El entrenador ayudante es una pieza importante en el engranaje de cualquier equipo, pero por falta de efectivos son muchos los que sólo cuentan con un entrenador. En el primer artículo nos centrábamos en la figura de alguien joven que quiere seguir vinculado al baloncesto. No es el único caso.
Hay entrenadores con experiencia y contrastados que, por motivos personales o laborales, no pueden comprometerse a dirigir un equipo y asistir a todos los entrenamientos, o, simplemente, prefieren echar sólo una mano. Por lo tanto, adquieren un papel secundario. Se pueden dar varias situaciones, asignarles un equipo con un entrenador inexperto para que aporten sus acontecimientos o –en mi opinión no es la más idónea– ayudar en el equipo de su hijo.
Esta última opción se da en algunos equipos, pero puede generar conflictos. Conviene separar la parcela familiar de la deportiva, ya que el entrenador suele exigir a su hijo más que al resto y eso puede llegar a frustrarle. También se puede dar, en menor medida, el caso contrario y que su hijo tenga favoritismo, lo que puede generar un mal ambiente en el equipo independientemente de la edad que tengan los jugadores, ya que no les pasa desapercibido.
Sea cual sea la situación, su función en el equipo es aportar experiencia y conocimientos, pero siempre dejando llevar la voz cantante al entrenador principal. Para aprender hay que equivocarse y si está todo el tiempo corrigiendo al primer entrenador, le hará dudar a la hora de tomar de decisiones y, además, le dejará en evidencia. Por eso, las discrepancias, mejor solucionarlas en privado para llegar a un consenso, ya que cada uno puede tener su opinión.
Su contribución será importantísima a la hora de planificar y de preparar los entrenamientos. Reunirse, a principio de temporada, con el entrenador principal para ver las ideas que tiene pensadas poner en práctica y asesorarle sobre lo que, bajo su experiencia, cree que es mejor puede ayudar y mucho, siendo una de sus tareas principales.
En equipos de formación más “profesionales” puede incluso llegar a realizar las labores de scouting. Una posibilidad que, en muchas ocasiones, al contar con un solo entrenador se pierde y resulta determinante, sobre todo, en partidos igualados. Todo lo que sea sumar siempre es bien recibido y más si lo hace alguien que sabe y conoce el baloncesto.
La figura del entrenador ayudante, ya sea experto o novel, resulta muy enriquecedora e interesante. Para los jugadores contar con dos entrenadores que les enseñen y corrijan es un lujo que les hará crecer y progresar. Eso sí, ambos tienen que estar de acuerdo en sus ideas para remar en la misma dirección, convirtiéndose los dos en un bloque sólido que beneficiará a todas las partes interesadas.
Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete comunicación JGBasket
Publicada el: 4 octubre 2014 13:59 pm