Ken Bannister. Foto Miguel Ángel Fornies

Foto portada Miguel Ángel Forniés | Un artículo de Javier Balmaseda

Comenzamos un reportaje de 3 capítulos sobre la figura de Ken Bannister, uno de los pívots más duros y contundentes que han pasado por nuestro país. En este primer capítulo ahondaremos en su lado más salvaje, aquel que mostraba cuando imponía su ley debajo de los tableros.

Nacido el 1 de abril de 1960 en Baltimore (Maryland), Estados Unidos, Bannister es uno de los máximos exponentes de otro baloncesto, un basket más salvaje, donde los pívots eran pívots y marcaban su territorio debajo de la canasta. Su físico intimidaba, imponía mucho más que respeto a sus rivales, era una bestia parda, una auténtica pesadilla para los que tenían la desgracia de enfrentarse a él. El apodo que le pusieron en la NBA, The Animal, le venía como anillo al dedo. Y no era fácil que en la mejor liga del mundo en los años ochenta te pusieran un apodo como este. Taugrés, Amway Zaragoza, Festina Joventut y Baloncesto Fuenlabrada fueron sus equipos a lo largo de las 5 temporadas que permaneció en la ACB en la década de los noventa, aunque con la Penya apenas disputó 4 partidos oficiales. No obstante, los que mejor conocieron a Ken nos hablan de que tenía dos caras, la más salvaje cuando pisaba una cancha de baloncesto, y otra más solidaria y humana en el momento que se alejaba del parqué. Su última temporada en España fue la 96/97 con el Fuenlabrada, después sus últimos años transcurrieron entre Puerto Rico, Argentina y Brasil. Cuando se retiró poco o nada se supo de él, es como si se lo hubiese tragado la tierra, pero a lo largo de estos capítulos desvelaremos noticias de Ken en la actualidad.

Foto interior. Luis Melendo

Foto interior. Luis Melendo

En este primer capítulo las voces de Alfred Julbe, Iñaki Zubizarreta, Luis Melendo y Ramón Rivas darán luz a algunas de las historias más terroríficas que el Animal protagonizó mientras estuvo jugando en España.

Alfred Julbe, su entrenador en el Amway Zaragoza durante dos temporadas, nos comenta qué tipo de jugador era.

Era una persona con una potencia física muy grande, incluso en la etapa en que vino a la ACB, donde ya tenía unos cuantos años, todavía conservaba una energía muy grande. Me viene a la cabeza un mate sobre Sabonis que de vez en cuando lo va colgando la gente por las redes. Tenía muy buen físico, con un buen muy buen trabajo defensivo, tenías que ser muy fuerte para que en la NBA te pusieran su sobrenombre. Y por otro lado sabía de basket, además era muy buena persona, aunque el recuerdo que también ha quedado es más bien el opuesto porque si lo tenías en frente era muy duro.

Nosotros intentábamos jugar a 90 puntos de media, y nuestro estilo se basaba mucho en su velocidad con el pase de béisbol, un tipo de pase que cuesta de ver en la actualidad, pero también era rápido si le tocaba correr a él.

Iñaki Zubizarreta fue su compañero en Zaragoza y una de las personas que más trato tuvo con él en España. ¿Cómo era entrenar a diario con Ken?

En los entrenamientos él jugaba y yo hacía lo que podía, pero me curtía y a él le gustaba que no me arrugara porque me exigía mucho, era muy intenso entrenando, los contactos eran duros. En la cancha era terrible y un contacto de Ken podía tener unas consecuencias físicas duras. Sin embargo, con nosotros cuando entrenábamos, él jugaba muy duro, muy intenso, te exigía, pero siempre aleccionando y siempre bien. Los entrenamientos eran de alta intensidad, pero me encantaba porque siempre te ponía retos, siempre te hacía buscar tu mejor versión, y a nivel personal, jugando, creo que fueron de los años que más he aprendido a nivel profesional.

Iñaki Zubizarreta. Anécdotas en los partidos.

Mi primer año en Zaragoza tuvimos que ganarnos la clasificación para jugar la Copa del Rey contra el Cáceres al mejor de 3 partidos. Recuerdo que estábamos en Cáceres y tenían a Bazarevich, y el tío nos estaba haciendo un traje. Entonces, en un tiempo muerto, coge Ken a Alfred Julbe, que era nuestro entrenador, y le dice: «¿Me dejas que me encargue yo» (risas). Total, que efectivamente, Alfred le dejó que se encargase de él. Y le dice Ken a Bazarevich: «Si vuelves a entrar en la zona te rompo la cara», eso en inglés puro y duro, porque Ken el castellano no, los insultos y eso los llevaba bien, pero el resto no. Le dijo eso: «Si entras en la zona te rompo la cara», pues dicho y hecho, entró en la zona y le rompió la cara, le mandó a la enfermería y ganamos el partido. Era el juego de los noventa, había siempre más contacto del que hay ahora.

Alfred Julbe también se acuerda de este incidente.

Bueno, la verdad es que más o menos debió decir, porque no le entendí muy bien: «Lo puedo parar a mí manera» o algo así, y sí, fue duro con Bazarevich, sí, sí.

Iñaki Zubizarreta. Más anécdotas en los partidos.

Con Dani Álvarez había jugado y no sé por qué… porque yo a Ken le he tenido también como rival, después de ser compañeros, y a mí el cabrón me vacilaba, pero nunca me ha ido a hacer daño. Y con Dani Álvarez me acuerdo que un partido le hizo un bloqueo ciego en mitad del campo, Dani no lo vio venir y se rompió las dos muñecas. Hombre, chocarte contra un tío de 153 kilos como un armario empotrado, es como si te pegas contra un muro, o sea, Dani venía en carrera, no le vio y se chocó contra Ken, pero además Ken estaba quieto. Se hizo mucho daño, creo que se rompió las dos muñecas.

También me acuerdo de una confrontación con Richard Scott, que acabó Scott cogiendo del cuello a Ken, le hizo la presa y no soltaba. Pero aparte de aquello, Ken iba a lo suyo, defendía lo suyo y hacía lo que hiciese falta para ganar, punto. Luego, fuera de las canchas, de las mejores personas que me he encontrado en el baloncesto.

Luis Melendo fue el delegado en Zaragoza durante muchos años.

En la cancha se transformaba. A ver, tampoco es que fuera una persona que iba a buscar el lío, pero defendía los colores a tope.

Ramón Rivas conoció al Ken compañero y al Ken rival… no se parecían en nada.

Estar en su equipo era bueno, estar en el equipo contrario ya no era tan bueno. Si jugabas en contra de él no chocaba tu mano, él no te saludaba antes del partido, incluso mucha gente se ofendía. En aquella época era diferente a la de hoy en día, hoy todos son mejores amigos… en aquella época no se saludaba. Tú extendías tu brazo y él no te saludaba, y de hecho, cuando se fue de Vitoria y jugaba en Zaragoza, aun con el cariño que sentíamos mutuo, a mí no se me ocurría ni extender la mano porque sabía que me la iba a dejar guindando, o sea, que en ese sentido era muy especial.

Cuando estuvimos en Vitoria tuvimos un año que en un principio no se sabía qué tipo de jugador iba a venir con nosotros, porque no necesariamente era un tío que anotara mucho en un principio, sino que era un obrero, un jugador físico. Y en nuestro equipo Manel (Comas) empezó a hacer muchas jugadas para él. Vino un poco fuera de forma, pero al final empezó a jugar muy buenos partidos y pese a su edad, que ya venía mayorcito, empezó a sentirse liviano de piernas y a jugar un buen baloncesto, aparte de todas las hostias que dio en el proceso. Era interesante porque no tenía piedad de nadie, o sea el apodo de Animal le caía por la manera en que jugaba, básicamente.

Foto interior con el Taugrés. Miguel Ángel Forniés

Foto interior con el Taugrés. Miguel Ángel Forniés

Ramón Rivas. Anécdotas en los partidos.

Yo me acuerdo de haber ido a jugar a Valladolid y Óscar Schmidt, que en esa etapa ya es cuando está… antes cuando era un poquito más joven era un poquito más… ¿cómo te puedo decir?, si metía la canasta te la celebraba en la cara, te hacía ese tipo de cosas. Ya, en esa etapa, cuando estaba jugando en Valladolid, era un poquito más tranquilo. Y de la nada, me acuerdo que Ken le metió una hostia y le mandó el diente a volar, y casi llorando me viene Óscar a mí, porque habíamos jugado en muchas ocasiones y yo siempre le jugaba fuerte, pero Óscar en esa etapa no estaba buscando controversia con nadie, estaba por hacer lo suyo e irse tranquilo. Y entonces el Animal lo cogió, le metió un codazo y le puso el diente a volar, que lo metió debajo de la plataforma que agarra la canasta, ahí abajo me lo encontré yo. Se lo tuve que llevar a las manos de Óscar porque él se quedó como medio atontado. Ken era impredecible. A Óscar lo pilla por sorpresa, casi viene donde estoy yo, casi llorando, y me dice: «Ramón, ¿qué le pasa a este? Está loco». Y yo no sabía ni qué decirle, y le digo: «Sacaste la lotería, majo. Eso es por las muchas canastas que has celebrado anteriormente». (Risas). Cuando veo llorando a Óscar, miro para el lado, porque se está agarrando la boca, y ahí encuentro yo el diente y se lo entrego, le digo: «Mira, toma, para que te lo puedan por lo menos poner de nuevo», porque no sé si fue un diente o una corona, yo creo que fue un diente.

En otra ocasión estábamos jugando contra Bazarevich, el base ruso, no sé dónde estaba jugando él, y Ken le hizo una especie de bloqueo que Bazarevich se desplomó, o sea, no se cayó hacia el lado, sino que se derritió en el suelo como si hubiese sido un chocolate. Cayó al suelo que yo me quedé… porque yo he dado hostias… pero yo casi siempre si daba una era a alguien que en realidad se la había buscado o me la había hecho o lo que fuese, pero en el caso de él no tenía nada que ver, podía ser simplemente, esa fue tu lotería, te la sacaste y no era tuya.

Ese era Ken, era muy emocional en el partido, y como te dije anteriormente, él… (resopla), aunque no fuera contigo la cosa, si pasaste en el momento equivocado por el lado donde él estaba pues te la ibas a llevar.

¿Era Ken de los que comentaban estos incidentes después de los partidos?

 

No, él nunca… eso era como si fuera parte del proceso y nunca fanfarroneaba de lo que había hecho. La gente se quedaba de piedra porque no se esperaban estas cosas. El bloqueo que le hizo a Bazarevich fue criminal, criminal.

Yo nunca lo vi teniendo mucho roce con tíos que jugaran duro, o sea, él se encargaba de darle, que por un lado lo entiendo, a los que están metiendo los puntos, como le sucedió con Bazarevich. Y en la pintura, yo creo que conmigo fue con el que más roce tuvo, que fue jugando la final de la Copa del Rey, que en esa final estábamos en el suelo cada 5 minutos, él me agarraba por una pierna o yo le agarraba por una pierna… fue una final curiosa. Aunque yo tenía que defender básicamente a Romay, pero las veces que me cruzaba con él, si la pelota iba en contraataque o estábamos debajo de la canasta tratando de levantarnos porque ninguno de los dos dejábamos que el otro se levantara, nunca había un golpe de mala fe, como quien dice, o sea, jugábamos duro pero siempre respetando que éramos amigos y nos apreciábamos.

Foto interior con el Joventut. Miguel Ángel Forniés

Foto interior con el Joventut. Miguel Ángel Forniés

 

Un artículo de JAVIER BALMASEDA. Colaborador JGBasket

 

MIGUEL ÁNGEL FORNIÉS nació en Badalona el 18 de septiembre de 1952. Estudió en los Salesianos Badalona y en el Colegió Badalonés. Servicio Militar en Campo Soto, Cádiz.

Fotoperiodista de Devoción. Colaboró con Eco Badalonés, 5Todo Baloncesto. Desde 1981 con Nuevo Basket como fotógrafo. Primer fotoperiodista en viajar a ver y fotografiar partidos de la NBA en 1984. Europeo de 1973, cinco Mundiales Júnior (de 1983 a 1999). Quince meses trabajando, viviendo y jugando a baloncesto en Argelia (Sidi Bel Abbès).

Mundial de España 1986, Mundial de Argentina en 1990. JJOO de Barcelona 1992 como adjunto del jefe de prensa de baloncesto. Ha escrito dos libros, Crónica de un viaje alucinante (en 2009) y Memorias Vividas (en 2015). Durante 19 temporadas (1996-2014) responsable de prensa del Club Joventut Badalona.

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