Nada menos que 941 días. Más de dos años y medio es lo que ha tardado Klay Thompson en volver a disputar un partido oficial. La última vez que lo había hecho fue aquel sexto partido de las finales de la NBA 2019 ante Toronto, cuando estaba siendo el mejor de los Warriors y en una mala caída se rompió el ligamento cruzado de la rodilla.
Una lesión larga, con 29 años, que podía generar dudas sobre cómo podría ser su regreso. Pandemia mediante, Klay, poco a poco, iba cogiendo la forma y trabajaba individualmente para volver a las canchas con el comienzo de la pasada campaña, pero en un entrenamiento, en noviembre de 2020, la mala suerte se cebó con él y sufrió la rotura del tendón de Aquiles. Un mazazo para un jugador que veía como se iba a perder su segunda temporada consecutiva.
Dos graves lesiones en una carrera profesional y en una competición tan exigente como la NBA, podían suponer el fin de su carrera, pero no para Thompson. El artífice, junto a Stephen Curry, de esa dupla letal, los “Splash Brothers”, que dio otra dimensión al tiro de tres puntos, aportando una nueva forma de entender el baloncesto, iba a seguir trabajando para poder volver a ayudar a sus Warriors a pelear de nuevo por el anillo. No iba a tener prisa por volver y más teniendo en cuenta el gran arranque de temporada de los de San Francisco.
El día marcado en rojo para el regreso, el 9 de enero. El rival, los Cleveland Cavaliers. Estaba ansioso por volver y Steve Kerr le dio la titularidad. A los 40 segundos ya había conseguido su primera canasta en una penetración, perdiendo el miedo y demostrando que las lesiones eran cosa del pasado. Esa sensación de crecerse ante la adversidad le hizo volar para culminar con un mate a una mano, una acción espectacular que certificó que había vuelto.
El ganador de tres anillos y cinco veces All Star, aunque no haya sido elegido entre los 75 mejores jugadores de la historia de la NBA, ha marcado una época y puede presumir de ser el jugador que más triples ha anotado en un partido (14) y el que más puntos ha conseguido en un cuarto (37), con una serie inmaculada de lanzamientos (13/13), entre los que consiguió 9 triples. Pero Klay es más que un tirador, su desempeño en tareas defensivas, llevó a los de La Bahía a la cima.
En una noche inolvidable, los números son lo de menos. Aún así, Klay no defraudó. En veinte minutos de juego sumó 17 puntos, con un 7/18 en tiros de campo, lejos de su mejor versión, pero afinando, de nuevo, su lanzamiento. Los Warriors vuelven a sonreír y, con la incorporación del Thompson, vuelven a aspirar a todo. Ahora habrá que darle algo de tiempo para coger el ritmo y volver a disfrutar de todo su talento.
Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete técnico JGBasket
Foto: NBA