Me comentaba un amigo hace unos días que una vez acabada la temporada, se había dado cuenta de que, desgraciadamente, el nivel de implicación de los jugadores no es el mismo que hace una década. Se ha encontrado con un equipo infantil en el que cualquier otra actividad prevalecía sobre el baloncesto y la mínima excusa era buena para no ir a entrenar.

Como entrenador estaba frustrado, yo creo que, principalmente, porque no se había sabido adaptar a la situación. Una situación que venía de atrás, del inicio de esos jugadores, que fueron incapaces de implicarse y tener el baloncesto como una prioridad y no como algo secundario. Es difícil cuando has entrenado a equipos que lo dan todo en la pista, independientemente de los resultados, pasar a ser un monitor de tiempo libre con chavales de 13 y 14 años. Pero, ¿este es un caso aislado o el baloncesto tiende a ser una actividad más para que los niños echen la tarde?

Pues depende en primer lugar de dónde se entrene. Hay que acabar con ese mito de que los clubes se lo toman mucho más en serio que los colegios. Hay colegios que llevan trabajando muy bien desde hace años y su progresión es un hecho. Eso no quita que otros centros, tengan el baloncesto como una actividad extraescolar más, lo que hace que los niños no estén tan implicados y falten o no vayan a los partidos. Pero eso también pasa en algunos clubes que tienen unos “A” y “B” más serios y competitivos, mientras que si tienen más equipos en la misma categoría, suelen tener un nivel de implicación mucho más bajo. Por lo tanto, el club o colegio en el que se entrene no es determinante.

Para mí, uno de los elementos más importantes para conseguir el compromiso y la implicación de los jugadores es el valor que los entrenadores le demos a las sesiones desde que empiezan a jugar en benjamines o antes, si empezasen en baby. No puede ser que se les deje hacer lo que quieran, con la excusa de que son pequeños. Hay que exigirles igual, teniendo que ir a entrenar, avisando sus padres en caso de que no puedan asistir, llegando a la hora y acudiendo a los partidos, porque se han comprometido a ello y las ausencias pueden provocar que el equipo no tenga el número mínimo de jugadores para poder disputar el partido.

En estas primeras etapas tienen que formarse, aprender y engancharse al baloncesto. Lógicamente a los niños lo que más les gusta estos años es botar y tirar a canasta. Pues porque no van a hacerlo, ideemos ejercicios en los que todos tengan un balón y puedan botar y tirar, eso sí, a la vez que aprenden las reglas y corrigiéndoles para que vayan mejorando y perfeccionando la técnica. No vale con que se les dé un balón y vayan corriendo por la pista haciendo pasos o tirando de cualquier manera.

Hay que enseñarles también que el esfuerzo en los entrenamientos tiene su recompensa y sirve para obtener resultados, no vale con que simplemente vayan a entrenar para que, por ejemplo, jueguen todos lo mismo en el partido. Si alguien falta a una sesión es decisión del entrenador que juegue menos, siempre que se haya hablado al principio de temporada y todas las partes implicadas (club, coordinador, entrenador y jugadores) lo sepan y sea de aplicación. Por supuesto, las ausencias cuentan para todos no solo para los que peor juegan, porque si se hacen excepciones, el entrenador, además de perder la credibilidad frente a sus jugadores, puede conseguir que se desmotiven.

Por último está el tema competitivo, en el deporte hay un ganador y un perdedor. Y los jugadores tienen que ser conscientes de ello, si han perdido el partido no se le puede restar valor a la derrota, tienen que asumirla para seguir creciendo como jugadores, porque si no cuando sean mayores van a encontrarse de bruces con la realidad y sufrir una mayor frustración.

Así es que, cada vez es más común, ver a los niños enfadados o llorando tras una derrota en un partido normal de liga. Por eso, tienen que vivir la realidad, y en ella saber que también se puede perder. De ahí que no sea partidario de que, por ejemplo, en una final a cuatro, todos los equipos tengan medallas porque no se va a dejar a uno sin medallas. Si hay medallas para los tres primeros, el cuarto tiene que quedarse sin ella, no se le puede dar por compasión o para que no se vayan tristes a casa. Si con una medalla es suficiente para conseguir la felicidad de los niños, mal vamos.

 

Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete comunicación JGBasket

Publicada el: 17 May de 2018 @ 20:38

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