Se ha creado la tendencia de que, desde benjamines, los jugadores ya empiecen a asumir roles y un puesto específico en el juego. Con el único objetivo de ganar y no de formar, los entrenadores deciden que los jugadores hagan sólo lo que saben en los partidos para sumar un triunfo. Por ejemplo, los “altos” que ocupen las posiciones cercanas al aro y se dediquen a rebotear, recibir y tirar. Qué no se les ocurra botar.
Con esas medidas están, sin darse cuenta, condicionando la evolución del jugador. Es cierto que las modas van cambiando y si antes la tendencia era que los jugadores grandes jugasen de pívots, cada vez es más frecuente que los altos suban el balón y puedan jugar incluso de base. Antetokounmpo es el paradigma de jugador que, a pesar de sus 211 centímetros, se ha convertido en el timonel de los Milwaukee Bucks. El precursor fue Magic Johnson (2.06) y, desde entonces, se han potenciado este tipo de jugadores. Sin ir más lejos, en el primer partido de esta temporada en la NBA terminó el partido con 31 puntos, 9 rebotes, 5 asistencias, 1 robo y 1 tapón.
Lo que hay que tener claro es que el baloncesto profesional tiene unos objetivos totalmente distintos al baloncesto de formación. Cuantos más recursos tengan nuestros jugadores desde pequeños, más completos podrán ser y tendrán un abanico mayor de opciones para desarrollar su juego. Por eso, desde JGBasket, os aconsejamos que no empecéis desde pequeños a realizar un trabajo específico con vuestros jugadores. Intentad que todos aprendan a hacer de todo, aunque, lógicamente, habrá algunos a los que se les den mejor unos conceptos que otros, o, simplemente, los asimilen antes, pero eso no es impedimento para que todos lo intenten.
Tenemos que buscar la polivalencia de nuestros jugadores, es fácil de decir, pero difícil de conseguir, aunque ese tiene que ser nuestro objetivo como entrenadores. Tienen que saber desenvolverse tanto de cara al aro como de espaldas, porque los jugadores crecen y se desarrollan de manera muy diferente en su adolescencia y no podemos condicionar su posición en el campo porque hayan crecido más rápido que el resto de compañeros, aunque luego se estanquen y se vean superados en centímetros por éstos.
El juego de espaldas está cada vez más olvidado y resulta esencial de cara al futuro. Cada vez es más frecuente ver a equipos (cadetes o juniors) que juegan con sus cinco jugadores abiertos, sin ninguna referencia interior. Esto lo que conlleva es que las defensas puedan cerrarse más y no haya un posible balón interior que genere cortes del lado contrario o una salida del balón para un tiro abierto. Está bien que ya en canasta grande se haga algún entrenamiento específico por posiciones, haciendo partícipes a todos los jugadores en cada una de ellas.
Son muchos los que asocian el juego de espaldas con el trabajo específico de poste, pero ni mucho menos. No enseñamos a nuestros jugadores a realizar salidas abiertas y cruzadas y a entrar con ambas manos, entonces por qué no les podemos enseñar a recibir de espaldas y pivotar o continuar. Es, como decíamos antes, un recurso más para anotar. Un recurso bien entendido claro, ya que si lo que hacemos es clavar a nuestro jugador alto en posiciones cercanas al aro y le instamos a que no se mueva, estamos condicionando su juego.
¿Apostáis por la polivalencia de vuestros jugadores o preferís, desde minibasket, que vayan teniendo ya un rol bien definido?
Por Víctor Escandón Prada
Entrenador superior de baloncesto. Periodista
Gabinete técnico JGBasket