Ya hemos abordado en otras ocasiones la importancia de los fundamentos en el baloncesto, sobre todo del tiro y del bote, pero ¿y el pase? De ahí, surge otra pregunta, ¿le damos el valor que realmente tiene? No podemos despreocuparnos y dejar a los jugadores que lo den de cualquier manera, ya que luego es más complicado corregirles y quitarles los vicios adquiridos.
Los entrenadores nos llevamos las manos a la cabeza cuando vemos que, ante una presión, nuestros jugadores pierden un sinfín de balones por dar pases bombeados, bien porque se los roben al apretar la línea de pase y sea más fácil interceptarlos al ir de cara o bien porque, tras frenarle su defensor, intente superarle por arriba cuando tiene los brazos levantados, regalándole el balón.
No es de extrañar que si no les decimos nada a los jugadores, por inercia, den el pase bombeado al tener poca fuerza. Por esa razón, desde bien pequeños, hay que enseñarles y acostumbrarles a dar los pases picados, haciéndoles ver el porqué de realizar uno y no otro. En este sentido, tienen que entender el pase como una opción para que el balón recorra el campo con mayor rapidez que si lo hace un jugador botando.
Podemos extendernos en explicar cómo realizar el pase técnicamente, partiendo de la posición de los dedos, el gesto de la muñeca, el agarre, la posición de los pies…, pero sería demasiada información, inicialmente, para nuestros jugadores. Lo que tenemos que hacerles ver es que tienen que buscar el hueco entre su defensor para hacerle llegar el balón a su compañero.
No hay que olvidar que siempre hay defensor. Por eso, a mí personalmente, no me gusta trabajar el pase a la manera tradicional, enfrentando a dos jugadores y que se pasen el balón el uno al otro. No es una situación realista, ya que en un partido ese pase se da en muy pocas ocasiones, por no decir ninguna, ya que no hay defensores y no es congruente con lo que tratamos de enseñar a nuestros jugadores al decirles que tiene que haber un ángulo de pase, porque aquí no existe al estar uno frente al otro.
Podemos realizar el mismo modelo de ejercicio, incluyendo un defensor. El pasador va a defender al que ha pasado, tratando de interceptar el pase, y así sucesivamente. Conseguimos, de esta manera, crear una situación real de juego. Tenemos que insistir a los jugadores que presionen al pasador para que éste tenga que buscar el espacio para pasar. A partir de aquí, les podemos dar las primeras nociones técnicas. Decirles que el pase lo den con una mano, sacando el mismo brazo y pie para ganar espacio con respecto al defensor. También se pueden trabajar otros aspectos del juego como son pivotar y fintar.
A veces resulta un poco aburrido trabajar el pase como tal, pero hay que intentar que sean ejercicios activos y, sobre todo, integrados. En la mayoría de los ejercicios se puede trabajar el pase aunque no sea exclusivamente. Si jugamos un 2c2, ponemos como norma, por ejemplo, que si el jugador sin balón cae al poste darle un pase interior, haciendo hincapié en el ángulo y el tipo de pase.
No hay que olvidar que en el baloncesto todos los fundamentos están relacionados. Por tanto, cuando se trabaja el pase, para que sea realmente efectivo, el receptor tiene que haber hecho un buen trabajo previo, ya que si no nunca va a poder recibir y no es culpa del pasador. Es frecuente que, en el ejemplo que poníamos antes de jugar un 2c2 con corte al poste bajo, el receptor no reciba cerca de la zona sino a cinco metros, debido a que el jugador que corta no ha hecho sido capaz de ganar la posición y frenar a su defensor. Por tanto, hay que tener otros factores en cuenta a la hora de trabajar el pase. Ya podemos tener muy buenos pasadores que si nuestros jugadores no saben trabajar la recepción, no valdrá para nada.
Por último, hay que tener un buen timing a la hora de cuándo, cómo y dónde pasar. El caso más claro es el que se da cuando se produce un corte a canasta de un jugador, principalmente pívot, si el pase no se da en el momento exacto y picado, el jugador suele cometer pasos, no recepcionar bien el balón o hacer falta en ataque. Ver la armonía con la que jugaban en las finales de la NBA los Spurs es un aliciente para trabajar el pase e insistir a nuestros equipos con dar un pase de más.
Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete comunicación JGBasket
5 febrero, 2015 a las 9:59 pm