Hoy visita JGBasket Igor Rakocevic, uno de los mejores anotadores europeos de los últimos veinte años. A lo largo de la entrevista repasaremos sus comienzos en el Estrella Roja, su temporada en la NBA, su paso por España y el periplo con la selección yugoslava. Y mucho más.

Igor Rakocevic (Belgrado, Serbia, 45 años) es uno de los mejores escoltas que se han visto en la ACB y en la Euroliga en los últimos años. Formado en las categorías inferiores del Estrella Roja, dio el salto a la NBA en la temporada 2002/2003 de la mano de los Minnesota Timberwolves, pero no tuvo suerte y puso rumbo a España.
Pamesa Valencia, Real Madrid y TAU Céramica fueron sus equipos a lo largo de las cinco temporadas que permaneció en la ACB, convirtiéndose en uno de los jugadores más queridos por la afición del Baskonia. Además, fue uno de los componentes de la selección de Yugoslavia que conquistó el Eurobasket de Turquía 2001 y el
Mundobasket de Indianápolis 2002. Finalmente, se retiraría en la temporada 2012/2013 en el club en el que comenzó a dar sus primeros pasos, el Estrella Roja.

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¿A qué te dedicas en la actualidad?
He sido el vicepresidente de la Federación de baloncesto de Serbia durante 6 años y me encargaba de manejar a las selecciones jóvenes. Hemos tenido muchísimos éxitos.
Ganamos tres medallas de oro, una medalla de bronce, y también hemos desarrollado y descubierto a unos grandísimos talentos que ahora mismo están jugando a un nivel muy alto, como Topic y Tristan Vukcevic, o Jovic, que está en la NBA. Muchísimos jugadores. Yo he intentado ayudar a los jóvenes para que aprendan cómo se hace un jugador a través de todo lo que aprendí en el baloncesto durante mi carrera. Ahora mismo tengo mi academia de trabajo individual, que se llama Academia Score 8. Tengo sobre 15 o 20 jugadores jóvenes. Trabajamos individualmente en la cancha con dos o tres jugadores máximo a la vez, y estoy especializado en jugadores exteriores, es decir, aleros, escoltas y bases.

Tu academia está en Belgrado.
Sí, es en Belgrado.

Igor Rakocevic. Foto Archivo jugador

Igor Rakocevic. Academia Score 8. Foto Archivo jugador

Centrándonos en tus inicios como jugador de baloncesto, ¿qué supuso para ti la influencia de tu padre? Creo que sois una familia en la que este deporte ha estado siempre muy presente.

Mi familia, desde siempre, fue una familia de baloncesto. Mi padre fue muy buen jugador. Entrenó y jugó toda su carrera en el Estrella Roja. También fue jugador del equipo nacional. Mi hermana también ha entrenado al baloncesto y ahora mismo, mi hijo y mi hija, los dos, entrenan en el Estrella Roja. Por tanto, somos una familia de Estrella Roja y de baloncesto. Mi hijo ya tiene 14 años y tiene mucho talento. Estamos trabajando y entrenando juntos casi todos los días. Tiene muchas preguntas. Como nació en Vitoria, él siempre me dice: “Padre, me  gustaría mucho jugar en el Baskonia y vivir ahí”. Yo le digo que nació allí, en Vitoria, y seguramente la gente ahí te querría mucho. Aunque tiene mucho talento y calidad, tiene que entrenar mucho porque Baskonia es un equipo de altísimo nivel. Él está muy motivado y tiene mucha confianza en sí mismo, y eso es una cosa muy buena.

Foto archivo Joventut Badalona. Cortesía Miguel Ángel Forniés

¿Cómo comenzaste a jugar al baloncesto? ¿Cómo entrenabas en esos inicios? Esa
explosividad de piernas que tenías, ¿era algo innato o tuviste que trabajar mucho?

Es una historia bastante divertida. Mi padre, al principio, me llevó para entrenar a natación. Y allí le dijeron que no tenía mucho talento, que no podía ser buen nadador.
Y después me llevó a entrenar al ping – pong, y también le dijeron que no tenía talento para ese deporte. Y el tercer deporte que intentamos fue el baloncesto. Me llevó a los campos míticos del Estrella Roja, y después del primer entrenamiento, yo le dije:
“Padre, a mí me gusta mucho este deporte, quiero entrenar al baloncesto”. Desde el primer entrenamiento me enamoré muchísimo del baloncesto, y hasta hoy mismo. Es mi amor más grande, si hablamos del deporte. Tenía siempre mucha capacidad física.
Además, estaba obsesionado con Michael Jordan, con sus mates y sus saltos. Mi piso estaba en la planta 18 de un edificio altísimo. Y yo siempre, cada día, corría desde la primera planta hasta la planta 18 porque quería mejorar mi salto y mi rapidez. Había leído, en un periódico, que se mejoraba si corrías por las escaleras, así que yo quería
practicar así. Creo que la gente que vivía allí, en este edificio, pensaba que estaba bastante loco porque nunca usaba el ascensor, siempre iba corriendo por las escaleras.
Pienso que eso me ayudó mucho para mejorar mi salto y mis sprints, y todo lo relacionado con las piernas.

Y también corrías con libros atados en las piernas, ¿no?
Exactamente. Yo quería comprar estas pesas que se ponen en las piernas, pero en Yugoslavia no era posible encontrarlas por entonces. De tal modo que pensé en poner libros alrededor de mis piernas, de los isquios y rodillas, y correr así, pero no fue posible.

¿Por qué no fue posible?
Yo tenía esa cinta adhesiva para hacerlo, para atármelos, pero los libros se caían bastante rápido. Por tanto, cuando mi padre lo vio, llamó a un amigo que vivía en Eslovenia y allí encontramos esas pequeñas pesas para mis piernas. Y por fin, pude entrenar así.

Se te recuerda como un jugador con mucho carácter y muy competitivo. ¿Es algo
innato o lo fuiste cultivando con el paso del tiempo?

Yo creo que el carácter es algo que lo tienes o no lo tienes. Se nace con ese carácter. Lo puedes mejorar un poquito, pero la mayoría de tu carácter viene desde el momento en que naces. Por ejemplo, mi hija tiene un carácter muy parecido al mío, un carácter bastante competitivo, y a veces es algo muy bueno, pero otras veces, tener un carácter así te pone mucha presión a ti mismo y nunca te puedes relajar y jugar a cualquier deporte con tus amigos, o a los videojuegos con tu hijo sin esa presión por ganar. Yo siempre me enfado si, por ejemplo, pierdo jugando a los videojuegos con mi hijo, que no es una cosa normal, pero algunas cosas son más fuertes que tú. Es bueno para llegar a un nivel altísimo. He leído que Michael Jordan, Kobe Bryant y muchos deportistas del nivel más alto tienen un carácter así. Hay muchas historias de Michael Jordan de que no le puedes ganar en  ningún tipo de juego, y si eres mejor que él, se enfada, quiere robarte, empieza con nuevas reglas, o cualquier cosa, pero cuando él gana, ya podemos volver a jugar. Es una cosa buena, pero te pones mucha presión y te desgasta mucho.

Foto archivo Joventut Badalona. Cortesía Miguel Ángel Forniés

Supongo que en muchos momentos lo pasaríamos mal con algunas derrotas, o con
algunos partidos en los que no jugases bien.

Cuando jugaba partidos malos y, como todos los jugadores, he tenido muchos partidos que no han salido como yo quería, yo siempre me he castigado a mí mismo con más y más entrenar. Nunca he buscado las culpas en otro jugador, o en el entrenador o cualquier otra cosa. Yo siempre entrenaba las cosas que no había hecho bien a la mañana siguiente de un mal partido. Creo que es una cosa buena porque hay muchos jugadores que siempre buscan la culpa en otros, y eso nunca está bien, así no puedes mejorar y crecer. Yo siempre he querido hacer mi trabajo lo mejor posible y siempre he pensado qué es lo que yo puedo hacer para mí mismo para no repetir los errores de ayer.

Centrándonos en tu etapa con la selección yugoslava, formaste parte de aquel equipazo que ganó el Eurobasket 2001 y el Mundial de Indianápolis en 2002, donde destacaban jugadores, como Divac, Stojakovic o Bodiroga. ¿Cómo era aquella selección?

El año 2001 y 2002 fueron una de las selecciones más fuertes de Yugoslavia, con jugadores como, Stojakovic, Divac, Bodiroga, Tomasevic, Gurovic y otros. Eran increíbles. Yo estaba ahí como uno de los jugadores más jóvenes y no tuve muchos minutos para jugar, pero lo que mi entrenador Pesic, en sus mejores años, me ha dado, yo lo aproveché muy bien. Además, jugué creo que 7 minutos en la final del Mundial que es una cosa muy grande. Creo que el año 2001 no perdimos ningún partido, también en el tiempo de preparaciones y, por supuesto, en el campeonato europeo en Turquía. En el 2002 tuvimos muchísimas derrotas en las preparaciones y también dos
derrotas durante el torneo. Fue el año más difícil para competir porque jugaba Estados Unidos, Argentina, Puerto Rico y otros buenos equipos, y nosotros no estuvimos tan profesionales durante nuestra estancia en Belgrado porque la gente que jugaba fuera de su país, de su ciudad, si tienes que prepararte en Belgrado, quiere salir un poco y verse con amigos y con la familia, y creo que no fue bueno entrenar muchísimo y estar en Belgrado. Tuvimos una parte de nuestra preparación para el Mundial del 2002 en Belgrado. Pero bueno, al final perdimos, creo que con Puerto Rico, y fue el último aviso para ponernos más serios y más juntos. Y después, con un poco de suerte también, con los americanos y especialmente con los argentinos, conseguimos ganar la medalla de
oro en el Mundial.

¿Quién era el líder de aquella selección?

Jugamos muy juntos, muy juntos. Claramente Stojakovic fue uno de los mejores anotadores, anotó muchísimos puntos muy fáciles. Teníamos también a jugadores como Divac, que jugó 10 o 15 minutos increíbles en algunos partidos, incluso contra los americanos. También teníamos a Bodiroga, que jugó increíble los últimos 10 minutos contra los americanos, por ejemplo, y después contra los argentinos. Teníamos muchos buenos roles entre los jugadores para cada partido.

Después del Mundial de Indianápolis te vas a los Minnesota Timberwolves. ¿Era un
sueño para ti jugar en la NBA? ¿Era aquella NBA tal como te la esperabas?

Mi sueño, desde muy joven, era ganar un concurso de mates en la NBA. Ese fue mi único sueño. Muchos compañeros me preguntaban: “Pero bueno, ¿cómo piensas llegar a la NBA? Eso es muy difícil”. Y yo les decía: “No os preocupéis nada, yo voy a llegar a la NBA”. Y después convertí mi sueño de ganar el concurso de mates en solo jugar en la NBA. Esto fue cuando tenía 15 años y jugaba en el primer equipo de Estrella Roja. Recuerdo que un par de jugadores veteranos me dijeron: “Pero Igor, es una locura. Primero tienes que llegar a la NBA”. Yo les dije: “No se preocupen nada. Yo voy a llegar a la NBA”. Cuando yo era joven solo Drazen Petrovic, Sabonis y Fernando Martín eran los jugadores europeos que tenían tanta calidad para entrar en la NBA.
Por entonces era casi imposible. Creo que, en aquella época, hace veinte años, no era tan fácil como hoy llegar a la NBA, especialmente para los escoltas europeos. Esperaba tener más posibilidades para jugar allí, pero tenía un contrato mínimo, y en la NBA los contratos también juegan. Muy raramente un jugador con un contrato muy pequeño va a jugar más minutos que un jugador al que le están pagando muchísimo. A pesar de que entrené muy bien, incluso tenía mucha ayuda de jugadores y entrenadores, el entrenador principal no me dio muchas posibilidades de jugar. Lo que jugué fueron 5 minutos por partido, y jugué unos partidos bastantes buenos. Independiente de mi calidad de entrenamientos y de juego, no me dieron más posibilidades para jugar. Yo
estaba claramente disgustado, pero aproveché muchísimo el tiempo libre allí. Estaba muy fresco porque no jugaba mucho, y aproveché para mejorar cosas que me faltaban, como jugar de base y meter tiros porque antes no era un tirador constante.
Incluso no tenía buenos tiros libres y tiros de tres puntos, pero aproveché casi todo el año en Minnesota para entrenar cuatro o cinco horas al día y mejorar lo que me faltaba.

¿Qué tipos de entrenamientos hacías para mejorar el tiro? ¿Tenías una rutina marcada o eras más de improvisar en estos entrenamientos que hacías por tu cuenta? Hay que destacar que, con el paso de los años, te convertiste en un fantástico tirador de tres puntos. Además, ganaste un concurso de triples en la ACB.

Pues no tenía un plan así. Yo siempre entrenaba según me sentía. Entonces, llegaba al entrenamiento y me decía a mí mismo: “Vas a meter 100 triples y solo puedes fallar uno de cada posición”. Cosas así, pero no tenía una planificación para estos entrenamientos. Claramente mejoré muchísimo mis tiros y el dribling, también mi juego de base, pasar el balón bien… Ese año, aunque no jugué mucho, fue uno de los años cruciales para mí.

Fotos archivo Joventut Badalona. Cortesía Miguel Ángel Forniés

Retomando el tema de los mates, ¿recuerdas hacer algunos que impresionaran a tus
compañeros de Minnesota?

Pues sí, sí. En los entrenamientos hice un par de mates, e incluso Kevin Garnett se paró y dijo: “Pero tío, ¿qué hiciste? Yo no sabía que un jugador tan bajo podía saltar así y hacer mates”. Hice un par de mates en los entrenamientos, de verdad, impresionantes. En un entrenamiento hice un mate en la cara de Gary Trent, que era pívot, y me dijeron: “No lo hagas más porque se va a enfadar muchísimo” (risas).

Los dos equipos que más han significado para ti han sido Estrella Roja y Baskonia.
Sí, los dos equipos de mi vida son claramente Estrella Roja y Baskonia, sin ninguna duda. Yo nací en Estrella Roja y llegué a Pamesa. Cumplí mi promesa con los seguidores y fans del Estrella Roja de jugar mi última temporada allí. Y Baskonia fue el equipo donde jugué mis mejores años, y donde conseguí muchísimos amigos, no solo
de baloncesto. Es un club que siempre va a estar en mi corazón. Me hicieron un homenaje y retiraron mi camiseta con el número 8 en el año 2019, que es una cosa increíble. Creo que es un club que tiene gente que conoce muchísimo baloncesto, Josean Querejeta… También pasaron impresionantes entrenadores por Baskonia. Es el
mejor club posible para un jugador que quiere desarrollarse, mejorar y jugar muy bien.
Al contrario de lo que sucede en algunos equipos, en Baskonia solo debes pensar en baloncesto y jugar, entrenar bien y jugar, nada más. No tienes ningunas distracciones al lado. Fue para mí muy fácil jugar en este equipo. Además, los aficionados me querían mucho desde el inicio y eso me ayudó muchísimo para adaptarme bien. He
tenido unos compañeros fenomenales, como Splitter, Prigioni, Teletovic, Luis Scola, todos estrellas de nivel mundial. De verdad, fue un placer jugar, todavía tengo un piso allí y espero que mi hijo juegue en Baskonia algún día.

Te encantaría que tu hijo jugase en Baskonia.

Sí, me encantaría. Ahora mismo juega en los cadetes de Estrella Roja.

Foto archivo Joventut Badalona. Cortesía Miguel Ángel Forniés

Has hablado de los grandes entrenadores que has tenido. ¿Fue Dusko Ivanovic del que más aprendiste?

Pues mi mejor temporada de toda mi carrera fue con Dusko Ivanovic. Ganamos la Copa del Rey y estuvimos muy cerca de ganar otros trofeos. Era muy duro, costaba muchísimo entrenar porque tenías que hacer todos los entrenamientos al máximo, incluso después de los partidos, pero yo soy un jugador que juega mejor si entrena mucho y si entrena fuerte. Hay jugadores que les gusta mucho estar frescos y no entrenar tanto, y así funcionan, pero yo soy completamente opuesto. Debo entrenar muy fuerte, muy duro y mucho para estar en buena forma, y  Dusko para mí fue el mejor.

¿Y por este motivo empezaste a practicar Jiu-jitsu, es decir, para mejorar esa dureza en el juego y hacer algo extra para el baloncesto?

Ah! Es una historia muy divertida. Mi amigo Bostjan Nachbar y yo jugamos juntos en Efes Pilsen. Como yo llegaba desde Baskonia estaba un poco disgustado porque allí no se entrenaba tan fuerte  como yo estaba acostumbrado. No digo que se entrenase mal, pero para mi gusto, para lo que yo necesitaba, no entrenábamos suficiente. Y yo necesitaba encontrar una actividad fuera de nuestro pabellón para tener más dureza, más fuerza y mejor condición física. No sé cómo llegamos a la idea de intentar entrar en Jiu-jitsu, pero al final  entramos. Bueno, yo después continué entrenando y llegué a cinturón negro hace dos años.

En tu año en el Real Madrid tuviste muchos problemas físicos.

Sí, es otra historia muy divertida. Debajo del parqué de Vistalegre había arena porque cuando nosotros no entrenábamos el parqué se levantaba y era una plaza de toros. Siempre, después de alguna corrida de toros, se quedaba algo de esa arena en el aire y podía salir un poquito de polvo. Cuando desmontaban el parqué para esos eventos de toros, la arena se quedaba en el aire por todo el pabellón y, poco a poco, al arrancar la ventilación, ese polvo que había por todo el pabellón se movía y poquito a poquito bajaba y se quedaba por encima del parqué. Y el campo se resbalaba muchísimo. Los chicos lo limpiaban, pero en dos horas, otra vez, empezabas a resbalarte. Entonces fue un problema muy grande para mis isquios, pero es así. Yo, como era un jugador que cambiaba muchísimo de dirección y muy rápido, al resbalarme me afectaba muchísimo a mis isquios. Tuve tres o cuatro roturas de isquios y nunca pude estar en mi mejor forma. Me perdí dos o tres meses, incluso durante la pretemporada. Perdí muchísimo tiempo y lo tenía muy difícil para entrar en forma y, al final, cuando lo conseguí, cogí paperas y no pude jugar los playoffs. Tuve muy mala suerte y por eso la gente de Madrid pensaba que iba a seguir lesionándome y llegamos a un acuerdo para acabar el contrato. Estaba muy triste porque quería mucho a la ciudad, a los compañeros, todo…
Sin embargo, al final fue ese dicho de que cuando una puerta se cierra se abre otra puerta. Y por eso aquello fue un escenario muy bueno para mí porque llegué a Baskonia.

¿Tuvieron el resto de tus compañeros estos problemas con el parqué?

Algunos. Yo recuerdo que Louis Bullock también tuvo un par de pequeñas roturas de isquios porque él también tenía movimientos muy rápidos. Yo nunca aprendí cómo cuidarme y jugar de otra manera, con menos movimientos o menos sprints. Es que esta rapidez era la esencia de mi juego, y no podía modificar ni un poquito mi manera de jugar. Yo también tuve un par de roturas de isquios en Baskonia. Mi punto débil eran los isquios.

Fotos archivo Joventut Badalona. Cortesía Miguel Ángel Forniés

Entrevista por Javier Balmaseda

Foto portada: Archivo Igor Rakocevic
Fotos artículo: Archivo Joventut Badalona. Cortesía Miguel Ángel Forniés

MIGUEL ÁNGEL FORNIÉS nació en Badalona el 18 de septiembre de 1952. Estudió en los Salesianos  Badalona y en el Colegió Badalonés. Servicio Militar en Campo Soto, Cádiz.

Fotoperiodista de Devoción. Colaboró con Eco Badalonés, 5Todo Baloncesto. Desde 1981 con Nuevo Basket como fotógrafo. Primer fotoperiodista en viajar a ver y fotografiar partidos de la NBA en 1984. Europeo de 1973, cinco Mundiales Júnior (de 1983 a 1999). Quince meses trabajando, viviendo y jugando a baloncesto en Argelia
(Sidi Bel Abbès).

Mundial de España 1986, Mundial de Argentina en 1990. JJOO de Barcelona 1992 como adjunto del jefe de prensa de baloncesto. Ha escrito dos libros, Crónica de un viaje alucinante (en 2009) y Memorias Vividas (en 2015). Durante 19 temporadas (1996-2014) responsable de prensa del Club Joventut Badalona.

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