La figura del entrenador ayudante es fundamental en el baloncesto de formación, no sólo en la alta competición. En este primer artículo vamos a centrarnos en la figura del entrenador ayudante novel.

Suele tratarse de alguien joven que vive su primer acercamiento a los banquillos. En muchos casos, se trata de un jugador del mismo colegio o club que sigue jugando o que ya ha dejado de jugar, pero que quiere seguir vinculado al baloncesto. Es un bien intangible que tenemos que cuidar.

El primer requisito es que le guste el baloncesto y, a la vez, esté dispuesto a escuchar y aprender. En la mayoría de los casos, su vinculación comienza con equipos de minibasket, de ahí que deba ser un ejemplo para los más pequeños. A pesar de ser joven e inexperto, tiene que cuidar su vocabulario, sus gestos y tratar de ser cercano con los jugadores, ya que, a esas edades, lo absorben todo y tiene que verle como una persona seria, pero que, a la vez, tenga complicidad con ellos.

Poco a poco hay que hacerle partícipe de las sesiones, informarle de lo que se va a hacer en cada entrenamiento y los objetivos a trabajar durante el año. Es importante que se programen conjuntamente para que los resultados sean mayores, ya que ambos sabrán así lo que se pretende conseguir. Conocer su opinión y tenerla en cuenta le hará considerarse una parte importante y se involucrará cada vez más. Eso sí, siempre tiene que respetar las decisiones del entrenador, puede comentarlas con él si no estuviese de acuerdo porque cada uno tiene su visión, pero siempre en privado, no contradiciéndole delante de los jugadores.

Para los jugadores es una ventaja contar con dos entrenadores porque podrán mantener la intensidad del entrenamiento, ya que si se trabaja en las dos canastas, en cada una puede haber un entrenador dándoles indicaciones y corrigiendo los errores que pudiesen cometer. Incluso cada entrenador puede fijarse en diferentes aspectos del juego, por ejemplo, uno en el ataque y otro en la defensa. Además, cuando tenemos muchos jugadores entrenando (no todo los equipos son idílicos y cuentan con un máximo de 12 jugadores) es difícil conseguir con un solo entrenador el nivel de calidad de los ejercicios que se pretende sin restar ritmo al entrenamiento.

Es obvio que cuatro ojos ven más que dos. Por eso, contar con un ayudante permite tener otra opinión, más elementos de análisis y valorar situaciones que se nos pudiesen escapar tanto en los entrenamientos como en los partidos. Para ello, tendrá que tener confianza en que sus consideraciones se tengan en cuenta y no que, diga lo que diga, sean desestimadas.

Por último, no hay que olvidarse de que está aprendiendo, pero no sólo él aprende, también puede aportar cosas interesantes al entrenador con el que comparte equipo y enriquecerle. Es evidente que ejerce como referente y por eso, su papel es básico para mantener intacta su pasión por el baloncesto, enseñarle a dirigir grupos y aportándole conocimientos técnicos y tácticos, sabiendo así lo que debe o no debe trabajar en función de la edad, porque el año próximo él puede ser el entrenador principal.

 

Por Víctor Escandón Prada.
Entrenador superior baloncesto y periodista
Gabinete comunicación JGBasket

Publicada el: 25 Sep de 2014

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