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No son pocas las voces que catalogan esta final como una de las más apasionantes, e igualadas en los últimos años, y es normal, lo apretado en el marcador en cada uno de los partidos hacía imposible prever un final rápido en esta serie final. Tras el triple milagroso de Ray Allen en el sexto partido, que evitó que San Antonio se proclamase campeón, el estado anímico de los tejanos podía ser una incógnita en el séptimo, pero la veteranía de jugadores con varios anillos en sus manos era un factor fundamental para augurar que la batalla estaría servida, el American Airlines Arena se engalanó para presenciar un duelo final entre los dos mejores equipos de la NBA.
El equipo de Gregg Popovich, que nos dejó muestras de su tremenda inteligencia en los banquillos, contaba con una plantilla profunda, en la que las actuaciones de Green y Neal desde el banquillo permitían mantener una segunda unidad con un alto nivel competitivo, de hecho el primero se ha convertido en el mayor triplista histórico en unas finales de la NBA. Sin embargo Spoelstra decidió dar una vuelta de tuercas en su rotación defensiva, y consiguió frenar en seco la aportación al juego ofensivo de los Spurs de estos jugadores. Sin el caudal anotador desde el perímetro la figura de Tim Duncan tuvo que alargarse hasta unas cotas que nos indican la dimensión real de este jugador, con 37 años, Big Fundamental volvió asumir el liderazgo de San Antonio, dando unas lecciones magistrales de cómo se juega a este deporte, sus actuaciones en el sexto, y séptimo partido le aúpan al Olimpo de estrellas en la historia de la NBA.
Muchas de las claves defensivas de los Heat pasan por la defensa que desdibujó a Manu Ginobili, otro de los actores que debió asumir protagonismo, su pésima actuación puede suponer el punto y final a su carrera, las dudas del propio jugador al respecto eran evidentes antes incluso de empezar las finales. Su falta de acierto en el tiro exterior, y su nefasta selección en el pase como falso distribuidor de balón se tradujeron en una cantidad inasumible de pérdidas de balón. No fue la única gran respuesta defensiva que mostraron los Heat, las defensas sobre Parker por parte de Lebron anularon la capacidad del galo para anotar desde media, y larga distancia, las continuas dobles ayudas sobre Tim Duncan, y las rotaciones por el perímetro en respuesta a esos 2×1 fueron perfectas, llegando los Spurs en multitud de ocasiones a finales de posesión en la que la selección de tiro no era la más adecuada. El juego rápido que ambos equipos habían mostrado se dejó de lado en favor de una circulación de balón frenética en estático, las anotaciones bajaron considerablemente respecto a las finales de conferencia, especialmente los Spurs. Miami Heat tuvo ante Pacers un buen entrenamiento ante este tipo de situaciones.
Con 3-2 para Spurs volvieron a salir algunas voces disconformes con el papel de Lebron James. El cuatro veces MVP volvió a dar la cara en los momentos más críticos de su equipo, como en el último cuarto, y prórroga del sexto partido, en el que consiguió un triple-doble. Llegaba al séptimo con el dato histórico de tener el mejor promedio anotador en este tipo de partidos, y desde el principio asumió todo el liderazgo de su equipo, dejó que Wade apareciese como estilete ofensivo abriendo las defensas desde el primer cuarto, y vio como Battier martilleaba desde el perímetro a los Spurs, también observó la incapacidad de Bosh para asumir cierto protagonismo, y en el momento oportuno decidió asumir los balones más calientes de su equipo, sus números finales hablan por sí solos: 37 puntos, 12 rebotes, y 4 asistencias. Lebron garantiza a los Heat una hegemonía que puede terminar en dinastía, veremos en 2014 cuando se convierta en agente libre que decide hacer, desde luego el equipo en el que esté se convertirá de inmediato en favorito al título. Evidentemente fue nombrado MVP de las finales por segundo año consecutivo.
Gran final que pone el broche de oro a una magnífica temporada, en la que Lebron James continúa marcando el ritmo de la NBA, su superioridad respecto a los rivales está marcando una época, y no son pocos los que auguran que éste no será su último anillo. El presente, y futuro de la mejor liga del mundo está en sus manos.
Por Alex Senra del Cerro
Analista NBA para JGBasket