Entrevistamos a José Miguel Hernández, un joven alero de aquel CAI Zaragoza y el jugador que defendía a diario a uno de los grandes protagonistas de esta Copa del Rey, el estadounidense Mark Davis, autor de 44 puntos en la final (récord de anotación en una final de Copa, era ACB) y primer MVP de la competición.
La Copa del Rey de 1990 se celebró del 10 al 13 de febrero en el Centro Insular de Deportes de Las Palmas de Gran Canaria. Curiosamente, la final se disputó un martes y 13, algo que se antoja muy difícil de repetir. Los 8 equipos clasificados fueron: Barcelona, Grupo IFA, Joventut, Breogán, Real Madrid, Taugrés, CAI Zaragoza y Valvi Girona. Los maños, que ostentan varios récords en esta competición que serán muy difíciles de batir, se alzaron con el título después de derrotar al Valvi en cuartos de final (85/79), al Real Madrid en semifinales (74/73) y al Joventut en la final (76/69). Aquel CAI es una de las apuestas más valientes en la historia del baloncesto, como iremos viendo a lo largo de estos tres capítulos. En esta ocasión hablamos con José Miguel Hernández, un alero de 2,02 metros que, por entonces, todavía era júnior.
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ
Háblanos de las peculiaridades de aquel CAI.
Chuchi era una de las peculiaridades del equipo, un entrenador de 24 años. Yo creo que era lo más significativo. Teníamos a Chuchi Carrera de primer entrenador y a José Luis Oliete de segundo, que tenían 24 y 23 respectivamente, o 24 y 24, no sé exactamente, pero por ahí andaba. Además, habían jugado juntos.
Veníamos de un partido desastre en Cholet, en la Copa Korac. De ahí vino la destitución de Moncho (diciembre del 89). Y José Luis Rubio le dio el equipo a Chuchi y
a Oliete, un poco como transición porque nos venía la Copa ya de seguido, y bueno, la apuesta salió bastante bien. Luego en la liga no estuvimos muy bien, creo que no nos
metimos en playoffs. Creo que esa fue una de las apuestas más valientes que ha habido en el baloncesto, es decir, poner a dos chicos, que además eran de la casa porque venían de entrenar en categorías inferiores.
En cuanto a los jugadores, teníamos a Alexander Belostenny, que era una apuesta de Moncho que salió muy bien. Era un pívot grande, con mucha experiencia. Y teníamos a
Mark, uno de estos jugadores que sacaba José Luis Rubio de no sabemos dónde. Yo creo que vino directamente de algún escarceo con NBA. Apareció por aquí y a nosotros
nos sorprendió mucho desde el primer momento la calidad y la profesionalidad que tenía. Así fue luego el resultado. En cuanto a los nacionales estaban Joaquín Ruiz,
Quique Andreu, Fernando, Pepe, Dani Álvarez, Fran Murcia… Quitando a Quique Andreu éramos todos de aquí. Ese equipo tenía esa peculiaridad, eso ahora es prácticamente imposible. Había muy buen rollo entre los jugadores. Era un equipo que estaba bastante bien. Fue una sorpresa por las circunstancias que se dieron, pero realmente, a nivel individual, no era un equipo mediocre, era un equipo bastante importante en cuanto a jugadores.
La sorpresa fue Mark. Era un tío que físicamente era muy bueno. Todo el mundo lo recuerda como un gran tirador por la final, pero es que manejaba muchísimos
parámetros del juego, penetraba muy bien, era muy fuerte, muy un buen reboteador, ayudaba mucho al rebote… Era un tío muy completo. Su principal característica era lo
completo que era. Tenía un buen rango de tiro, pero no era un especialista. Pero es que Mark hacía muchísimas cosas, era muy fuerte en la penetración a canasta por
derechas, era fortísimo. Yo le defendía mucho y era… (resopla) imposible, porque además físicamente, yo creo que de los americanos que han venido aquí era de los
más completos. A nivel físico era un tío con un buen salto, con mucha velocidad, con muchas piernas… Bueno, el hecho de contar con él fue fundamental para ganar la Copa
y sus 44 puntos que se recuerdan y serán recordados durante mucho tiempo, salvo que venga alguno tocado con una varita. El récord de 44 puntos en una final de Copa
es bastante complicado de batir, o sea, que se quedará ahí por mucho tiempo.
De Mark Davis me llama la atención que, sin ser un especialista en el tiro de larga distancia como me estás contando, metió 6 triples en la final y ganó dos concursos
de triples en la ACB las dos temporadas que estuvo en Zaragoza. ¿Os llamó la atención esto a vosotros?
Sí, sí. No tiraba muchos triples, pero si no estaba por encima del 40% por ahí le andaría, y encima era un tío al que se le defendía mucho. Es verdad que el equipo, el
primer año sobre todo con Belostenny, jugaba mucho para él, mucho sistema, mucho doble bloqueo. Pero luego el segundo año con Kevin Magee, que también tenía mucho
protagonismo ofensivo, el tío se buscaba los tiros y aprendió a generárselos. Bueno, tenía capacidad para eso. El segundo año Kevin le quitó protagonismo, bueno, estaba
Manel, que era de repartir roles entre los americanos y tal. Aquel año fue complicado, me acuerdo que hubo lesiones y demás. Yo creo que recibió una oferta importantísima
para irse y no quiso renovar. Se fue a jugar a Italia. Aquí lo recordamos con mucho cariño por lo que nos dio. Yo personalmente tenía un trato muy cercano con él y con
su pareja de entonces, y la verdad es que era un tío excepcional, como persona era muy majo. Se llevaba muy bien con los jugadores nacionales, algo que para la época
era un poco raro porque los americanos que venían en aquella época… Nosotros tuvimos aquí a Dennis Hopson que era un pedazo de jugador, estaría al nivel de Mark,
pero este tío era más raro que… Pero Mark no. Mark era un tío bastante sencillo, majete, se relacionaba mucho. Estuvimos muy a gusto con él.
Defendías a Mark Davis en los entrenamientos. ¿Recuerdas alguna anécdota?
Sí, lo defendía. No era un tío que bajase de intensidad, siempre iba a tope. Me acuerdo que en los entrenamientos lo sufrías y había días que pasabas unos malos ratos porque
no paraba de enchufarte, o sea, era una cosa que decías: “¿Pero qué hago yo con este tío?”. Es que era imposible. Si le defendías te penetraba, si parabas te metía… Era muy complicado defenderlo. Es cierto que hacíamos alguna fiesta que otra por ahí, de estas a escondidas, como las del Betis, pero a nosotros no nos pillaban (risas). Y me acuerdo
que apareció un día con Michael Cooper, el jugador de la NBA, debía tener alguna relación con él o lo conocía vía Kevin Magee. Y estábamos ahí en una reunión y tal, y
apareció el tío con este, que nos quedamos todos acojonados. Michael Cooper estaba en Italia y jugaban, pues no sé, por la tarde, no sé si a las 16 horas. Creo que cogió un
vuelo, de estos rápidos, y apareció en Barcelona, y a las 9 de la noche estaba aquí, en Zaragoza. Claro, imagínate, nosotros júnior y tal, y ver a un tío de los Lakers que estaba
jugando en Roma. Habíamos quedado a cenar en casa de Kevin Magee, y nosotros: “Mark no viene, este no viene”, y apareció en casa de Kevin con este, imagínate la
entrada… Fue muy curioso, imagínate la cara que se nos quedó. Kevin solo nos invitaba a los júniors, a los seniors no los solía invitar porque no le pasaban mucho, eso decía él
(risas). A esas fiestas solo íbamos los júniors. Estaba cerrada para mayores de edad, solo abierta para baloncesto de formación, para el resto no. Es que Kevin era un
personaje tremendo.
¿Decía que no le pasaban la bola los veteranos?
Sí, eso decía. Los Arcega no me pasan, este tampoco… (risas). Entonces, claro, nos invitaba a nosotros. Decía: “Estos como no juegan no tengo nada en contra de ellos.
Que vengan”. (risas). Sí, sí. Fue una buena dupla esa, no salió muy bien el experimento, eran jugadores que asumían muchísimo protagonismo. Kevin ya estaba de vuelta de
Tel Aviv, te hablo de la segunda etapa de Kevin en Zaragoza. El tío era una puta máquina, pero tenía los números siempre en la cabeza, macho, era una pasada. Mark era mucho menos egoísta en ese aspecto, bastante menos. A ver, todos tenían sus bonus y sus cosas en aquella época y eso al final marcaba mucho. Fue un año bastante
bueno a nivel personal y de aprendizaje con estos dos. Fue la hostia.
También me acuerdo de que los entrenamientos con Moncho eran… Cada entrenamiento con Mark y Belostenny parecía una película de Almodóvar. Moncho
endiosaba tanto a los americanos y a los de fuera que al final acababa entrando en una dicotomía de los demás, pues como que no…
¿Qué más nos puedes contar de Mark Davis?
Mark era un tío tan correcto que no recuerdo que haya tenido dentro del equipo ningún conflicto con ningún jugador, al revés, era un tío muy educado y se le notaba que no tenía ningún tipo de miramiento a la hora de reconocer errores durante el juego. Siempre estaba con el “my fault”, no le costaba nada. Culpa mía, culpa mía decía siempre. Le costaba mucho más a Kevin hacer esas cosas, pero bueno…
Yo no creo que Mark Davis fuese de 3 o 4 triples por partido, creo que metía muchos puntos, pero es que corría muchísimo el campo. Era un tío que tenía una velocidad… Y
sin balón corría una barbaridad. Corría muy rápido el campo y aprovechaba mucho eso, y claro, entonces el baloncesto no tenía los jugadores que hay ahora, esos
jugadores físicos que hasta los 5 te llegan antes. Pero sí que es verdad que era un tío que tenía muchísimo campo, hacía el campo enorme. Era muy fino tirando, muchísimo. Además leía muy bien el juego y no necesitaba tirar todo el rato de tres porque tenía muchísimos más registros. Él tenía la capacidad de ir para adentro y acabar con facilidad por encima de jugadores importantes.
Una entrevista de Javier Balmaseda
Colaborador JGBasket
Foto portada Miguel Ángel Forniés
Fotos interior. Luis Melendo.
Miguel Ángel Forniés nació en Badalona el 18 de septiembre de 1952. Estudió en los Salesianos Badalona y en el Colegió Badalonés. Servicio Militar en Campo Soto, Cádiz.
Fotoperiodista de Devoción. Colaboró con Eco Badalonés, 5Todo Baloncesto. Desde 1981 con Nuevo Basket como fotógrafo. Primer fotoperiodista en viajar a ver y
fotografiar partidos de la NBA en 1984. Europeo de 1973, cinco Mundiales Júnior (de 1983 a 1999). Quince meses trabajando, viviendo y jugando a baloncesto en Argelia
(Sidi Bel Abbès).
Mundial de España 1986, Mundial de Argentina en 1990. JJOO de Barcelona 1992 como adjunto del jefe de prensa de baloncesto. Ha escrito dos libros, Crónica de un
viaje alucinante (en 2009) y Memorias Vividas (en 2015). Durante 19 temporadas (1996-2014) responsable de prensa del Club Joventut Badalona.