Tuvo que esperar el Barça para sellar su pase a la final hasta el último segundo del quinto partido. Un desenlace inesperado si nos guiamos por lo vivido en el Palau en los dos primeros duelos. Los de Pascual iban embalados, con Unicaja mostrando su peor cara, esa que le hizo pasar del primer al tercero en el último mes y medio de competición, pero llegaron a Málaga y cambió la película.
Doellman tuvo en su mano el triple para cerrar la eliminatoria y falló. Los de Plaza no desaprovecharon la prórroga y, empujados por su afición, se crecieron para sumar su primer punto de la eliminatoria. La serie volvía a Barcelona después de un cuarto duelo sin más historia que la de un encuentro dominado de principio a fin por los malagueños. El Palau dictaría sentencia.
Ambos equipos salieron atenazados, sabedores de la importancia del choque. Unicaja, con un gran Granger –probablemente en su último partido con la camiseta verdiblanca– cogía las primeras ventajas, pero Hezonja, aprovechando su escasa participación (8 puntos en seis minutos), no les dejaba escaparse. A partir de ahí, mínimas ventajas hasta que, al comienzo del último cuarto, el Barça parecía romper definitivamente el duelo (68-61). Los malagueños no habían llegado hasta aquí para rendirse y, poco a poco, fueron limando la ventaja hasta lograr el empate (72-72). Era el momento de la verdad y ahí, a falta de veinte segundo, apareció Navarro para anotar su único triple y dar al Barça su novena final consecutiva en la Liga Endesa.
El Real Madrid esperaba rival después de liquidar su eliminatoria en cuatro partidos. Una semifinal mucho más dura de lo que refleja el 3-1. Después de un primer duelo en el que los blancos no rubricaron el triunfo hasta los instantes finales, el Valencia consiguió asaltar –sólo había ganado allí Manresa en la última jornada de liga regular– el Palacio de los Deportes en el segundo choque, a pesar de contar con las bajas de Pau Ribas y Loncar.
La semifinal llegaba empatada a la Fonteta y el tercer partido se presumía decisivo y no defraudó. Polémica, tensión, emoción, espectáculo… Los taronjas llegaron a mandar por diez puntos en el último periodo, Reyes desde el tiro libre fue capaz de equilibrar el marcador. Quedaba un ataque para los locales, pero lo apuraron tanto que Harangody aunque anotó sobre la bocina, la canasta no valió al haberse agotado la posesión. Prórroga. Un tiempo extra que decidió Llull con un triplazo.
El choque fue más allá de los cuarenta y cinco minutos, ya que el Valencia presentó un recurso por alineación indebida de Slaughter al juez disciplinario de la ACB y al comité de apelación de la FEB, ambos rechazados. Más allá del resultado en la cancha, es cierto que las leyes están para cumplirlas y la ACB tiene que ser un ejemplo. Si hubo un error en el acta no se puede dejar pasar, porque como apuntó, con ironía, Carles Durán, técnico del Valencia, “los equipos españoles, sobre todo los de formación, tienen que estar muy contentos porque ahora cuando firmen un acta en el que haya un error, lo podrán justificar para que no les den el partido perdido por 2-0”.
El cuarto partido llegaba, por tanto, caliente en la grada y en la pista. Los valencianos salieron a por el 2-2, con un Dubljevic imperial en ataque (24 puntos), pero Ayón y Reyes cortaban todo atisbo de despegue. En la segunda mitad, por primera vez en toda la eliminatoria, los taronjas acusaban el cansancio y las bajas y eso lo aprovechó un Madrid más fresco para finiquitar el partido y la eliminatoria.
Con la ACB llegando a su punto y final, la selección española empieza a adquirir protagonismo. Scariolo, pendiente de la presencia de Pau y Marc, volverá a vivir el culebrón de los últimos veranos, teniendo que decidir entre Mirotic e Ibaka. El hispano-montenegrino se ha declarado disponible para el Europeo y, dos días después, el pívot de Oklahoma ha hecho lo mismo. Un verdadero quebradero de cabeza que habría que zanjar de una vez por todas.
Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Analista Liga Endesa para JGBasket
Foto: ACB Photo / V. Salgado