(En Atenas, cuando fueron a un torneo de pretemporada en Larisa) Ken es el del centro de la foto, el que está con los brazos abiertos

Foto portada Luis Melendo | Un artículo de Javier Balmaseda

Capítulo II sobre la figura de Ken Bannister, uno de los pívots más duros y contundentes que han pasado por nuestro país. En esta nueva entrega descubriremos al hombre que se escondía detrás del jugador de baloncesto.

Lo que está por afuera no siempre muestra lo que está por adentro. Muchas veces las apariencias engañan, y más engañarán a quien solo se fije en la apariencia… esto es lo que sucedía con Ken Bannister. Detrás de aquella fachada, de aquel corpachón de 206 centímetros, de aquel rostro serio y que atemorizaba a los rivales, se escondía un hombre generoso y solidario, nada que ver con la imagen que ofrecía cuando jugaba al baloncesto.

Los testimonios de Iñaki Zubizarreta, Miguel Ángel Forniés, Alfred Julbe, Luis Melendo y Ramón Rivas nos descubrirán la otra cara de Ken, la más desconocida, aquella que mostraba cuando se alejaba de las canchas.

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

Iñaki Zubizarreta, compañero de Ken en Zaragoza.

Una anécdota divertida fue un día que teníamos que ir a jugar al Príncípe Felipe contra el Aveiro, un equipo portugués, en Copa Korac. Nosotros, dentro del equipo, teníamos un régimen interno que consistía en que si llegabas tarde te salía caro porque se pagaba 5000 pelas de la época por minuto que llegases tarde, o sea, 30 euros de hoy. Bueno, eso lo cumplíamos todos porque si no era el cachondeo.

Un día íbamos Ken y yo en su coche y andábamos con el tiempo un poco justo antes de llegar al pabellón en Zaragoza, teníamos que pasar por una calle donde había unas instalaciones deportivas y había que bordear el pabellón para acceder a la zona donde aparcaban los coches, y era una zona de doble carril donde había coches aparcados en doble fila, luego había un espacio amplio donde estaban liberados los dos carriles, y luego otra vez coches en doble fila. Y estábamos detrás de un taxi, y para el coche dando servicio a unos, y en vez de meterse en el espacio libre y ponerse en doble fila, pues no, ocupa el carril por donde únicamente se podía circular y nos corta el paso, o sea, nosotros que íbamos con el tiempo justo nos pusimos un poco nerviosos y le decimos: «Oye, tío, por favor, cámbiate…», y el tío nos saca un dedito así, mirando para arriba, y claro, a Ken le da el ataque de risa y me dice algo así como: «¿Qué, le damos el susto?». Y yo: «Pues venga» (risas).

El taxista que encima se pone medio tonto, a todo esto era de noche, y le digo: «Ken, ¿salimos?», y Ken se estaba descojonando de la risa, y me dice: «Venga, primero tú y luego yo». Y le digo: «Venga, va». Abro la puerta, aparezco yo, y ves la cara del taxista, que parecía que era el hermano pequeño de Torrebruno, se le pone el culo apretado… pero ay amigo, cuando sale Ken (risas a carcajadas), se le transforma la cara, se mete en el coche, cierra y sale picando rueda, como diciendo: «Madre mía, que no me pillen estos dos», nos quedamos Ken y yo mirándonos, nos empezamos a partir de risa, y le digo: «Venga, al partido que hay que jugar». Esa fue muy buena, no me he reído tanto en muchos años. Claro, imagínate el taxista cuando nos vio… dos bicharracos, uno grande y el otro más.

Foto interior. Autor, Luis Melendo. (En Járkov)

Foto interior. Autor, Luis Melendo. (En Járkov)

Miguel Ángel Forniés era el jefe de prensa cuando Ken estuvo en la Penya.

Cuando Ken estuvo en el Joventut, yo conocía a un jugador al que había entrenado, y tenía un hijo. Un día me dijo que le gustaría que le hiciese una foto al niño con Ken Bannister. Hablé con Ken, los envié a la sala de prensa, Ken muy amable, fue y tal… Mira, el niño cuando vio a Ken, que lo quería coger en brazos, empezó a llorar… bueno, tuvimos casi que irnos sin hacer la foto. Recuerdo que Ken se partía de risa.

LA OTRA CARA DEL ANIMAL

Alfred Julbe, su entrenador en Zaragoza.

La primera vez que lo veo es 3 o 4 años antes de venir aquí, en una Summer League en Los Ángeles en el torneo de las mañanas, que era el de los jugadores menos conocidos, y lo recuerdo haciendo una labor social con jugadores que querían sacar su nombre adelante.

Luego, cuando llega a Zaragoza, que ya éramos Amway Zaragoza, el club está a punto de desaparecer y se hace una ampliación de capital para salvarlo. Y se nos pide que compremos, no recuerdo… un dinero, yo creo que puse 50000 pesetas, y el tío va y compra 10 veces lo que compró cualquiera de nosotros, o sea, que es un accionista perdido digamos, del anterior Zaragoza. Aquello consistía en comprar acciones cuando se hizo un último intento de salvar el club, porque el equipo iba bien, habíamos jugado la final de la Copa del Rey… Y bueno, en un intento del crack, José Luis Rubio, que también se merece un reportaje, hacía lo que se pudiera para salvarlo, aunque no se consiguió, pero Ken respondió de esta manera.

Con esto quiero decir que Ken estaba en todo este tipo de cosas, en contrapunto a la imagen que ha quedado de él, cuando era tu rival, que era un tío implacable con unos bloqueos que dejaban a sus rivales por el suelo, y en cambio en este aspecto privado era encantador.

Tengo entendido que era un apasionado de las pesas.

Sí, ahí te puede valer el testimonio de Iñaki Zubizarreta, que era su joven protegido. Ellos se pegaban muy duro en la cancha, pero se querían mucho. Iñaki y Ken estaban siempre compitiendo con las pesas, aquello que escuchas de yo he levantado tanto, pues yo te supero… y así.

Foto interior con el Joventut. Autor, Miguel Ángel Forniés

Foto interior con el Joventut. Autor, Miguel Ángel Forniés

Iñaki Zubizarreta.

Ken es de las mejores personas que he conocido nunca dentro del mundo del baloncesto. Era un hombre con un físico que intimidaba, una bestia parda, de hecho el mote de Animal se lo ganó en la NBA y era justificado. Pero a pesar de la fachada que tenía, lo más grande que tiene Ken es el corazón, y le ha llevado siempre a hacer una labor social, ayudando a un montón de chavales con problemas, de todas las edades y en todos los equipos en los que ha estado. De hecho, cada partido que se jugaba en casa, Ken compraba 200 entradas que pagaba de su bolsillo, iba a los orfanatos y regalaba las entradas a chavales sin recursos para que pudieran ir al baloncesto.

El castellano no lo hablaba mucho y el que le hacía de intérprete era yo. Él fue uno de los que me enseñó que detrás de esas grandes estrellas hay grandes personas con un corazón especial, y desde luego él fue uno de ellos. A mí me ha quedado mucho de su lado solidario. Yo, en aquella época, estoy hablando de hace 30 años, tenía 22 años cuando fui a Zaragoza, eran mis primeros años fuera de casa y estaba más perdido que un pulpo en un garaje, confuso, e hice cosas que tampoco las hice del todo bien, y sin embargo Ken me acogió como si fuese un hijo suyo.

Recuerdo que decía que él era el Animal y yo era Baby Animal, o sea, era como su niño. Estuvimos mucho tiempo juntos, él también estaba solo, íbamos a jugar al billar, a ver películas juntos, y era un hombre que siempre me enseñaba. Yo en aquella época tenía una realidad propia, con todo lo que arrastraba, bastante dura, tenía una gestión emocional nefasta, y Ken me ayudó con las primeras claves para poder controlar toda esa historia que tenía. Le tengo un cariño y una admiración brutal. Para mí ha sido un auténtico lujazo tener a alguien como él en mi vida y tener ese recuerdo tan bonito de él.

Habíamos hecho muy buena amistad el primer año, y recuerdo que al inicio de la segunda temporada, la 95/96, cuando ya empezamos la pretemporada, yo estaba en el piso donde vivía, en aquella época la telefonía móvil era inexistente, y tenía el típico contestador automático de casete de entonces, y cuando llego a casa veo ahí una retahíla de: «Eh, tú, maricón, hijo de p…, maricón de mierda…». Y luego una vez que se acaba la retahíla empezaba en inglés: «Oye, ya estoy aquí, vamos a jugar un billar, tengo ganas de verte y darte un abrazo…». Y nada, le llamé, me vino a buscar y nos fuimos a jugar un billar y ya está, eso lo hacíamos muy a menudo.

También le gustaba mucho el gimnasio, las pesas, el tema de culturismo y todo esto le gustaba mucho. También le gustaba mucho el tema de las artes marciales, y luego el tema de películas y todo esto. Si no recuerdo mal, era cinturón negro en taekwondo.

Luis Melendo fue el delegado en Zaragoza durante muchos años.

Era muy correcto, sin ningún problema. Siempre había gente que si… estas zapatillas no me gustan, es que no sé qué… a él todo le venía bien. Lo que le dabas lo asimilaba sin ningún problema. Era un buen tío, muy profesional, en definitiva, muy buena persona.

Era un hombre que no tenía mucha vida social, vivía en su casa y tampoco hacía muchas salidas ni nada de esto.

Ramón Rivas, compañero en el Taugrés.

Cuando él está en Vitoria nació mi primera hija, y te tengo que decir muy claro que no salió de nadie tener un detalle, no es que yo lo esperase ni mucho menos, realmente no lo esperaba, pero él se fue a buscar las bolitas de cristal que tienen como nieve, una muy bonita, rosadita, con una muñequita dentro, y me la regaló para mi hija, que de hecho todavía la tiene en su cuarto. Esa era la nobleza interior que tenía Ken, era un hombre muy sencillo.

Cuando llegó a Vitoria me acogió como un hermano y, a pesar de que a veces teníamos que entrenar en contra o lo que fuese, siempre había un respeto mutuo y nunca tuvimos un pique. Anécdotas de ese estilo te puedo decir muchas más porque era muy cariñoso con los jóvenes, aun no sabiendo hablar el idioma simpatizaba con los que a lo mejor en un principio son menos importantes en el equipo.

En muchas ocasiones los entrenadores van a por los jóvenes para que los veteranos pues… utilizarlos de conejillos de indias para darle candela a ellos y así los veteranos estén firmes. Él no era muy partidario de eso y también hacía amistad con los jóvenes, aun sin saber el idioma. Era un tío que con pocas palabras, simplemente con su sonrisa, hacía que le cogieras cariño.

No le gustaba salir y creo que no le gustaba el alcohol, yo sé que no bebía nada, era muy sano, para la época en que vino a España era muy sano. Él prácticamente era del entreno a casa o íbamos a comer… compartíamos momentos así, y luego tranquilamente se iba a casa. No estaba buscando ningún tipo de notoriedad.

 

Un artículo de JAVIER BALMASEDA. Colaborador JGBasket

 

MIGUEL ÁNGEL FORNIÉS nació en Badalona el 18 de septiembre de 1952. Estudió en los Salesianos Badalona y en el Colegió Badalonés. Servicio Militar en Campo Soto, Cádiz.

Fotoperiodista de Devoción. Colaboró con Eco Badalonés, 5Todo Baloncesto. Desde 1981 con Nuevo Basket como fotógrafo. Primer fotoperiodista en viajar a ver y fotografiar partidos de la NBA en 1984. Europeo de 1973, cinco Mundiales Júnior (de 1983 a 1999). Quince meses trabajando, viviendo y jugando a baloncesto en Argelia (Sidi Bel Abbès).

Mundial de España 1986, Mundial de Argentina en 1990. JJOO de Barcelona 1992 como adjunto del jefe de prensa de baloncesto. Ha escrito dos libros, Crónica de un viaje alucinante (en 2009) y Memorias Vividas (en 2015). Durante 19 temporadas (1996-2014) responsable de prensa del Club Joventut Badalona.

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