Está claro que en todos los equipos hay al menos un líder. Cuando uno llega nuevo como entrenador a un vestuario para ganarse al equipo, muchas veces tiene que ganarse el respeto del líder, pero ¿quién es? La experiencia te hace ver que dependiendo de la categoría que entrenes, las características del líder pueden variar, pero lo que es un hecho es que mientras en minibasket, el líder suele ser el mejor, según van creciendo no necesariamente tienen que coincidir.
Esto sucede porque los jugadores van madurando y valoran otros aspectos aparte del meramente deportivo. Hay líderes que nos les hace faltar ser el mejor ni ser el que más minutos esté en la cancha para ser el más valorado por el grupo. Pueden transmitir confianza a sus compañeros y ser una influencia positiva, siendo el primero en apoyarles en los momentos difíciles y felicitarles cuando triunfan. Si el entrenador lo identifica y consigue transmitir al líder el rumbo a seguir, siendo capaz, a su vez, de escuchar al vestuario, el equipo tendrá una dinámica positiva.
Lo que me sorprende es que, en la mayoría de los casos y casi siempre en categorías de formación, no se valora el trabajo del entrenador más allá de los resultados, sin tener en cuenta lo difícil que puede resultarle dirigir a un grupo que, por ejemplo, lleva junto siete años y que se ha acostumbrado a una forma de trabajar y al que le cuesta aceptar la llegada de un “extraño”. Ahí, sí que es importante establecer un acercamiento con el líder para que empiece a confiar y haga que sus compañeros remen en la misma dirección.
En ningún caso, se puede permitir que el líder del equipo no sea un ejemplo a seguir dentro y fuera de la cancha. No me imagino que los compañeros sigan a alguien que no se esfuerza en los entrenamientos o que tiene faltas de respeto hacia los contrarios o sus compañeros. En caso de que esto suceda, hay que hacérselo ver tanto a él como al resto del equipo y tratar de atajarlo, ya que si el líder ejerce una influencia negativa en el grupo pueden llegar los problemas.
Lo que es un hecho es que al líder de un equipo lo eligen sus compañeros, no se puede autoproclamar él por mucho que quiera. Por eso, la elección de capitán es una buena forma de sondear el grupo y conocer cómo funciona. Es importante explicarles cuando son pequeños qué significa ser el capitán y poder asignarle algún rol como, por ejemplo, dirigir los calentamientos, para que lo valoren.
La figura del capitán no deja de ser algo meramente simbólico en categorías de formación y adquiere un papel más protagonista a partir de cadetes. De ahí que, a mí me gusta, sean los propios compañeros los que decidan quién quieren que sea su capitán. Sin ningún tipo de presión, se reúnen en el vestuario y lo deciden. A veces nos puede sorprender el resultado, pero no deja de ser la decisión del grupo, ya que lógicamente los entrenadores, al final, podemos tener más afinidad con unos jugadores que con otros, por su forma de ser o por la nuestra.
Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete técnico JGBasket
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Publicado el 28 de Oct, 2018 21:36