Un verano lleno de polémica en torno a su figura, y su no convocatoria con la selección española para los Juegos Olímpicos de Londres, de fondo la sospecha que su no participación había abierto una brecha con la FEB que incluso podría hacer replantearse el futuro en competiciones internacionales con el combinado español. La FEB le incluyó como invitado para completar la formación del equipo de Scariolo, pero un jugador con su caché, y talento no estaba para perder el tiempo. Su negativa a ir a esa concentración fue justificada por el jugador montenegrino para poder entrenarse en solitario con su entrenador personal durante el verano. El resultado de ese trabajo ha dado sus frutos, y la mejora ostensible en varias facetas del juego le ha convertido en una mayor amenaza, aumentando su potencial hasta erigirle como segunda mayor figura del Real Madrid tras Rudy Fernández.

Sin embargo ese acto de “rebeldía” supone un espejo en el que muchos jugadores de formación deberían mirarse si quieren mejorar cada día sus aspectos en el juego. Durante la temporada todos los focos se sitúan de igual forma sobre todos los jugadores, y el margen de mejora se limita a la propia capacidad individual del jugador, dentro del tiempo limitado que marcan los entrenamientos del equipo. En verano, mientras la gran mayoría de los jugadores se dedica a descansar, alejándose por completo del balón de baloncesto, sólo los jugadores ambiciosos buscan ese plus extra de trabajo para poder mejorar sus capacidades, y evolucionar. Esfuerzo, dedicación, auto exigencia, y capacidad de sacrificio, son algunos de los principios básicos que un jugador debe seguir a rajatabla en un periodo de post temporada. Con los jugadores en etapa de formación, no es habitual ver que éstos contraten entrenadores personales, los motivos son obvios, pero si es una gran noticia comprobar cómo año tras año la asistencia a diferentes campus de verano es mayor.

Nikola Mirotic, a pesar de su juventud, sigue siendo un talento que debe seguir con el proceso de mejora que lo catapulte a las cotas más altas del baloncesto europeo. Años atrás veíamos ciertas carencias en su juego, especialmente en el plano defensivo, en el que su falta de musculatura respecto a los rivales era una losa ante ciertos jugadores, especialmente en Euroliga. Con sus 2,09 y sus interminables brazos, era un jugador cuyo impacto en el rebote, tanto ofensivo, como defensivo no era el idóneo para su equipo. Aún siendo un jugador con una mano realmente buena, su mecánica podía considerarse algo lenta. Todos estos aspectos se han ido puliendo poco a poco, y desde esta misma pretemporada hemos podido comprobar un cambio significativo en el juego del ala pívot montenegrino. Con una mayor musculatura es capaz de ocupar más espacio en la zona, y la franca mejora en el uso de su cuerpo le permite ser más determinante en el rebote, especialmente en el ofensivo. Su capacidad de tiro tras bote ha aumentado, al igual que su repertorio de movimientos de espaldas al aro en posiciones muy cercanas al mismo.

No hay muchas dudas que si la temporada se desarrolla de forma natural, será uno de los integrantes del mejor quinteto de la Liga Endesa. Para los entrenadores de formación, el caso de Nikola Mirotic debe ser un referente sobre el cuál explicar a nuestros jugadores la importancia que tienen ciertos valores a la hora de evolucionar nuestro juego, un espejo en el que, tanto entrenadores, como jugadores, debemos estar obligados a mirarnos.

 

Por Alex Senra del Cerro
Entrenador superior de baloncesto
Gabinete técnico JGBasket

 

Publicado 24 septiembre, 2012 @ 11:06

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