El Valencia Basket continúa como acabó la temporada pasada, ganando. Los taronjas cierran el círculo y ganan el único título nacional que les faltaba, dando muestras de un equipo sólido y ambicioso que busca no sólo haber llegado a la cima, sino mantenerse en lo más alto. Se están acostumbrando al éxito.
No lo tuvieron fácil en la final, pero otra vez la maldición del anfitrión volvió a cumplirse. El Herbalife buscaba su segundo título y el público estaba completamente volcado, ese subidón de adrenalina se vio reflejado en los jugadores amarillos, que salieron como motos, desarbolando a los de Vidorreta y que llegaron a ganar por 15 puntos (32-17) al borde del descanso.
Ahí aparecieron las señas de identidad del Valencia, que tantas alegrías le dieron el año pasado. La defensa y, sobre todo, los buques insignias de este equipo, San Emeterio (14 puntos en el tercer cuarto), que sigue de dulce después de un gran año y una buena actuación con la selección, y el extraordinario Dubljevic (16 puntos y 7 rebotes). El montenegrino siente los colores como nadie, ha creado una comunión con el equipo que le ha hecho rechazar ofertas para seguir apostando por un club en el que disfruta y se siente muy querido. Siempre cumple. La guinda al pastel es el fichaje de Erick Green –MVP de la competición–, un jugador que ha llegado para marcar las diferencias y que, en la final, resultó decisivo en el tramo final.
El Herbalife sigue acoplando sus piezas, tras su gran renovación, y dio una gran sensación en sus dos partidos. Parece que Eriksson, ganador del concurso de triples, ha encontrado ese impulso y continuidad que le faltaba en el Barça y quiere convertirse en un actor protagonista, cansado del papel secundario que mermaba su gran talento. Otro de los jugadores que parecen haber dado un paso al frente es Oriol Paulí, que, año tras año, ha ido creciendo.
En cuanto a los otros dos participantes, Unicaja dio una gran imagen ante los vencedores, tirando de orgullo cuando el choque se le puso cuesta arriba y con un Nedovic estelar que sigue a un gran nivel. Las dudas las puso el Real Madrid, bien es cierto que la pretemporada no ha sido la más adecuada, con jugadores con sus respectivas selecciones, pero eso no es excusa, al Valencia le han faltado también puntales básicos en su preparación y no lo ha acusado tanto. El problema de los de Laso parece ser la dependencia ofensiva de Llull, el equipo estuvo gris en ataque y, en ningún momento, dio sensación de peligro. Además, Rudy, a pesar de haber renunciado a la selección y entrenarse todo el verano para recuperar su mejor versión, está lejos de lo que fue. En definitiva, esto no ha hecho más que empezar y la Supercopa ha servido para mostrar las cartas, pero cómo se repartan se verá a lo largo de la temporada.
Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete comunicación JGBasket
Foto: ACB Photo