En la mente de muchos aficionados aún resuenan los ecos de la remontada que obtuvo Miami Heat en el sexto partido de las finales de la NBA de la temporada pasada, en un partido en el que parecía que San Antonio Spurs obtendría su quinto anillo en un final rocambolesco. La situación se revirtió hasta el punto de aniquilar psicológicamente al conjunto de Popovich en el séptimo partido, sirviendo en bandeja de plata el segundo anillo consecutivo para Miami Heat.

Tras una temporada sin excesivos sobresaltos en la que nada parece que haya cambiado, ambos equipos se vuelven a citar en las finales de la NBA.

En esta ocasión el factor campo corresponde a la franquicia tejana, cuyo mejor balance a lo largo de la temporada regular le permite empezar la serie ante su público. La trayectoria de ambos equipos hasta la final ha resultado hasta cierto punto cómoda, San Antonio tan sólo sufrió más de lo debido ante Dallas, deshaciéndose sin problemas de Portland y Oklahoma, por su lado los Heat no dieron opción a Bobcats, Nets, y Pacers. Solventadas las fases previas tan sólo queda saber si estaremos ante el quinto anillo de San Antonio, o la confirmación de una nueva dinastía en la NBA si los Heat son capaces de ganar su tercer anillo consecutivo. Dos estilos y dos formas de entender el baloncesto diferentes frente a frente. El reinado de Lebron James ante el trío formado por Duncan-Parker-Ginobili, la capacidad de gestión de Spoelstra ante la sabiduría del maestro Popovich.

San Antonio puede presumir con orgullo de haber alcanzado unas cotas de perfección raramente vistas en la historia de este deporte. La inteligencia y disciplina táctica puesta al servicio de un equipo en el que los egos pasan a un plano secundario. Comandados por Tim Duncan, todo un mito viviente de la NBA, y probablemente el mejor ala pívot de la historia, San Antonio ha ido confeccionando una plantilla tan equilibrada y compensada que resulta prácticamente imposible encontrar alguna fisura en ella. Jugadores como Splitter, Diaw, Belinelli, Mills, Green o Leonard han entrado a la perfección en la dinámica de este equipo ofreciendo su mejor versión como jugadores gracias a un sistema en el que prima el conjunto por encima de las individualidades.

Tony Parker dirigirá las operaciones cumpliendo a la perfección su rol de ser la extensión de Popovich en la pista, su capacidad para jugar y desequilibrar en 1×1, y de lectura del pick and roll es la base sobre la que se generan las ventajas de este equipo, que además se apoya en una excelente y rápida circulación de balón por el perímetro. El repertorio de amenazas una vez generada la ventaja es muy amplio, y la inteligencia de este equipo para leer y aprovecharlas correctamente le ha colocado como favorito en esta final.

Miami Heat por su lado cuenta con el mejor jugador del mundo, aunque no haya obtenido su quinto MVP, Lebron James es capaz por él sólo de guiar a su equipo a un nuevo anillo. La madurez le ha permitido ser más determinante en todas las facetas del juego, sigue manteniendo un 1×1 en el que su fuerza física le hace ser imparable, pero además ha ido mejorando su rango de tiro a larga distancia, su presencia en el plano defensivo ha ido en aumento, y controla sin problemas el rebote en ambos lados de la pista, un jugador tan completo que se ha rodeado de comodines que aprovechan todos los resquicios que las defensas dejan ante el foco que supone su presencia en pista.

De nuevo resultará determinante la actuación de secundarios de lujo como Wade, o Bosh. El primero muy mermado a nivel físico siempre da lo mejor de sí en las grandes citas, más incógnita supone un Bosh cuyo rol ha pasado casi a tercer plano siendo una amenaza tan sólo con el lanzamiento exterior.
De nuevo el juego interior de los Heat parte en desventaja, lo cual podría convertirse en un arma a favor en el plano ofensivo al sacar a los jugadores de Spurs de su zona de eficiencia en la pintura. Sin embargo los pasos evolutivos para contrarrestar deficiencias han sido mayores en el conjunto tejano. Queda por conocer qué aportación será capaz de tener gente como Chalmers, cuya papeleta ante Parker no es nada sencilla, o el duelo entre veteranos que podremos ver entre el argentino Ginobili, cuya pésima final el año pasado le hará dar un plus extra, y el excelso tirador, a la par que decisivo en las finales de la temporada pasada, Ray Allen. Todas estas incógnitas se irán despejando una vez el balón esté en el aire, se intuye una final emocionante y ajustada, acorde a unos playoff considerados de los mejores de las últimas décadas.

 

Por Alex Senra del Cerro
Entrenador superior baloncesto
Analista NBA para JGBasket

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