John Williams. Foto Miguel Ángel Fornies

John Williams. Foto Portada Miguel Ángel Fornies

En el día en que John Williams cumple 57 años entrevistamos a dos personas que lo conocieron muy bien durante su etapa en el Fórum Valladolid, Gustavo Aranzana, entrenador del equipo, y Javier Alonso, médico del club.

John Williams (Los Ángeles, California. 57 años) es uno de los americanos que han dejado huella en nuestro país, posiblemente, uno de los más grandes que han jugado en la ACB, y no me refiero solo al tamaño. John era muy grande tanto dentro de la cancha como fuera de ella. Después de sus ocho temporadas en la NBA, Williams puso rumbo a España donde jugó en equipos como, Covirán Granada, TDK Manresa, Fórum Valladolid, Lucentum Alicante y, finalmente, Huelva. Para conocer mejor su etapa en el Fórum, el equipo donde más tiempo permaneció, hemos hablado con dos de los que más cerca estuvieron de él durante sus tres temporadas en Pucela, su entrenador, Gustavo Aranzana, y el médico del club, Javier Alonso.Basketspirit Librería de baloncesto Madrid. Venta online España

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SU FICHAJE POR EL FÓRUM VALLADOLID.

GUSTAVO ARANZANA.

Cuando me incorporé a Valladolid, en mi segunda etapa, queríamos a un americano con clase, un hombre importante, y bueno, fichamos a John Williams sabiendo de su calidad. Era un jugador contrastado, pero siempre con la interrogante de su peso, de su forma física, de cómo iba a estar y el impacto que iba a generar su presencia en el equipo y en el club. Por entonces, en el Fórum Valladolid estaban las cosas mal económicamente, también deportivamente estaban con problemas, y necesitábamos a un jugador de impacto y que pudiera ayudar a los jóvenes. Habíamos fichado a gente muy joven, como Óscar Yebra, Carles Marco o Jordi Llorens, y buscábamos jugadores de respeto y que pudieran ayudar a los jóvenes. Bueno, a partir de ahí llega John  Williams quien, desde el primer día, entendió su rol que consistía en hacer mejor a los jóvenes, ayudar en el campo y fuera de él, o lo que es lo mismo, ser un líder.Nosotros necesitábamos ese líder, y él se convirtió absolutamente en un líder.

Yo tengo un recuerdo fenomenal de él. Aquí, en Valladolid, es un ídolo. Tú hablas de gente que ha jugado en Valladolid, y fíjate si han pasado buenos jugadores, como
Sabonis y compañía, pero a John Willliams siempre lo tienen en un sitio importante.

JAVIER ALONSO.
Era un fenómeno, un auténtico fenómeno. Mira que hemos tenido buenos jugadores aquí, pero yo creo que está en el top 5 de los que han jugado en Valladolid, junto con Óscar Schmidt, Sabonis o Schlegel.

EL JUGADOR DE BALONCESTO.

GUSTAVO ARANZANA

Era un jugador extraordinario y muy fácil de entrenar, dentro de sus problemas. John Williams medía 2,06 o 2,07 metros. Era un jugador que dialogaba mucho, que le gustaba hablar de baloncesto. Venía con mucha reputación, tenía 8 años en la NBA, creo recordar. Era un jugador súper completo, capaz de jugar de espaldas al aro con mucho talento, capaz de jugar el pop abierto y de poner el balón en el suelo. Utilizaba extraordinariamente bien el cuerpo.

Te voy a contar dos cosas características de su juego. Para mí, era el mejor pasador del equipo. Tanto en poste alto como en poste bajo era un jugador que veía los espacios y las ventajas tremendamente bien. Y luego tenía una gran capacidad para poner el balón en el suelo, a pesar de su peso y altura. Era increíble cómo utilizaba el cuerpo, el bote, el dribling y su primer paso. A partir de ahí generaba una ventaja que luego ya por velocidad y por potencia, porque era súper fuerte, ya no podías pararle.

En aquella época teníamos a Toñín Llorente y Carles Marco, y todos los equipos nos presionaban porque eran bases pequeños, pero entendimos que el que mejor salía de la presión era John. Hacíamos la salida de presión con el 4, que creó un poquito escuela. A partir de ahí, en las transiciones en poste alto, era John el que revertía el balón, el que lo giraba. Su bloqueo directo en top, en central, en cabecera con Carles Marco lo jugábamos de una manera espectacular. Calidad tenía de sobra.

Decías: “Este hombre, ¿cómo puede moverse así?”. Tenía muchísima clase. Cuando estaba en forma, con 140 kilos, jugaba impresionantemente bien, no tenía ningún problema. Tenía muchos problemas de rodillas y creo que la clave era no castigárselas.
Había que regularle mucho las cargas de entrenamiento y así llegaba perfectamente a los partidos. Me acuerdo de un partido en Badalona y otro en Valencia, la gente de pie aplaudiéndole. Es que era un jugadorazo. Daba gusto verle jugar a basket. Era de los jugadores que marcaban la diferencia. En esa época teníamos muchos problemas económicos en el club, y el tío siempre tiraba para adelante, un tío que hacía vestuario. Bueno, cosa rara en muchos americanos. Él vino aquí y se adaptó. Cuando estuvimos hasta cinco meses sin cobrar, el tío en el vestuario tirando para adelante, comprometido con el club… Un fenómeno. Luego tuvimos la suerte de tener al lado a un jugador que le venía muy bien, Rubén Garcés, que era un 5 puro. Aunque John hacía de 5 en algún momento, él era un 4 que podía jugar de cualquier manera. Entonces le venía muy bien tener a Rubén Garcés cuando él no podía con la dureza o el físico. Jugamos a un nivel de basket extraordinario. Hubo mucha identificación. Yo es
que a John, a nivel personal, le adoro porque tuvo muchos detalles con el club, con jugadores, ayudó mucho a Rubén Garcés también. John ayudó a mucha gente a
entender un poco lo que era el juego y el vestuario… Lo que se le pide a un líder.

Teníamos a Paco Martín, Óscar Yebra, Jordi Llorens o Carles Marco, que eran jugadores con poca experiencia en la ACB. Sin embargo, aquel equipo jugó a un nivel extraordinario, y yo creo que John era el pegamento del equipo.

Recuerdo que perdimos un partido porque él falló un pase. Pues bien, cuando acabó el
partido, en el vestuario, levantó la mano en la charla final, y dijo: “Chicos, hoy perdonadme. He sido yo el culpable”. Era un crack, un fenómeno. Dentro del campo
era un pasador extraordinario, pasaba el balón por la espalda, entre las piernas, desde el poste alto, giraba el balón… Era muy fácil jugar con él. Nosotros jugábamos muy fácil
al baloncesto. Tener a un pívot que pase bien, tanto en poste bajo como en poste alto, y que vea todos los espacios es un lujo. Nosotros teníamos a Raúl Pérez en una
esquina, poníamos a Lalo, o a Paco Martín u Óscar Yebra en la otra, y él desde el distribuidor, decía: “Ponte ahí que te la voy a pasar”. Era muy fácil jugar con él.

Además, tiraba de tres extraordinariamente bien. Tenía una mano excelente. Él también se dosificaba, conocía su cuerpo y tal. Sabía cuándo tenía que apretar. No era un extraordinario reboteador porque no saltaba, pero era un tío que utilizaba muy bien su cuerpo. Aprovechaba muy bien sus cualidades.

JAVIER ALONSO.

En ese equipo estaba también Rubén Garcés. Un día, entra Rubén en el vestuario y dice: “Quiero ser MVP de la jornada, que no lo he sido nunca”. John: “Este sábado tú haz lo que yo te diga y nada más”. Y Rubén Garcés fue el MVP. Es que era el mejor pasador que había en el equipo. Pasaba, reboteaba, defendía, atacaba, metía… Rubén hizo 20 puntos, 18 para abajo, y 12 rebotes. John le dejaba que cogiera los rebotes. Era un tío espectacular

SUS PROBLEMAS FÍSICOS.

GUSTAVO ARANZANA.

¿Por qué te he dicho antes lo de sus problemas? Nosotros entendimos que no podía entrenar mañana y tarde porque sus rodillas se les partían. Tenía problemas de sobrepeso, siempre los tuvo, por eso el apodo. Por ejemplo, por las mañanas hacía bicicleta estática. Se ponía en la cancha con su bicicleta y luego hacía abdominales y trabajo con el preparador físico. Solo hacíamos un entrenamiento táctico al día con él, 5×5. Dos entrenamientos al día era matarle. Él lo entendió, todo el equipo también entendió esta situación, y la verdad es que llegaba a los partidos extremadamente bien.

JAVIER ALONSO.

Le pusimos una dieta y empezamos a cuidar un poco su alimentación. Solamente vigilándole un poco la alimentación adelgazó 25 kilos. No hicimos nada más, ninguna cosa extraña, ni ninguna dieta milagrosa, ni nada por el estilo. Solamente un poquito de control. Date cuenta que este chico, cuando jugaba en la NBA, estaría en 108 o 110 kilos, o sea, que era una animalito. Y claro, ese exceso de peso le provocaba que una rodilla la tuviera, pues imagínate qué rodilla… Entonces le hicimos un tratamiento para esa rodilla con una fórmula especial que nos hacían en un laboratorio de Madrid
específico. Consistía en un superóxido de dismutasa, que era la fórmula magistral de la orgoteína. Lo que se vende aquí de orgoteína son 4 o 8 milígramos, y nosotros le
metimos, con esta fórmula magistral, 900 milígramos de un viaje. Recuerdo que costaba 1000 euros solo la medicación. Se desmayó y todo con la inyección. Se lo hicimos en quirófano porque queríamos hacerlo en condiciones. Antes, a la gente normal que tenía mucho dolor, también le poníamos esa fórmula magistral, pero a lo
mejor le poníamos la mitad, o un tercio de los 900 milígramos. Los 900 milígramos era una barbaridad. Este superóxido de dismutasa ya no se hace, no sé el motivo. A John,
como era jugador de élite, joven y con su peso, le metíamos el zambombazo entero, es decir, toda la inyección. Bueno, nos sobró un poco porque cuando se desmayó ya no le metí más. De hecho, había un jugador aquí, un chavalito joven, madrileño, ahora no me acuerdo de su nombre, y me dijo: “¿Por qué no me metes a mí eso que también
me duele mucho la rodilla?”. Claro, veía que John entrenaba como Dios. Y como me había sobrado un poco de lo de John se lo metí a este jugador. Le metí, no sé, 60 o 70
milígramos. Y me llamó al año siguiente, que ya no estaba aquí, y me dijo: “Doc, maravilloso. No me ha dolido nada en todo el año la rodilla”.
John pasó de no entrenar casi, de solamente hacer un entrenamiento diario, porque no podía con las rodillas, a hacer los dos entrenamientos y jugar el partido con toda la
libertad. Esto fue cada año que estuvo aquí. El primer año no se lo hicimos porque desconocíamos todo lo que tenía, pero ya el segundo y el tercer año sí se lo metí. De hecho, cuando se fue a Alicante, me llamaron los de Alicante para preguntarme lo quele hacíamos y lo que le poníamos. Yo se lo expliqué, y bueno, no sé si se lo pusieron allí o no. El caso es que yo llamé a John y me dijo que por qué no le fichábamos otra vez, que quería venirse para Valladolid, que allí estaba fatal.

¿CUÁNTO PESABA?

GUSTAVO ARANZANA.

Cuando llegó a Valladolid pesaba, si mal no recuerdo, 160 kilos o más. Y te cuento una anécdota. Javier Alonso, el médico del club, me dijo: “Gustavo, hay que hacerle las pruebas”. Y me acuerdo que no podíamos pesarlo, no teníamos báscula para pesarlo. ¿Sabes lo que hicimos? Nos fuimos al Mercado Central de Valladolid, a las básculas de la fruta. Y yo creo que pesó 168 kilos aproximadamente. Nuestra báscula no llegaba a tanto. Claro, esto era en pretemporada. Después él bajaba de peso y jugaba con 140 o 142 kilos. Decían: “Es que ha adelgazado mucho”. Ya, pero es que pesaba 142 kilos. ¡Y
había bajado 20 o 25 kilos! Era increíble. Cuando llegó a Valladolid nosotros lo habíamos visto, y pensamos, bueno, ¿a ver con cuánto llega? Yo creo que estaba en 160 kilos o más. Él siempre decía: “A mí dejarme, que yo juego al baloncesto”. Era un tío magnífico en el trato. Era especial.

JAVIER ALONSO.

Cuando llegó John Williams teníamos una báscula de peso que daba 150 kilos. Entonces él pesaba más, pero no sabíamos cuánto era ese más. Así que decidimos comprar otra báscula y, efectivamente, pesaba más de 150 kilos, aproximadamente entre 160 y 165 kilos. La nueva báscula daba 200 kilos, y la seguimos teniendo aquí.

Yo no fui a pesarle al Mercado Central, pero creo que lo comentamos. Puede ser que lo llevaran un día que yo no me enteré, pero no me acuerdo…

LA PERSONA.

GUSTAVO ARANZANA.

Era un crack como persona, un 10. Era una persona con muchísimos valores, un tío extraordinario. Se hizo el dueño del equipo y se hizo querer. Era un jugador muy querido por toda la plantilla y por toda la afición.

Él vino con su mujer y con las hijas. Era un tío muy tranquilo, amable y cariñoso. Le gustaba comer bien, no mucho, pero comía muy bien. Le encantaban las cigalas a la sartén, a la plancha, con ajito, aceite… Le encantaban… Y bueno, como a todos los americanos, le gustaban las hamburguesas y tal. De vez en cuando sé que le gustaba fumarse algún puro. Era muy buen gourmet. Le gustaban las cigalas, el marisco, el vino… Tenía buen paladar. El tío sabía vivir. Era un tío súper espléndido. No escatimaba si un día te veía con la mujer o te veía por ahí, te invitaba a una ronda o a una coca
cola. En Navidad hacíamos el amigo invisible, y el tío encantado. Era el primero que hacía bromas, el primero que se disfrazaba, compraba para los compañeros… Un tío, en ese sentido, extraordinario.

Cuando llevas tantos años en esto y has entrenado a tantas personas, lo más importante siempre es el recuerdo que te queda al final. Cuando se iba a ir de Valladolid, la última noche, me dijo: “Coach, quiero verle”. Yo le dije: “Bueno, venga. Vamos a cenar antes de irte”. Llegó y cenamos. Me acuerdo que iba con su mujer. Antes de irse me hizo un regalo y me dijo muchas veces: “Muchísimas gracias. Ha sido
un placer entrenar contigo”. Bueno, pues estas cosas te demuestran la calidad humana de las personas.

JAVIER ALONSO

Era un tío magnífico, majísimo, muy educado, muy respetuoso y muy agradable. Le tengo mucho cariño. Yo me lo pasaba muy bien con él. Me he divertido con John
porque me dejaba hacer de todo con él. El respeto era mutuo. No sé qué será de él ahora…

  • JOHN SAM WILLIAMS nació el 26 de octubre de 1966 en Los Ángeles, California. Exjugador de baloncesto estadounidense que disputó ocho temporadas en la NBA, además de jugar 5 temporadas más en la Liga ACB.

Realizado por JAVIER BALMASEDA
Colaborador JGBasket

MIGUEL ÁNGEL FORNIÉS nació en Badalona el 18 de septiembre de 1952. Estudió en los Salesianos Badalona y en el Colegió Badalonés. Servicio Militar en Campo Soto, Cádiz.
Fotoperiodista de Devoción. Colaboró con Eco Badalonés, 5Todo Baloncesto. Desde
1981 con Nuevo Basket como fotógrafo. Primer fotoperiodista en viajar a ver y
fotografiar partidos de la NBA en 1984. Europeo de 1973, cinco Mundiales Júnior (de
1983 a 1999). Quince meses trabajando, viviendo y jugando a baloncesto en Argelia
(Sidi Bel Abbès).

Mundial de España 1986, Mundial de Argentina en 1990. JJOO de Barcelona 1992
como adjunto del jefe de prensa de baloncesto. Ha escrito dos libros, Crónica de un viaje alucinante (en 2009) y Memorias Vividas (en 2015). Durante 19 temporadas
(1996-2014) responsable de prensa del Club Joventut Badalona.

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