en mi corazón. Por ejemplo, paso por una puerta y abro la puerta, y hay gente que ni dice gracias, y a mí me sale esto y otras cosas, es lo que tengo en mi corazón, estoy satisfecho de lo que he hecho con ellos.
Llega el momento de que esta entrevista se convierta en un homenaje a Essie Hollis, así le podréis escuchar respondiendo a diferentes personas que estuvieron cerca de él durante su periplo en España. Para ello, rescatamos los audios de un trabajo realizado hace unos años sobre este jugador. Participan: Josu Pérez (compañero en Askatuak), Iñaki Almandoz (presidente de Askatuak), Jorge Plaza (administrador del grupo de facebook BA-LON-CES-TO), José Luis Subías (compañero en Granollers), Franco Pinotti (periodista y amigo), Mikel Cuadra (compañero en Vitoria), Iñaki Garaialde (compañero en Vitoria), José Luis “Indio” Díaz (rival de Essie), Aíto García Reneses (entrenador), Xabier Añúa (entrenador), Mario Aguado (compañero en Mallorca) y Sixto Miguel Serrano (periodista y amigo).
AUDIOS.
Por JAVIER BALMASEDA.
Colaborador JGBasket
MIGUEL ÁNGEL FORNIÉS nació en Badalona el 18 de septiembre de 1952. Estudió en los Salesianos Badalona y en el Colegió Badalonés. Servicio Militar en Campo Soto, Cádiz.
Fotoperiodista de Devoción. Colaboró con Eco Badalonés, 5Todo Baloncesto. Desde 1981 con Nuevo Basket como fotógrafo. Primer fotoperiodista en viajar a ver y fotografiar partidos de la NBA en 1984. Europeo de 1973, cinco Mundiales Júnior (de 1983 a 1999). Quince meses trabajando, viviendo y jugando a baloncesto en Argelia (Sidi Bel Abbès).
Mundial de España 1986, Mundial de Argentina en 1990. JJOO de Barcelona 1992 como adjunto del jefe de prensa de baloncesto. Ha escrito dos libros, Crónica de un viaje alucinante (en 2009) y Memorias Vividas (en 2015). Durante 19 temporadas (1996-2014) responsable de prensa del Club Joventut Badalona.
Publicada el 23 Mayo de 2025 a las 06:57
Revisada 26 Mayo 2025