Una entrevista de Javier Balmaseda | Foto portada Miguel Ángel Forniés
Con motivo de su cumpleaños, Jordi Villacampa visita JGBasket para recordar aquellos años en los que se convirtió en un ídolo para toda una generación.
Jordi Villacampa (Reus, Tarragona, 61 años) es un referente en el Joventut Badalona, 17 años en las canchas y 18 años como presidente de la Penya. Este completo y carismático jugador, uno de los mejores europeos de la época en su posición, sigue siendo alguien muy querido y admirado por todos los que empezamos a aficionarnos al mundo de la canasta en los ochenta. No se puede concebir la historia del baloncesto español sin la figura de Jordi Villacampa, que hoy visita JGBasket para repasar su larga y exitosa carrera deportiva.
¿Cómo es la vida de Jordi Villacampa en la actualidad?
Estoy bien, muy tranquilo, muy equilibrado, hago mis cosas. Aprovechando para estar con mi familia más tiempo.
¿Cuánto peso tiene el baloncesto en tu día a día?
El baloncesto sigue ocupando una parte importante, pero desde otra visión, desde la visión del aficionado. Sigo mucho la competición, voy al campo a ver a la Penya. Ahora me pillas en Menorca porque tengo muchas ataduras aquí, pero de cuando en cuando me escapo.
¿Cómo llegó el baloncesto a tu vida?
De pequeño, en mi época, no era como ahora. En aquella época, los niños y niñas estábamos jugando en la calle y allí desarrollábamos nuestra convivencia, nuestras relaciones personales con los otros niños. Tuve la suerte que delante de casa había un parque muy grande donde jugábamos al fútbol, corríamos y esas cosas. Luego, en el colegio, también tuve la suerte de que había unas instalaciones muy grandes, había un campo de fútbol, ocho o nueve campos de minibasket y un campo grande de basket, todo descubierto, pero bueno, te daba mucha opción para poder jugar. Y fue allí, a los ocho años, cuando me llamaron del colegio para decirme que habían montado un equipo alevín, me apunté y desde allí ya fui federado. Así empezó mi andadura.

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¿Es cierto que en tus inicios llegas a jugar de pívot?
Sí, cuando eres pequeño la verdad es que no hay unas posiciones muy definidas y los chavales no empiezan a despuntar con ocho años. Más o menos todos teníamos la misma estatura y allí jugábamos todos de todo. Aunque no era muy fuerte porque me costó tiempo formarme físicamente y desarrollarme, pero sí que es verdad que jugué en posiciones interiores un poco más tarde.
¿Cómo fue debutar con la Penya en la Liga Nacional con tan solo 16 años?
Bueno, yo no llego y debuto. Yo llego un poco de carambola a la Penya porque mi padre conocía a Jaume Berenguer, que su hijo es el agente de Llull. El padre era muy amigo de mi padre y él entrenaba al júnior del Barca. Un día, después de estar tirando a canasta en algún sitio, nos fuimos de comida, y le dijo a mi padre: “¿Por qué no llevas al niño a que haga una prueba con el Barca?”. Yo tenía 13 años. Y me acuerdo que entrené con el júnior del Barca, donde estaban Epi o Solozábal. El Barca dijo, pues sí, nos lo podemos quedar. Lo que pasa es que me quedaba muy lejos de casa. Yo vivía en Badalona y era un poco complicado ir cada día a entrenar al Palau Blaugrana. La Penya se enteró y ya no me hizo ni las pruebas. A partir de ahí automáticamente a la Penya. Yo fui con 13 años a la Penya y allí ya empecé a jugar en las categorías inferiores. Fue a los 16 años cuando Manel Comas me dio la oportunidad de compaginar lo que era el júnior de aquel año con el primer equipo, empecé a tener la rutina de entrar en el primer equipo, pero también seguía jugando con el júnior.
¿Qué consejos te daba Manel Comas cuando empezaste a entrar en la rotación del primer equipo?
Manel era un entrenador muy visionario en algunas cosas. Él pensó que tenía que hacer un cambio radical ya que jugaba en posiciones interiores. Me dijo que tenía que ser base, y bueno, en principio se me hizo un poco una montaña, pero bueno. Ese año, el año 80, que fue cuando debuto en el primer equipo y jugamos competición europea, él apostó por mí de una manera de verdad, no solo de boquilla, él me sacaba de titular, jugaba 5 o 7 minutos de titular y luego ya me cambiaba, pero eso ya me dio una inversión de futuro muy grande para saber de verdad lo que era jugar en el primer equipo. Manel apostó por mí, yo sabía que, lo hiciera bien o mal, iba a jugar aunque fuera el principio del partido, y después si se lo merecía también. Mucha gente se acuerda de la final de la Korac, pero en esa final ya había pasado toda la temporada, eso fue en marzo y en agosto ya empecé a jugar. Y en la final de la Korac no quedaba nadie más para jugar en la prórroga y tuve que salir, y bien, ese fue mi debut en una final.
¿Te surgió la posibilidad de ir a alguna universidad de Estados Unidos?
Sí, cuando era júnior también me convocaron para la selección júnior, que entrenaba Ignacio Pinedo. Recuerdo que jugamos un Europeo en Bulgaria y el Mundial de Palma. Éramos una selección muy aguerrida y, aunque no éramos muy altos, teníamos a Lombao de preparador físico que nos metía mucha caña y estábamos muy fuertes físicamente. Hicimos un buen papel en el Mundial, quedamos cuartos, y fue allí donde jugamos varios partidos con varias conferencias de Estados Unidos, que son los mejores jugadores universitarios, que venían por España a hacer algunos torneos, y bueno, pues sí que tuve la posibilidad de irme a la Universidad Purdue.

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En aquellos campeonatos en Bulgaria y en Palma coincides con Petrovic y Sabonis. ¿Ya impresionaban siendo tan jovencitos?
Sí, es que la quinta del 63 y 64 es muy buena, había grandes jugadores en Europa que luego fueron grandes estrellas, como Marciulionis, Volkov, Sabonis, Petrovic o Schrempf, y todos esos coincidimos en el Europeo júnior de Bulgaria. Tengo buen recuerdo de allí, quedé máximo encestador del europeo, Biriukov también estaba, allí lo conocí. Luego, en el Mundial, también había muy buenos jugadores, ya sumando los latinoamericanos, como Pichi Campana de Argentina, que era muy buen jugador.
¿Cuál es el secreto para haber llegado tan alto, trabajo o talento?
Bueno, fueron las dos cosas. Yo, gracias a Dios, tuve un cuerpo bastante privilegiado para jugar al baloncesto, pero tuve que trabajar mucho más el talento, no era un jugador que tuviera una facilidad como para anotar de fuera, que eso con el tiempo lo fui cogiendo mucho mejor, pero sí que era un anotador, ya te dije que en el Europeo júnior quedé máximo encestador, tenía facilidad para anotar, pero tenía pocos recursos para quizá tirar de fuera, todavía tenía que mejorar muchas cosas y con el tiempo eso lo fui trabajando y mejorando para acabar siendo un jugador bastante completo. Pero vamos, que desde el principio no fui un jugador talentoso, así como la facilidad que tenía Margall para tirar, pues no, eso yo no lo tenía y lo tuve que ir trabajando mucho durante el tiempo.

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¿Cómo fueron tus comienzos en la Penya siendo tan joven y con gente tan experimentada como Margall o Santillana?
Bueno, date cuenta que al principio de todo, en mi primera época en el club, era un club que venía un poco de, uf… La historia de la Penya siempre ha sido igual, de tener bajones y subidas muy grandes, y que las circunstancias tuvieran que encajar para poder conseguir cosas buenas. En mis comienzos en la Penya, me acuerdo que Querejeta fue compañero mío, fue una época difícil para el club, pero a veces es bueno para un joven porque tienes mucho recorrido dentro del club. Si resulta que igual está Ricky, Rudy y Pau Ribas en su mejor época, es más difícil para los jóvenes porque tienes un tapón allí delante que te impide tu proceso de adaptación al primer equipo e igual tienes que ir a otro sitio a jugar. Pero bueno, como este no fue el caso y coincidí en una época no muy buena para el equipo, fue buena egoístamente para mí para poder crecer dentro de él. Entrenar con ellos estaba muy bien, aunque era gente que me llevaba muchos años, pero me acogieron bien y la adaptación fue muy buena.
Has tenido grandes entrenadores en el Joventut.
Sí. Manel Comas era un hombre muy motivador y muy bueno para reflotar equipos que estaban fastidiados por la clasificación. Aíto es una persona que me ha marcado mucho en mi carrera, era un hombre que con un talante sin muchos altibajos, te exigía mucho, te hacía pensar mucho en el baloncesto, y con él tuvimos una mejora muy importante con los jugadores nuevos de la casa. Él fue la primera persona que nos cogió, liderados por Margall, que era la persona más adulta y el referente, pero después ya venían Montero, los Jofresa, Ruf, yo, etc. Esos jugadores tuvimos un recorrido largo, con él quedamos subcampeones de liga y me parece que subcampeones un par de veces de la Copa del Rey, que en aquella época era difícil porque el dominio del Real Madrid y el Barcelona era muy abrumador, pero logramos sacar un poco la cabeza. La gente nos castigaba mucho diciéndonos que éramos un equipo perdedor, me acuerdo mucho, era así. Y luego ya cuando Aíto ve que ha tocado el techo con nosotros se va al Barca, y nosotros seguimos creciendo y es cuando viene Lolo, que era un gran gestor del grupo, hacía muy bien la gestión del grupo, todos estábamos muy motivados, todos al mismo objetivo, los que jugaban estaban contentos, los que no jugaban estaban también contentos, que es algo muy difícil, hicimos una autentica piña y fueron capaces de fichar a dos jugadores extranjeros muy buenos, como eran Corny y Harold, aparte de nacionalizar a Mike Smith y traer a Ferrán Martínez del Barca. Ahí sí que hicimos un equipo muy potente y aprovechamos esos dos años para quedar campeones de liga, lástima que fue un periodo corto y perdimos el tercer año la final en campo del Real Madrid, y allí ya el club no pudo sustentar a todas las figuras y se diluye un poco aquel equipo tan bueno que teníamos.
Creo que con Herb Brown apostabais dinero en los entrenamientos y aquello fue uno de los motivos por los que le echaron, ¿eso fue así?
(Risas). Bueno, no hay que mezclar cosas. Una cosa sí que es verdad, a ver si me acuerdo. Herb lo que hacía era poner un billete en el tiro libre (no me acuerdo si era de cien, mil o cinco mil pesetas), y la cuestión es que nos jugábamos algo a tiros y todo el mundo estaba motivadísimo para poder ganar aquel billete. No recuerdo qué concurso de tiro hacíamos, pero pasó algo como que le dijo al gerente o al directivo que lo pusiera él, bueno no sé, hubo algún malentendido por ahí que sí que le costó el cargo. Y a raíz de aquello vino Pedro Martínez, que fue cuando conseguimos la segunda Copa Korac.
¿Contra quién había más rivalidad, Barcelona o Real Madrid?
Nos motivábamos contra los dos. Contra el Barcelona teníamos una rivalidad muy fuerte por la proximidad, y con el Madrid también porque siempre ha tenido muy buenos equipos. Ganar al Madrid era para nosotros, no voy a decir una proeza, pero sí que nos daba mucha vida y mucha alegría. El Madrid ha tenido muy buenos equipos, aunque hubo un tiempo que coincidió con los años noventa que estaba un poco como armándose otra vez, pero tuvo muy buenos equipos. No sabría decirte, nos daba igual, íbamos a tope contra los dos.
¿Cómo viviste el Open McDonald’s del 91? Os faltó muy poco para ganar a los Lakers.
En aquella época nos costaba mucho más tener información de lo que había en la NBA, que era como una especia de súper liga que nos quedaba muy lejos. Para nosotros fue un sueño jugar contra ellos, pero claro, para jugar contra ellos primero tuvimos que ganar a la Jugoplastika. Estábamos jugando muy bien en aquella época. Contra los Lakers fue una ilusión tremenda jugar contra todas las estrellas que venían, aunque fuera pretemporada para ellos, aquello que bueno, voy a Europa, no sé quiénes son esos de la Penya, bueno… Me acuerdo que Lolo nos dijo: “Vamos a jugar a tope y no miréis mucho el marcador”. Pensábamos que nos iba a caer la del pulpo, pero jugamos muy bien y ellos se vieron un poco apurados al final.

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¿Te considerabas el líder de la Penya?
Hay mucha gente que se equivoca cuando dice que eres el líder. Para ser líder tus compañeros te tiene que hacer líder, no tú decir que eres el líder. Yo creo más en distintas formas de liderazgo. Yo sí que realmente, cuando ha pasado el tiempo, creo que tuve un peso muy importante dentro de ese equipo, pero no quiero restar mérito a otros jugadores, como Corny, que fue una persona que nos lideró mucho. Había gente de vestuario que no jugaba mucho pero también lideraba a la hora de formar grupo y estar todos juntos en momentos difíciles, pero sí que es verdad que en aquella época, de finales de los ochenta hasta mediados de los noventa, tuve un papel muy importante, un peso específico y de responsabilidad muy importante dentro del equipo.

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¿Os pilló un poco por sorpresa el Partizan en la final de la Copa de Europa?
No. Cuando estalla la guerra de Yugoslavia en el año 1991 no pueden seguir jugando allí y se van a jugar a Fuenlabrada. En la previa ya jugamos contra ellos, entonces ya sabíamos, pero claro, el mundo en general no sabía todavía de los nombres porque no habían desarrollado todas sus carreras, pero sí que es verdad que sabíamos que era un equipo joven y muy talentoso. Jugamos la semifinal de la Final Four contra Estudiantes. Aquel fue un partido muy importante para ambos equipos porque era la primera vez para los dos. Éramos muy paralelos a nivel de filosofía, de cantera, los dos equipos españoles, uf… Aquel partido fue muy difícil, aunque finalmente nos salió muy bien y ganamos fácil, pero los días anteriores había mucha presión porque ninguno de los dos había estado en una Final Four y para ganarla es muy importante haber pasado esa experiencia. Jugar la Final Four no tiene nada que ver con otro tipo de partidos por la presión que existe. Jugamos muy bien aquel partido y no tanto el partido de la final, no te voy a decir mala suerte, pero sí que tuvimos opción.
Aunque he visto esa final varias veces, hasta hace poco no me había dado cuenta del detalle de Morales, cuando después de la canasta de Tomás Jofresa le sale rebotado el balón y, sin querer, se lo pasa a ellos, que sacan rápido y Djordjevic hace el resto.
No hay que culpar a nadie, pero en el deporte sabes que al final hay que ser más pillo, tirarla fuera para que nos diese tiempo a bajar a defender o le doy un toquecito para que no saquen rápido. Bueno, él con su mejor intención la dio al equipo rival y pudieron sacar partido.
¿Has tenido pesadillas con el triple de Djordjevic?
No, pesadillas no, pero sí que me supo muy mal al principio porque estábamos jugando el partido más importante de nuestras vidas, y no se logra por un triple en el último segundo. Perdimos de una manera muy desgraciada, pero oye, yo creo que el mérito que tuvimos fue reunirnos en el vestuario al cabo de los días y llegar a tener compromiso para seguir luchando por intentar, sabiendo lo difícil que era, tener otra oportunidad. Dos años después volvimos a tener esa oportunidad y ya la aprovechamos. Yo creo que nos podemos sentir orgullosos de tener aquel compromiso de intentarlo otra vez. Jugar una final de la Euroliga es muy difícil, pero muy difícil, hay equipos que no lo han conseguido nunca y otros que lo han conseguido y luego no la ganan.
¿Hablasteis de todo esto al acabar el partido?
Al acabar el partido no porque hubo mucho desencanto, pero sí que me acuerdo que cuando volvimos a Badalona lo hablamos y nos comprometimos a seguir luchando por la Euroliga. Después de esto ganamos la liga. Cuando hicimos balance de lo conseguido, haber ganado la liga y quedar subcampeones de Europa, pues está muy bien, pero queríamos intentar ganar la Euroliga.
¿Cómo fue el paso de Lolo a Zeljko?
Era la primera vez que Zeljko Obradovic salía de Serbia y vino un poco con el látigo, pensando que éramos unos jugadores que quizá con Lolo nos acomodábamos un poco, que no es cierto, pero bueno, él vino y luego se adaptó muy bien al equipo, vio que éramos jugadores muy moldeables a lo que él quería jugar, una manera distinta a lo que habíamos jugado siempre. Nuestro estilo era jugar rápido, en contrataque, muy dinámicos, cada uno sacando su talento, improvisando un poco, pero sacando el talento que teníamos, y con Zeljko era todo lo contrario, era todo control, no quería correr, quería jugar cinco contra cinco cada vez, resultados no muy altos, intentando siempre controlar el partido, pues oye, nos adaptamos los dos, el equipo a él y él al equipo y, aunque fue un año difícil, conseguimos el resultado que queríamos, que es lo que me preguntarás, pues es lo que vale, haber quedado campeones de Europa aunque fuera con un tanteo bajo y un partido bronco, pero bueno, nos adaptamos a jugar así, con una mentalidad súper fuerte, súper fuerte, eso sí, mejoramos mucho la mentalidad con Zeljko para sufrir en los partidos. Yo estoy muy agradecido a Zeljko.
Háblanos de la Final Four de Tel Aviv. Se decía que el Olympiacos era el favorito.
Olympiacos tenía un gran equipo en aquella época. Nosotros habíamos jugado ya una Final Four, ya sabíamos de qué iba, es muy importante haber estado en una para haber tenido la experiencia de saber qué era aquello. Estábamos mucho más tranquilos, aunque no habíamos ganado nunca, pero ya sabes lo que te va a pasar. En aquella ocasión ganamos al Barca, y ya en la final, me parece que el entrenador de ellos dijo como alguna declaración de que ellos eran los favoritos y que tenían muchas posibilidades de ganar, que iba a estar chungo para nosotros, como que iba a ser fácil para ellos, y eso hizo que nos motivásemos un poco más, diciendo, vamos a hablar en el campo, tranquilos, y vamos a ver qué pasa, y pasó lo que pasó. También fue un partido al límite.

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¿Qué le dijiste a Paspalj cuando iba a lanzar aquellos tiros libres al final del partido?
A raíz de estas declaraciones de su entrenador, le dije que allí estaba su momento, que él era el campeón, y que para ser el campeón solo había que meter dos tiros libres. Más que nada lo dijeron ellos, entonces se lo recordé.
¿Se parecen los partidos de una Final Four al resto de los encuentros?
Sí que se parecen. Date cuenta que en un partido de baloncesto, lo que son los cuarenta minutos, son todos importantes, pero no es lo mismo tirar un tiro libre en el minuto 39 cuando pierdes de 1, que tirarlos en el minuto 3, no tiene nada que ver. Pues un poco la similitud es que cuando tú juegas finales es distinto que jugar un partido normal, y luego ya la importancia del trofeo que juegas, no es lo mismo jugar una final de la Copa del Rey que una final de la Copa de Europa, aunque las dos son muy importantes, pero si te dan a elegir prefiero estar más inspirado y más acertado en la final de la Copa de Europa que no quizá en la final de la Copa del Rey, aunque una vez te has puesto a jugar no vas a desechar ninguna, vas a estar a tope. Para ganar una competición creo que es muy difícil llegar, es muy difícil lo que hizo la Penya en el año 80, por entenderme, yo pensaba que era fácil ganar, y no, no es fácil ganar finales, hay que estar, hay que jugarlas, hay que aprender, hay que saber estar, y la experiencia te da mucho en eso. Es importante asimilar y gestionar bien lo que te juegas en estos partidos, lo que va a suponer en tu carrera deportiva, lo que va a suponer para el club, lo que va a suponer para la afición.
¿Por qué eran tan dramáticas muchas de vuestras victorias cuando había títulos en juego?
Sí, bueno, no sé. Hemos perdido muchos, lo tendría que mirar. No sé cuántas veces hemos sido subcampeones de la Copa del Rey, igual cinco, y en algunas, uf… Me acuerdo de La Coruña contra el Madrid, en Las Palmas contra el Barca, y hemos perdido por tan pocos puntos, por pequeños detalles, bueno, a veces del paso de la gloria a lo otro hace falta muy poco, por lo cual hay que dar mérito al llegar, hay que dar mérito, y lo digo de verdad con el corazón, a Epi que no la ha ganado nunca pero ha estado en siete finales, y seguro que hubiese merecido ganar alguna por su trayectoria y por cómo era el equipo aquel. Pero es que de ganar a perder hay algunas veces pequeños detalles. Si Paspalj hubiera metido los tiros libres o si Djordjevic hubiera fallado el triple estaríamos hablando al revés. El deporte es así. Sí que es verdad que ha habido muchos partidos así, por muy poco, porque el baloncesto es así, es bonito.
Ya me has comentado que tuviste la posibilidad de haberte marchado a una universidad norteamericana. ¿Te llegó en algún momento alguna oferta de algún equipo europeo?
Sí, pero oferta en serio no tuve ninguna. En un momento que acabé contrato sí que podía haber una posibilidad de irme al equipo vecino
¿Al Barcelona?
Sí, pero no, al final yo creo que con el tiempo ellos bien y yo, pues también.
Había otras cosas por encima del dinero.
Para irme de la Penya o para yo poder fichar por otro club, en el momento en que estaba allí, no era por decir: “Me tienen que pagar un poco más”, no, me tenían que haber pagado muchísimo más. Yo en la Penya me he sentido valorado también económicamente, ellos hicieron un esfuerzo muy importante por mí y eso también lo agradezco y por eso también estuve allí. ¿Podía haber ganado más en otros sitios?, seguramente.
Eras relativamente joven cuando te retiras, tenías solo 34 años.
Siempre he intentado dar el cien por cien en todas las facetas de mi vida y, cuando ya empecé a tener lesiones, pensé que ya no podía hacerlo. Podía haber ido a otro equipo a acabar mi vida deportiva, pero yo quise despedirme cuando estaba más o menos bien. Tuve ese compromiso conmigo mismo y también con el club, de decir, soy honesto, ya no puedo estar al cien por cien para esto, pues aquí lo dejo.
¿Fue muy duro quedarte fuera de la selección que consiguió la plata en Los Ángeles 84?
Sí, tú que eres mucho de Fernando Martín, tengo una anécdota muy buena. El primer año que yo llego a la selección, que era algo muy difícil porque era un equipo muy bueno, hacemos una gira por España y luego nos vamos a París a jugar el Preolímpico, y Díaz Miguel me pone en la habitación con Fernando Martín y estoy con él todo el verano. Él ya era una súper estrella en el equipo, y Díaz Miguel le hacía la ola cada mañana cuando entraba en la habitación (risas). Recuerdo que le decía: “Fernando, ¿cómo estás? ¿Cómo has dormido?”. El de al lado, que era yo, no contaba mucho (risas). En aquella época y anteriormente todavía más, la selección era muy jerárquica. Yo me acuerdo que en la camiseta de juego, debajo del escudo de España, cada jugador llevaba escuditos según las internacionalidades que tuviese, en la época de Emiliano, Nino Buscató, Brabender. Cuando tú llegabas allí, claro, eran dioses. El grupo era súper fantástico. Con Fernando muy bien, con todos. Pero bueno, Díaz Miguel tomó la decisión de no llevarme. A mí me supo muy mal porque además en aquella época no había una rotación muy larga de jugadores, jugaban siete como mucho, y los otros no jugaban mucho, pero en la vida hay cosas buenas y cosas malas, no tengo ahora nada dentro que me duela, me dolió en su momento, pero también me sirvió para apretar más, para entrenar más, para ser mejor jugador y aprender, ya está, lo único que me sabe mal es que me perdí una medalla olímpica que no son baratas, pero bueno, ya está.
¿Te explicaron los motivos?
Me llamó Díaz Miguel, que además, voy a ser sincero, es que ni me vio, me llamó por teléfono y me dijo: “Oye, mira Jordi, que he pensado que no estás preparado para jugar y que voy a llamar a Beirán”. Que por cierto, con Beirán soy muy amigo, he jugado con él. Bueno, ya está, así es la vida.
¿Pensaste en algún momento en dejarlo y abandonarlo todo?
No, tuve un disgusto muy grande, pero todo eso me sirvió para entrenar y espabilar mucho más si cabía. Yo en aquella época tenía 20 años, aparte de eso, miré la televisión con mucha pena desde casa viendo cómo ganaban la medalla de plata. Lo que depende de mí, depende de mí, lo que no, no. Entonces, lo que dependía de mí era poder entrenar más para que me volviera a llamar. Me volvió a llamar al año siguiente y ya estuve diez años.
¿Qué le faltó a esa selección después de Los Ángeles?
No tuvimos una generación de talento como tuvieron después o antes. Yo creo no tuvimos una generación de decir: “Ostras, qué buenos que eran”. No, nos tocó sufrir y es así. La verdad es que tuvimos unos equipos no muy talentosos.
¿Qué te gustaba hacer cuando no jugabas al baloncesto? Lolo me contó que estabais viciados con las maquinitas, con los videojuegos.
En las concentraciones yo leía bastante, en los aviones y hoteles, pero sí, estaba la Nintendo aquella con el Tetris y Super Mario Bros, la novedad, lo que había. También hablábamos mucho, mucha sobremesa, y jugábamos a las cartas.
¿Cómo llevabais ser unos ídolos para mucha gente?
Sí, lo recuerdo con cariño. Yo creo que éramos la alternativa al poder, y a la gente siempre le gusta ir un poco con el débil, que puede ser que tumbe al grande. En aquella época hubo como seis o siete años que sí, que es verdad, hasta que los tumbamos y tuvimos nuestro reinado durante dos o tres años. Éramos jóvenes y un equipo muy atractivo a nivel de jugar, y bueno, hay mucha gente que se enganchó al baloncesto con nosotros, cosa que yo agradezco y me siento orgulloso de eso, de que nuestro equipo enganchara a tanta gente.
¿Te arrepientes de algo en tu etapa de jugador?
Uy, seguramente que sí, cosas buenas seguramente, para mejorar y eso.
¿Cuál fue fu decisión más difícil cuando jugabas al baloncesto? ¿A lo mejor no haberte marchado a aquella universidad norteamericana?
No, porque las decisiones son para tomarlas y seguir adelante, y ya está. ¿Te ha ido bien en el deporte? Yo diría que sí, no sé si estaría en la NBA o estaría trabajando en un Starbucks, no lo sé, con lo cual, lo que sí sé es cómo me ha ido, y me ha ido bien.
Explícales a los más jóvenes que no te vieron jugar quién era Jordi Villacampa.
Yo creo que fui un jugador que me hice a mí mismo, que entrené mucho y, con el tiempo, llegué a ser jugador muy completo, era capaz de penetrar, de tirar, de asistir, de rebotear, de defender. Fui un jugador que, sin destacar en nada, podía hacer mucho, podía hacer todo, y quizá mi faceta más destacable era que era un anotador.
Eras un escándalo jugando, Jordi.
(Risas). Pues muchas gracias.
Pregunta de Miguel Ángel Forniés. ¿Qué te ha dado el baloncesto?
El baloncesto me ha dado la vida, me ha dado la formación, la vida, la educación. El baloncesto ha sido mi universidad, sin duda.
Pregunta de Miguel Ángel Forniés. ¿Qué te ha quitado el baloncesto?
No, no me ha quitado nada. Todo el mundo me dice que si no voy con mis amigos, no salgo por la noche, hay que hacer muchos sacrificios. Yo he sido un afortunado, he hecho lo que me ha gustado, ha sido mi modo de vida, ha sido un trabajo que me ha ilusionado y he vivido para él y él ha vivido para mí. El baloncesto y yo nos llevamos muy bien. Ningún reproche.
Lo mejor y lo peor de tus dieciocho años como presidente del Joventut.
Lo mejor, yo tengo muy buen recuerdo de haber buscado recursos extraordinarios importantes y haciendo operaciones muy grandes para poder competir. Me quedo con los títulos ganados, con la Copa del Rey, con la FIBA EuroCup, con la ULEB Cup y, sobre todo, me quedo con haber sacado chavales que han jugado en la ACB salidos de la cantera, aparte de Ricky, Rudy y Pau, muchos jugadores que han salido de la Penya y han aportado jugadores a la ACB, eso para mí ha sido lo mejor. Y te voy a decir una cosa, no solo yo, aquí tiene responsabilidad toda la estructura de equipo base, director deportivo, etc. De eso puedo estar muy orgulloso.
Lo peor ha sido quizá las dificultades económicas que hemos pasado. Difícil, pero superado. Con lo cual, tranquilos.
Muchísimas gracias por la entrevista y también por ser uno de los culpables de que me enganchara al baloncesto.
Muchas gracias a ti. Un abrazo, Javier.
Un abrazo muy grande, Jordi.

Foto Miguel Ángel Forniés
Una entrevista de Javier Balmaseda.
Colaborador JGBasket
Fotos Miguel Ángel Forniés
Jordi Villacampa Amorós nació en Reus, el 11 de octubre de 1963 es una leyenda del baloncesto español que dedicó toda su carrera profesional al Club Joventut Badalona
MIGUEL ÁNGEL FORNIÉS nació en Badalona el 18 de septiembre de 1952. Estudió en los Salesianos Badalona y en el Colegió Badalonés. Servicio Militar en Campo Soto, Cádiz.
Fotoperiodista de Devoción. Colaboró con Eco Badalonés, 5Todo Baloncesto. Desde 1981 con Nuevo Basket como fotógrafo. Primer fotoperiodista en viajar a ver y fotografiar partidos de la NBA en 1984. Europeo de 1973, cinco Mundiales Júnior (de 1983 a 1999). Quince meses trabajando, viviendo y jugando a baloncesto en Argelia (Sidi Bel Abbès).
Mundial de España 1986, Mundial de Argentina en 1990. JJOO de Barcelona 1992 como adjunto del jefe de prensa de baloncesto. Ha escrito dos libros, Crónica de un viaje alucinante (en 2009) y Memorias Vividas (en 2015). Durante 19 temporadas (1996-2014) responsable de prensa del Club Joventut Badalona.
Gran gran entrevista y muy amena