¿Y ahora qué? FIBA Europa sorprendía a todos con un comunicado en el que excluía a ocho países, entre ellos España, del Eurobasket 2017. La sanción que, sólo afectaría a la selección sénior masculina, empezó a gestarse en el mes de abril cuando la ACB aceptó la propuesta de la ECA (Euroleague Commercial Assets, empresa matriz de la Euroliga), dejando de lado la oferta de la FIBA, que pretendía crear una nueva competición, la Basketball Champions League.

Los países sancionados, que se habían decantado por la proposición de la Euroliga, son, –además de España– Rusia, Serbia, Croacia, Eslovenia, Bosnia, Macedonia y Montenegro. Además, otras seis federaciones (Israel, Italia, Grecia, Turquía, Lituania y Polonia) que han confirmado la presencia de sus clubes en la Eurocup, han sido apercibidas y podrían quedarse también fuera del próximo Eurobasket. Esto supondría que de las ocho selecciones que estuvieron presentes en los cuartos de final en el Europeo 2015, cinco no podrían participar en el del año que viene, sólo Francia, Letonia y República Checa lo podrían hacer.

El conflicto entre FIBA y Euroliga viene de lejos y, en marzo, FIBA Europa ya había anunciado, a través de un comunicado, que se podrían tomar medidas contra aquellas federaciones que apoyasen a la Euroliga. En dicho comunicado recalcaba “la necesidad de proteger a los clubes y las ligas de todos los niveles de las acciones ilegales llevadas a cabo por la Euroliga, la cual actúa en el interés de unos pocos clubes en detrimento del resto de clubes y del resto del baloncesto en Europa. En respuesta a este agresivo e ilegal comportamiento, se ha decidido que (con la excepción de los 16 equipos que participan en la Euroliga), cualquier federación nacional que apoye a la ECA permitiendo que sus ligas o clubes alcancen acuerdos con esta última o cualquier entidad directa o indirectamente relacionada con ella, perderá automáticamente su derecho a participar en las competiciones de países organizadas por FIBA Europa”.

Una amenaza que se ha convertido en realidad y que podría extenderse incluso a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de este verano. La decisión la tomará el próximo fin de semana la FIBA y podría a España sin el billete que se ganó, con todo merecimiento, al proclamarse campeona de Europa el verano pasado. El Comité Olímpico Internacional ya se ha lavado las manos, afirmando que ellos nada tienen que ver en la decisión y que depende, única y exclusivamente, de FIBA.

Lo más curioso del caso es que FIBA Europa sanciona a la FEB, pero la decisión de alinearse del lado de la Euroliga ha sido cosa de la ACB, una liga privada, independiente totalmente de la Federación Española de Baloncesto. Por lo tanto, choca que las represalias se tomen contra la selección española cuando nada tiene que ver en esta lucha de egos. Pero no es la única contradicción de la sanción, ya que, como reconoce Francisco Roca, presidente de la ACB, “la FIBA hace una excepción con los 16 equipos que participan en la Euroliga. Es decir, ¿participar en la Euroliga no es objeto de sanción pero hacerlo en la Eurocopa sí lo es? Me parece insostenible”. El castigo, le parece “desproporcionado, injusto y sin fundamento”.

La mayor diferencia entre ambas competiciones (Euroliga y Basketball Champions League) radica, principalmente, en la cuantía económica que se repartirían los clubes participantes. Por un lado, la Euroliga, competición más asentada y con un mayor número de patrocinadores, tendría 36 millones de euros para repartir en premios, mientras que la Champions, de reciente creación, sólo contaría con 4,4 millones de euros para los clubes. La Euroliga contará la próxima temporada con 16 equipos, los 11 con licencia A (Real Madrid, Barcelona, Laboral Kutxa, Anadolu Efes, Fenerbahçe, CSKA Moscú, Armani Milán, Maccabi Tel Aviv, Zalgiris Kaunas, Olympiacos y Panathinaikos), el campeón de la Eurocup, el ganador de la Liga Adriática, de la VTB y de la Bundesliga. Además, para el próximo curso se había invitado al equipo turco del Darussafaka.

No se tardará en conocer la decisión definitiva, debido a que las federaciones sólo tienen tres días para presentar alegaciones, pero FIBA Europa tendría que pensar cómo repercutiría a nivel económico y de patrocinios que las principales potencias baloncestísticas del continente no participasen en la próxima edición. La pataleta puede servir, inicialmente, de amenaza, pero si, finalmente, sigue adelante, y se amplía a los Juegos Olímpicos, nos encontraríamos ante una situación que marcará un antes y un después en una relación que empieza a deteriorarse y que puede romperse definitivamente, sin posibilidad de dar marcha atrás.

 

Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete comunicación JGBasket

Foto: FIBA Europe

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