Como todos los años por estas fechas tiene lugar la gran final de la NCAA, la culminación del March Madness en la que se enfrentan los dos mejores equipos del país, en una final que paraliza Estados Unidos, como muestra de ello, es la ausencia de partidos de la NBA en el día de ayer. El Georgia Dome en Atlanta acogió a los 75300 espectadores que disfrutaron de un partido igualado hasta los últimos instantes, y que dejó un gran sabor de boca para todos los aficionados, y en el que el equipo dirigido por el recientemente incluido en el Hall of Fame, Rick Pitino, y sus Cardinals de Louisville, se impusieron a unos Wolverines de Michigan que pusieron contra las cuerdas los pronósticos que apuntaban a la consecución de forma cómoda del título para los Cardinals.

Desde el comienzo Michigan demostró que no sería un aspirante cualquiera, y de la mano de su eléctrico base, Trey Burke (futuro top 10 en el draft), consiguieron las primeras distancias en el marcador. La defensa de Louisville, una de las más intensas, y efectivas del campeonato, no podía parar la verticalidad del base, ni la calidad de Tim Hardaway Jr, otro jugador con claras aspiraciones NBA. Payton Siva, base de los Cardinals trataba de cambiar el tempo del partido gracias a sus penetraciones, bien acompañadas desde el poste por Behanan, autor de una gran actuación trabajando desde línea de fondo, y de Giorgi Dieng, abriendo espacios desde el poste alto. Sin embargo la efectividad de Michigan era demasiado alta como para mantener la igualdad en el marcador.

Será una final recordada por las figuras de actores secundarios, como Albretch, base suplente de los Wolverines, y autor de 17 puntos en la primera parte, destrozando desde el perímetro los intentos de Louisville de acercarse en el marcador, con un impresionante 5/5 en triples, hay que recordar que su media de puntos era de 1,8. Pero también será recordada por la actuación de Hancock, alero de los Cardinals, y perfecto sexto hombre en ausencia del lesionado Kevin Ware, con una diferencia de 12 puntos en el marcador asumió la responsabilidad ofensiva de Louisville en los últimos cinco minutos del primer tiempo, gracias a sus tres triples consecutivos que redujeron la diferencia hasta el 38-37 que marcada el electrónico en el descanso. Curiosamente ambos jugadores también resultaron fundamentales en los partidos de semifinales ante Syracuse, y Wichita St.

El segundo tiempo fue la exposición más clara de lo que ambos equipos han representado a lo largo de esta temporada, todas las cartas se pusieron sobre la mesa, permitiendo ver un maravilloso espectáculo. La actividad de manos, e intensidad defensiva de los Cardinals obligó a sacar lo mejor de los actores principales de Michigan, Burke, Hardaway, y Glen Robinson III. John Beilein, entrenador de los Wolverines echó en falta la aportación de su hombre grande, Mitch McGary, bien atado defensivamente por los defensores de Louisville, y de Stauskas, un excelso tirador, ausente durante toda la final four. El alto nivel defensivo permitió aumentar el ritmo del partido favoreciendo el contraataque, y las opciones de 1×1 de los jugadores dirigidos por Pitino, Payton Siva, o Rush Smith campaban a sus anchas por el campo, siendo un dolor de cabeza para el balance defensivo de Michigan.

A falta de 14 minutos el signo del partido en el marcador cambió, y no hay mejor equipo en la NCAA que Louisville para gestionar las ventajas, apoyados por su mayor número de robos de balón, y su superioridad en el rebote ofensivo, mantuvieron controlado en todo momento el empuje de Michigan, incapaz de volver a recuperar la ventaja en el marcador. Giorgi Dieng cerró la zona, impidiendo cualquier tipo de tiro cómodo. Los últimos 10 minutos fueron un resumen de lo que significa este tipo de competición, antesala de la NBA, pasión, intensidad, emoción, y la ilusión que supone alcanzar la gloria que supone este torneo. Brillante trabajo en los banquillos de John Beilein, y enhorabuena al controvertido Rick Pitino, ganador de su segundo torneo de la NCAA, gracias al 82-76 que reflejó el marcador final.

 

Por Alex Senra del Cerro
Analista NCAA para JGBasket

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