Como cambia la vida en tan sólo unos meses. Después de su peor temporada en la NBA, en la que no pararon de lloverle las críticas, Kyrie Irving vio como Cleveland no le daba la espalda y para demostrarle la confianza que tenían en él, decidieron ofrecerle una ampliación de contrato de cinco años por 90 millones de dólares. Aceptó sin dudarlo, aunque lo que no sabía es que el futuro cercano le iba a deparar más sorpresas. Su equipo se hizo con los servicios de LeBron y Love y pasaban de las tinieblas a ser uno de los máximos aspirantes al anillo. Una gran noticia para afrontar el Mundial de España.

Está claro que con el fichaje de estas dos superestrellas de la NBA su juego tiene que cambiar. Tendrá que ser capaz de tener menos el balón en sus manos y, aunque tiene una gran capacidad anotadora, hacer jugar más a su equipo. De momento, la selección de Estados Unidos fue una gran prueba y la pasó con nota.

Su trayectoria ha sido meteórica. Un paso fugaz de un año por la Universidad de Duke, donde coincidió con el entrenador de Estados Unidos –Krzyzewski–, en el que sólo disputó once partidos por una lesión en un dedo del pie, promediando 17,5 puntos; 4,3 asistencias y 3,4 rebotes. No importó su escasa participación a los ojeadores NBA que lo habían puesto en todas sus quinielas al ver su gran talento. Cleveland, huérfano de su estrella LeBron, decidió apostar por él y lo eligió en el número uno del draft de 2011.

La clave de su juego está en su gran dominio del balón, su capacidad para cambiar de ritmo y su facilidad para anotar. Su versatilidad para penetrar con ambas manos y su rapidez, utilizando los bloqueos directos, para armar el lanzamiento le hacen un jugador muy difícil de defender. A pesar de no tener una gran corpulencia, aprovecha muy bien su cuerpo para protegerse a la hora de finalizar.

Le encanta jugar en transición y aclarados, demostrando su capacidad para superar al rival y anotar. Además, lee perfectamente las ventajas en los bloqueos directos bien para tirar o para asistir a un compañero. Por sus características baloncestísticas y físicas son muchos los que le han comparado con Chris Paul, pero él ya se ha encargado de escribir su propia historia sin ser la copia de nadie.

En su primer año con Cleveland tuvo que recuperarse todavía de la lesión que arrastraba de la Universidad, pero ese no fue un problema para alzarse con el título de Rookie del año, superando a Ricky Rubio, con unos números espectaculares (18,5 puntos; 5,4 asistencias y 3,7 robos). Su carrera NBA había empezado de la mejor manera posible, pero quizá la presión a la que está sometido le haya pasado factura en esta última temporada donde ha rendido por debajo de lo que de él se esperaba.

Nacido en Melbourne, su historia pudo cambiar en el verano de 2012. Con la doble nacionalidad y tras haber sido elegido Rookie del año, el seleccionador australiano Brett Brown –el mismo que había convencido al padre de Kyrie para jugar en Australia– se puso en contacto con él para que disputase los Juegos Olímpicos de Londres, pero Irving tenía dudas porque confiaba en poder vestir, algún día, la camiseta de los Estados Unidos. La presencia de su entrenador universitario en el banquillo norteamericano le hizo pensárselo y decidió decantarse por participar ese verano en la concentración de Las Vegas, formando parte del equipo “B” estadounidense.

Ante las ausencias de Paul y Rondo y las dudas que podía generar la vuelta de Rose. Krzyzewski se acordó de Irving y decidió darle los mandos de la selección en el Mundial de España. El resultado ya se ha visto: MVP y medalla de oro. Ahora aspira a consolidarse en futuras concentraciones.

Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Analista Mundial 2014 para JGBasket

Foto: FIBA

 

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