A veces hay que encontrar los pasos para ser un campeón y uno de esos pasos es perder.
Tienes 24 horas para disfrutar la victoria o tienes 24 horas para agonizar por la derrota. Luego damos un paso adelante y seguimos avanzando. DAWN STALEY, ex-jugadora y seleccionadora USA. Sobre su cuarta regla en el documental de Cuadernos de entrenador de Netflix
Regla 1. Trae tu propia pelota. El valor de la perseverancia. Que te respeten por tu juego.
Regla 2. Creces fuera de tu propia zona de confort. Para madurar tienes que salir de tu zona de confort, tienes que estar incomoda.
Regla 3. Crea una ventaja en la cancha en casa
Regla 4. Regla de la 24 horas. Después de una victoria o una derrota pasamos página. Seguimos.
A veces hay que encontrar los pasos para ser un campeón y uno de esos pasos es perder.
Tienes 24 horas para disfrutar la victoria o tienes 24 horas para agonizar por la victoria. Luego damos un paso adelante y seguimos avanzando
Regla 5. Lo que se retrasa, no se niega.
Reflexión final de la ex-jugadora y reconocida entrenadora NCAA y seleccionadora de baloncesto USA
Todas esas personas han sido piezas del puzle de mi vida que entraron en mi vida para que ese momento ocurriera, fue difícil pero tu también puedes hacerlo, porque yo soy cómo tu…
Soy cómo tu porque he fracasado, me han vencido.
He pasado por cosas difíciles, he pasado por todos esos desafíos pero aún así soy la última mujer en pie.
Publicado el 21 Octubre 2020 a las 10:45
Revisado el 1 Junio 2021 a las 21:00
Revisado 30 abril 2022
Revisado el 30 Enero 2023
Gabriel Alemany. Entrenador superior baloncesto
Gabinete técnico JGBasket
Me gustaría saber tu opinión sobre estás reglas, en especial sobre la cuarta, te invito a dejarla cómo comentario del artículo más abajo.
Como siempre, el deporte nos deja aprendizajes para todas las facetas de la vida. Cuánto falta hace aprender a asimilar los reveses, entender qué pudimos hacer mejor y seguir avanzando.
Phil Jackson lo describía con otras palabras: cuando termina la temporada puedes ser campeón y haber logrado 82 victorias, pero un par de meses después todos los equipos vuelven a poner sus casilleros a cero, y ya nadie te respeta por los partidos que ganaste el año anterior.
He visto el artículo, y me convence. Quizá porque al estar cansado tras una larga jornada laboral (duras nunca son, en mi caso, pero sí agotadoras) estoy algo más vulnerable a este tipo de mensajes. Me dispongo, y perdón por atreverme, a comentar lo que cada regla me ha evocado:
Regla 1. Trae tu propia pelota. El valor de la perseverancia. Que te respeten por tu juego.
Uno de los mejores libros que he leído (Optimización del trabajo de equipo, Pat Riley) tiene entre sus páginas una bonita explicación de por qué hay que pisar firme y dejar claro quién eres. No voy a mejorar ni mucho menos ese capítulo concreto, así que invito a todos a que lo lean (y si lo encuentran en español, estoy dispuesto a pagar por él), pero el resumen es que, incluso perteneciendo a un club, empresa o sociedad mucho más grande que tú mismo como individuo, debes ser tú mismo y además estar orgulloso de tus pasos firmes. Esto no puede confundirse con soberbia o egoísmo, sino más bien tener la templanza y la calma de que te aceptas tal y como eres y te sigues animando a crecer, a equivocarte y a estar atento a tu entorno para tomar de él lo que te haga sumar.
Regla 2. Creces fuera de tu propia zona de confort. Para madurar tienes que salir de tu zona de confort, tienes que estar incomoda.
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La vida te pone fuera de tu zona aunque te acomodes en muchos momentos. Un humorista al que admiro (Javier Cansado) decía a modo de sorna que a él le gustaría «dejar de reinventarse»; que se conformaba con ser quien era y hacer lo que hacía sin tener que someterse ya a tanto estrés. Por supuesto la incomodidad te mantiene alerta, te hace estar vivo y te obliga a empujarte a ti mismo hacia alguna dirección (y eso puede estar bien casi siempre) como también es cierto que un poco de zona de confort y de paz da un poco de tregua para que las aguas se calmen y poder ver el fondo.
Regla 3. Crea una ventaja en la cancha en casa
En la cancha, en una reunión, en el supermercado, en un viaje turístico…debemos crearnos ventajas en todo aquello que podamos controlar; eso es para mi el concepto «casa»: todo lo que dependa de mi lo puedo modificar para crear una ventaja.
Regla 4. Regla de la 24 horas. Después de una victoria o una derrota pasamos página. Seguimos.
Vivir el «aquí» y el «ahora» es lo que te va a hacer más eficiente. Prestar atención a lo que está pasando hoy y no vivir del pasado dejando que te acomode o te asuste, ni tampoco vivir del futuro dejando que te acomode o te asuste. La mayor parte de pensamientos futuros que tenemos, no ocurren nunca, y regodearse en el pasado puede pasar factura, o peor aún, decepcionar precisamente por expectativas.
Regla 5. Lo que se retrasa, no se niega.
Y para terminar, como estoy agotado por una larga jornada laboral; sé que este artículo depende sólo de mi y me preocupa poco el valor que otros le puedan dar (no siempre fue así); vivo el presente y lo disfruto; y además me siento incómodo y fuera de mi zona de confort , confieso que no entiendo su significado sin que se me ponga la cara sonrojada.
Gracias por este ratito Jgbasket. El pasado no se repite, pero he sido muy feliz en él.
Espectacular comentario con mucha miga.
La regla 5 se llega a entender viendo el capítulo de Netflix en ella Dawn Staley pierde su primera final NCAA y una leyenda del baloncesto femenino le deja un trozo de la red con la que ganó un campeonato diciendo que se la devuelva cuando gané el suyo. He incluido una foto ilustrándolo.
Así que que lo que se retrasa no se niega.
Muchas gracias por tu aportación Carlos y en total acuerdo.
El deporte nos deja aprendizajes para todas la facetas de la vida.
De estas reglas del cuaderno de entrenador de Dawn Staley me gusta mucho el concepto del día a día, y no atormentarse por una derrota, ni creerse «El Rey del Mambo» por ganar.
Y me encanta que sea una ex-jugadora y entrenadora relativamente joven la que lo lleva a cabo.
Perder demuestra tu carácter…ganar también. Es difícil asumir un fracaso, pero no nos queda más remedio que levantarnos tras él. Lo vemos, somos conscientes, puede costarnos, pero resulta evidente. El daño de la victoria no es tan evidente y suele pasar desapercibido. Tendemos a hacernos responsables de la victoria y asumir que la derrota fue motivada por causas ajenas a nosotros. Asumir el control de tu vida y no buscar excusas es difícil, pero suele ser una buena medicina para el enfermo. Cuando la vida nos saca de nuestra zona de confort (sino es difícil que nosotros salgamos a explorar) el cómo gestionemos esa circunstancia nos acerca al éxito o nos aleja todavía más de él, depende de nosotros. Es una moneda al aire, pero la podemos trucar con nuestro esfuerzo, persistencia e ilusión. Al principio se pueden vivir malos momentos, pero luego se convertirán en cautivadores. Para ello es fundamental fijarse en esos “maestros anónimos” y no anónimos que tenemos todos a nuestro alrededor. Debemos ser aprendices y dejarse inspirar por esos pequeños genios que si los sabemos escuchar aparecerán a nuestro lado.
Todavía recuerdo la sensación después de una de esas en teoría grandes victorias. Era la temporada 2003/04 y tú eras rival, amigo Gabriel. Pero esta vez no jugábamos contra uno de tus siempre complicados equipos. Era contra uno de esos rivales de relumbrón y de pedigrí. Acabó el partido, todos lo celebraban eufóricos. Para mí esa euforia era presión. Al pitar el final el árbitro me giré, medio
agarrotado y fue a dar la mano a la entrenadora rival: “Buen partido”. Una victoria así generaba sueños, pero sobre todo exigía mucho.
¿Qué pasó después? Tal vez de igual, ahora son solo recuerdos, para muchos olvidados. Solo tengo claro que después no pasó nada extraordinario y que probablemente no crecimos como personas, porque más de tres lustros después es lo que seguimos siendo, personas y seguramente que den pocos, si quedan, jugadores. La autocomplacencia está a la vuelta de la esquina, esperando arruinar vidas. Lo importante es que nunca debemos olvidar qué es lo importante, y las victorias con frecuencia desenfocan.
Sin embargo, creo que la derrota amarga el presente, pero endulza el futuro con más frecuencia. La vida está llena de derrotas, como el deporte. Si no queremos perder, no debemos jugar, pero la vida nos obliga a ello, por lo que debemos asumir el reto y tratar de estar preparados. Cuando el balón se alce al aire, juguemos, vivamos el presente, disfrutemos y al acabar el partido pensemos que el lunes la vida vuelve a darnos una oportunidad, haya pasado lo que haya pasado. Vayamos a entrenar y demos lo menos de nosotros mismos.